Pozos Dulces, 'entorno Thrysten'
La trasera del Museo Thyssen presenta un elevado grado de deterioro urbano
Jesús Hinojosa
Domingo, 19 de abril 2015, 00:02
Hay un 'entorno Thyssen', con fachadas rehabilitadas, limpieza en sus calles y creciente actividad comercial, y un 'entorno Thrysten' de edificios clausurados repletos de pintadas, ... calles por las que cuesta pasar debido al olor a orín y madejas de cables descolgados. En el primero, el título está impreso en banderitas de color rosa que cuelgan de las esquinas, en el segundo está escrito en varios edificios entre los grafitis que los cubren como si padecieran una especie de sarampión. Alguien ha puesto de este modo nombre propio a una zona enclavada en pleno centro turístico de la ciudad que, a diferencia del resto, no ha sido aún revitalizado y que, en efecto, provoca tristeza a quienes se atreven a transitar por él.
Un Soho de verdad
-
LA CHINCHETA
-
El entorno de Pozos Dulces y de la plaza del Pericón es considerado por muchos ciudadanos como el Soho de verdad, porque en sus innumerables callejuelas han surgido de forma espontánea, sin subvenciones ni artificios, pequeños negocios que le han dado a este espacio un ambiente muy peculiar. Fondos europeos ayudaron en su día a la rehabilitación, con el peculiar jardín vertical del Pericón como emblema más reconocido. Sin embargo, en los últimos meses se ha producido un penoso deterioro por la proliferación de pintadas que nada tienen que ver con el arte callejero y por el abandono de los servicios de limpieza y conservación. Una pena porque la voluntad y el empeño de los audaces comerciantes, empresarios y vecinos choca frontalmente con el desprecio incívico de unos pocos.
Las calles Pozos Dulces y Coronado, que desemboca en la plazuela de San Juan de Dios y en la calle Mártires, concentran gran parte de la degradación de este enclave situado a escasa distancia de donde cuelgan los cuadros de la baronesa. José Parejo es el cartero que lo recorre a diario. «Esta parte de Málaga está destrozada a pesar de que es pleno centro», afirma mientras mira de reojo al edificio situado en el número 18 de Pozos Dulces, al que ya le han llovido varias denuncias por 'okupas' sin que la administración haya solucionado aún esta realidad que también reconocen otros vecinos de la zona.
«Hemos denunciado la presencia de 'okupas' a la Policía en varias ocasiones, porque es algo evidente, y sin embargo nos vino un fallo judicial negando su existencia», explica el arquitecto Antonio Díaz Casado, responsable de varios de los proyectos que se han puesto en marcha en este ámbito. Ahora está tramitando uno para rehabilitar justamente el edificio situado junto al 'okupado' -se trata de uno de los que está marcado con las palabras 'entorno Thrysten'-, pero se siente con miedo e impotencia. «En este caso no es culpa del Ayuntamiento, que no puede actuar sin que haya una orden judicial que lo avale, pero esto está perjudicando al barrio entero», insiste.
Casa del Niño Jesús
Enfrente está la Casa del Niño Jesús, desde este año en manos del Obispado tras disolverse el colectivo que desarrolló hace años en ella un proyecto para atender a menores necesitados. Para Díaz Casado, de lo que la diócesis decida hacer en este edificio, todavía habitado por dos personas, dependerá en gran medida el despegue de esta parte de Pozos Dulces, necesitada como pocas de vecinos y comercios.
Abundan en ella, como en otros puntos del Centro, los edificios destinados a apartamentos turísticos, que conviven de un modo directo con el deterioro. Ignacio Benítez, gerente de uno de los ubicados en la calle Coronado, cree que el Consistorio debería prestar más atención a esta zona y considera que habría que mejorar la iluminación nocturna porque ello «podría ayudar a disuadir las prácticas de determinados individuos». «Algunos de mis clientes se sienten intimidados», confiesa.
Otra de las empresas que apostó hace ya varios años por esta parte del casco antiguo es la que regenta los baños árabes de la calle Mártires, cuya trasera da a Pozos Dulces. Su gerente, Antonio Rivadeneyra, cree que todo se arreglaría potenciando la actividad comercial, como ha sucedido en la calle Andrés Pérez, sobre todo a iniciativa de los propios negocios. «Quien tiene que tirar del carro es la administración, es una calle complicada pero puede cambiar cuando haya gente viviendo o negocios», apunta.
Por el momento, ese carro está frenado por episodios como el de los desprendimientos protagonizados el pasado otoño por un edificio de la calle Mártires situado justo a espaldas del Thyssen, y el incendio que sufrió en 2013 el del número 3 de la calle Coronado, para el que ya se ha elaborado un proyecto de rehabilitación integral. Justo lo que necesita el lugar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión