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Algunas creaciones van firmadas, como estas de Nando Mambo y The Island Warriors.
La delgada línea del graffiti

La delgada línea del graffiti

La detención del 'pintor dorado' abre el debate sobre las diferencias que separan al arte urbano del vandalismo

isabel bellido

Lunes, 27 de abril 2015, 00:01

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La mujer de mirada apacible y sosegada que desea paz y libertad y el piloto de combate que dice que acabará con esos perros voladores aunque sea lo último que haga saludan desde la fachada contigua al Colegio Federico García Lorca. Hace ya más de un año desde que Obey (Frank Shepard Fairey) y D*Face (Dean Stockton), respectivamente, culminaron su intervención en aquel edificio. Se han integrado como una parte más del paisaje de la ciudad, protagonistas de un Soho (a este término también nos hemos acostumbrado) que luce orgulloso obras de ROA, Boamistura, Dadi Dreucol, Dal East o Manuel León. Muy cerca de allí, justo tras el Puente de Tetuán, los 'skaters' patinan como pueden rodeados de murales (algunos de ellos realizados con motivo del concurso 'El río que nos une') que conviven con graffitis fruto de la clandestinidad, y, por lo tanto, con riesgo de multa. Abundan allí los motivos marítimos (qué irónico resulta cuando justo lo que falta allí es el agua) junto a unos mensajes en los diques que custodian el Río Guadalmedina. «Mantener el cauce siempre limpio», reza uno de ellos.

Ahora también, más de un año después del paso de Obey y D*Face por Málaga, detienen al 'pintor dorado', un chico de veinte años de La Cala del Moral que desde marzo ha estado pintando de color oro parte del mobiliario urbano (papeleras, contenedores, bancos) de Málaga y del Rincón de la Victoria. Sin embargo, sus objetivos no eran arbitrarios. The Real Gold es el nombre del proyecto del joven, que busca hacer reflexionar en el contexto actual de crisis sobre «objetos que en esta sociedad son un tesoro para muchas personas», según sus declaraciones a este diario.

El Ayuntamiento del Rincón de la Victoria no sancionará al «pintor dorado» y su alcalde, Francisco Salado (PP), se ha mostrado incluso abierto a colaboraciones, alegando que el joven ha sido «respetuoso» y que la reacción de la gente es «positiva». Sin embargo, el Consistorio de la capital tiene una postura diferente. Julio Andrade, concejal de Seguridad, insiste en que si el juez le declara culpable se aplicará la ordenanza municipal, lo que se traduciría en una multa de hasta 3.000 euros por hacer graffitis.

En la ciudad que quiere despuntar por ser una galería de arte al aire libre se abre el debate: ¿qué es arte urbano y qué es vandalismo? ¿Cómo de gruesa es la línea que separa un concepto de otro? Lo cierto es que es difícil encontrar a alguien que no coincida en que es muy delgada. Los propios artistas urbanos malagueños así lo admiten. Lalone, por ejemplo, dice que es «super ambiguo». «Hay cosas que se pueden considerar vandalismo y otras arte, lo que me parece mal es generalizar», señala. Por su parte, Donnie Darko (que explica que el 'street art' es una evolución del graffiti) cree que, aunque las multas son «normales» en ese mundo, se ha visto implicado en algunas y no las comparte. El graffitero, que participó en el proyecto MAUS, cree que hay una «doble moral» a la hora de considerar este tipo de arte legal o ilegal y que los ayuntamientos apuestan por él «cuando les conviene».

Desde el lado más alejado de los sprays, Fernando Francés, director del Centro de Arte Contemporáneo (CAC), aclara que «vandálico es todo aquello que se hace contra una propiedad ajena», pero distingue entre arte urbano y graffiti. «Arte urbano es todo aquel que se genera en un entorno público, lo que ocurre es que cuando ese tipo de arte son sólo firmas o garabatos sin una orientación artística es un graffiti no artístico y por lo tanto es vandálico», explica Francés, que, aunque considera al 'pintor dorado' un «artista» (algunas de sus piedras están en el CAC), insiste en que «cualquier ciudadano ha de cumplir las normativas» y apuesta por una «readaptación de las leyes a las circunstancias» y por «el desarrollo de un programa entre artistas e instituciones».

La difícil etiqueta

Para Salvador Haro, decano de la Facultad de Bellas Artes, «si se daña la propiedad ajena o se perjudica a otras personas» entonces el acto es «vandálico», «independientemente de si la obra es mejor o peor». Aun así, sabe que «es muy difícil poner una etiqueta que diga aquí empieza esto y aquí lo otro». En un intento, Haro establece dos parámetros: la interpretación de las leyes y los criterios de calidad. «El arte malo es casi una ofensa a los sentidos, y colocándolo en un espacio público nos obliga a ver algo que es nefasto. Ya no me refiero al que pinta su nombre o al que dibuja un órgano sexual, sino a algunos que tienen intención artística y que se quedan en la pura intención», reflexiona el decano. Sin embargo, también en relación con la calidad, admite que «ha ocurrido que con cosas que se han valorado como buenas se ha hecho la vista gorda y no ha sido considerado vandalismo».

Dita Segura lucha desde la asociación 'El futuro está muy Grease' por devolverle la vida y el color al barrio de Lagunillas. La más vistosa de las iniciativas ha sido pintar murales en solares abandonados, una manera de «adecentar un lugar abandonado», como dice el artista Javi Calleja. No tienen desperdicio: desde la Virgen del Descampao y el Cristo de los Solares, pasando por un retrato de Eduardo 'El Chamorra' hasta llegar a otro del Mocito Feliz. Todo un repaso por la Málaga más castiza. Ella se posiciona a favor del pintor dorado, diciendo que «ese Rey Midas del arte urbano no ha hecho más que sacar a relucir de una manera muy poética el oro de los pobres». Y continúa: «Si el Ayuntamiento es capaz de ver el traje del emperador en los muros de Obey, pero no es capaz de reconocer a la golondrina del Príncipe Feliz, será que no se entera de qué va el cuento».

Dentro de la controversia sobre el marco legal del arte urbano, es conveniente recordar las voces de los puristas del graffiti, que abogan por la ilegalidad como única opción para pintar. «Aunque haya un espacio, hay gente que lo quiere hacer ilegal, que viaja por el mundo pintando trenes», cuenta Manuel Criado, de la tienda multidisciplinar The Place. Por ahí van los tiros de la película documental 'Exit through the gift shop', dirigida por Banksy, que abre el debate entre arte urbano y capitalismo, de cómo su esencia reivindicativa y de protesta acaba suavizándose al intervenir las instituciones, o al acabar en las galerías. Ya hay una petición en change.org dirigida al Ayuntamiento de Málaga para librar de cargos a 'el pintor dorado'. Mientras tanto, paz y libertad.

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