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Los ‘selfies’ son primordiales para estos adolescentes cada vez que quedan los fines de semana.
«¿Nos vemos en las bolas?»

«¿Nos vemos en las bolas?»

Los grupos de whatsapp y las fotos marcan los fines de semana de los adolescentes malagueños, que prefieren Calle Larios, Muelle Uno o la Plaza de la Marina para citarse

isabel bellido

Domingo, 25 de enero 2015, 19:19

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No hay que esperar ya décadas para apreciar el paso del tiempo en la vía más importante de Málaga. Los meses pasan por calle Larios dejando el rastro de nuevas estatuas vivientes que le hacen la competencia al chico que taconea frenéticamente, también aparecen nuevas canciones en el repertorio de Eduardo El Chamorra («Cantinero de Cuba, Cuba, Cuba»), una nueva tienda de Inditex, manifestaciones según el curso político o un nuevo horizonte de acuerdo con la decoración de La Equitativa. Pero hay algo que resiste el transcurrir del tiempo. Miles de adolescentes se siguen citando cada fin de semana al principio de calle Larios, justo antes o inmediatamente después de las populares bolas. La esquina que ocupa una famosa firma de ropa interior también es un punto de encuentro seguro. El Oso y el Madroño malagueño. Y aunque ahora lleven la mirada clavada en sus smartphones, los chicos y chicas de entre trece y diecisiete años siguen apareciendo a partir de las cinco de la tarde cada viernes y sábado para luego partir a sus lugares favoritos donde vivir el tiempo.

Cristina Padilla y sus amigas (de 13 y 14 años) han quedado allí, en las bolas de calle Larios, como siempre. Pero esta vez es especial: hay quedada de gemeliers, es decir, de las fans de los Gemeliers. A Cristina Padilla la conoce «media España», comentan sus amigas entre risas de emoción: el joven dúo sevillano la subió al escenario durante un concierto. «Estamos en grupos de whatsapp y nos juntamos aquí para conocernos», cuenta Lucía Ramos. «Quedamos, nos presentamos, vamos a Muelle Uno y comenzamos a bailar y a cantar mientras nos grabamos», cuenta Cristina Padilla, que añade que a estos encuentros acuden «muy pocos chicos», pues ellos prefieren estar «en las casas, jugando a la play». Marta Quesada y sus amigas (de 14 y 15 años) también andan cerca de las bolas de calle Larios, pero ellas, sin embargo, no quieren saber nada de los Gemeliers. Prefieren a Pablo Alborán, Malú, India Martínez o Ariana Grande. Son del Cerrado de Calderón y suelen salir los viernes y los sábados, desde las cinco hasta las once y media de la noche. Señalan como sitio de moda el Muelle Uno porque «hay muchas tiendas, es bonito y te puedes hacer fotos», aunque la opción de «subir y bajar la calle Larios» siempre está ahí, así como el Eroski o el Vialia, donde van de compras. Entre sus temas de conversación favoritos está «comentar lo ocurrido en el colegio» y «criticar», añade Marina Pastor ante las risas de todas. Al cine van cuando hay películas «llamativas» como El Niño o A tres metros sobre el cielo. Ante la ausencia de chicos por el lugar, la respuesta vuelve a ser similar. «Prefieren ir a partidos de fútbol o a casa de sus amigos a jugar a la play», explican.

Los 'selfies'

Y en Muelle Uno, un grupo de seis chicas torremolinenses de 15 años se detiene a hacerse un selfie con ayuda de un stick. Van maquilladas, vestidas como si por fin se hubiesen librado del monótono uniforme escolar. Aceptan con entusiasmo la entrevista y también que les haga una foto, pero eso sí, ellas quieren otra igual con su cámara. A la pregunta de qué hacen en el centro cuando se reúnen contestan casi a la vez: «primero echarnos fotos y luego ir a comer». ¿Lo de las fotos es primordial? «Sí, siempre». «Las subimos a las redes sociales, sobre todo a Instagram», cuentan. Eva Rodríguez intenta dar una explicación a este fenómeno que no les atañe sólo a ellas: «Creo que mientras más likes tiene alguien en las fotos la gente piensa que es mejor». Una de ellas, Lucía Otero, afirma que siempre quedan en fin de semana, en el centro o en Plaza Mayor, donde los adolescentes «van al cine y luego a las tiendas o a echarse fotos», cuentan, aunque para ellas el centro comercial «ya se ha quedado antiguo» porque van «desde los doce años, no hay novedades y aburre». Además de hacerse fotos, van juntas al centro «para pasar buenos ratos, hablar del colegio e ir a sitios como El Último Mono, Burger King o McDonalds». ¿Y los chicos? «Prefieren salir por donde viven o quedarse en casa jugando a la play».

La Marina

Si hay una zona alternativa en el centro de Málaga esa es la Plaza de la Marina. Allí siguen dándose cita góticos, skaters, emos y demás tribus urbanas. Y sí, esa zona la frecuentan chicos. Robert Pereanu, de 16 años, va allí a patinar con sus «colegas». La prefiere a la zona del río porque «allí multan por algo que no le hace daño a nadie». «Muchas veces me ha parado la policía por llevar patín y me ha pedido el DNI», cuenta. Él y sus amigos aguardan con impaciencia a que se abra el skate park del Parque del Norte, cuya inauguración estaba prevista para el pasado verano. Está sentado junto a sus amigos y amigas, tienen piercings, gorros, capuchas. Comparten un banco con otro grupo. «Nos conocemos todos de vista», afirma Andrea Castillo. Ellos no tienen mucho que ver con Instagram. «Me habré hecho aquí dos fotos en toda mi vida», dice entre risas Robert Pereanu. «Estamos aquí, hablamos de la vida, vamos a beber cerveza a algún bar...», resume Andrea Castillo. En cuanto a música, sus preferencias van desde el rap hasta el rock, pasando por el reggae y huyendo del flamenco y del reggaetón. «Creía que eras una secreta», dice al final, entre carcajadas.

En Play Planet hay chicos, sí, pero también chicas, padres, madres y niños pequeños. La cafetería ubicada en pleno Soho (calle San Lorenzo, 18) se ha hecho cada vez más popular gracias a sus precios económicos y a su producto estrella: los juegos de mesa. Francisco Javier Zamora, de 16 años dice que va «de vez en cuando» con sus amigos, además de al Comic Store, FNAC, Plaza de la Marina y a los salones del manga de Málaga y Granada. Su amigo Alberto Mira cree que cada vez hay más gente que comparte sus mismos gustos. Suelen quedar por las tardes y por las noches juegan juntos a videojuegos online como League of Legends o Street Fighter mientras charlan por Skype. En Málaga todo parece resumirse en un «dime dónde andas y te diré quién eres», o «cuántas hormonas hay esparcidas por ahí».

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