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A partir de las 4 de la tarde comenzaron a repartirse los menús.
El milagro de la explanada de Santo Domingo

El milagro de la explanada de Santo Domingo

Los Ángeles Malagueños de la Noche consiguen repartir 3.000 menús solidarios durante la Nochebuena, una fiesta a la que se apuntó el cómico Dani Rovira

Ángel de los Ríos

Miércoles, 24 de diciembre 2014, 18:52

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El día de Nochebuena despierta. Mientras, los alrededores del Mercado Central empiezan a ser hervidero de gente que va y viene con su compras de Navidad. A la espalda de Atarazanas, Pollos San Juan comienza también un día especial. Huele a tomillo y romero. Los clientes se reparten entre los que se llevan un menú completo y los que dicen eso de apunta uno para los Ángeles Malagueños. Un gesto que se ha venido repitiendo durante estas últimas semanas, pero que ayer aceleró su cadencia para llegar a los 3.000 menús solidarios de Nochebuena que necesitaba la ONG. Unos particulares querubines que, en un batir de alas, obraron el milagro de multiplicar sus menús de la solidaridad.

No sé cómo darle las gracias. Pasamos un mal momento, pero Málaga no se ha olvidado de los más necesitados, explicaba el presidente de la organización, Antonio Meléndez. Un pollo asado con guarnición, algo caliente que llevarse a la tripa, y una tortilla de patatas. A seis euros la donación. Aunque en un primer momento pareció que no iban a llegar, la solidaridad pisó el acelerador y se reunieron esos 18.000 euros para que los platos llegaran a sus destinatarios. El año pasado se repartieron 2.000 menús, este año se ha saltado a los 3.000. El pueblo se ha volcado con nosotros -matizaba Antonio-, aquí viene de todo, pero cada vez más familias con hijos que no tienen nada para comer. Es el milagro de la llanura de Santo Domingo.

Los dos empujones más fuertes fueron -a última hora- un ingreso de Cofarán, y el ya previsto de la taquilla de 'Improviciados', el espectáculo solidario de Dani Rovira y Clara Lago que se representó hace poco en el Teatro Alameda. Precisamente, el cómico malagueño quiso aprovechar que pasaba la Nochebuena entre los suyos para acercarse a la explanada de Santo Domingo y servir de forma testimonial algunos menús. "Esto también es parte de nuestra Navidad", decía. Pero él ya había hecho su parte más importante. Con la primera cucharada simbólica de Rovira, comenzaba el reparto de las cenas, sobre las cuatro de la tarde

Desde la valla, José echaba la vista atrás y al mirar, se le inundaban los ojos en lágrimas. Cuatro años, cuatro llevo viniendo aquí, explicaba. Desde que le dio el infarto no encuentra un trabajo. Y tengo ya una edad. Pasa la Nochebuena aquí, no sólo por la comida, sino por el calor de los 300 voluntarios de los Ángeles Malagueños de la Noche. Si no fuera por ellos, no sé qué sería de nosotros. Al contrario de lo que se pueda pensar, nadie se esconde ante las cámaras. ¿Somos delincuentes? ¿Hemos matado a alguien? Es tan solo que la crisis nos ha llevado por delante. No hay que tener vergüenza. Nosotros no tenemos la culpa, espeta Isabel. A sus cuarenta y tantos, arrastra una minusvalía que no deja que la contraten. Pero para cenar aquí, no te piden papeles, todos somos iguales.

Sin parar, de un lado para otro, los voluntarios se convierten en combustible de esta máquina solidaria. Eduardo lleva dos años y medio, sin faltar un día, tras esa barra. Es una forma distinta de vivir la Navidad, dice con su sonrisa de oreja a oreja. Desde el día 23 a las tres de la tarde, se pasó viendo colas de gente. Llegaban hasta el hotel ese de ahí abajo, señala. Eso son muchas personas, y muchas horas. Muchos voluntarios pasaron hasta las doce de la noche repartiendo menús, pero también lotes de aceite, lentejas, arroz y hasta fruta y verdura. Los más necesitados se llevaron una bolsa de comida caliente, una cesta de imperecederos y el calor humano de los que trabajan por ellos mientras suenan villancicos de fondo.

Es cierto que, como todas las vallas -y aunque solidaria- ésta separa una zona oscura de otra iluminada. La luz viene de la solidaridad, pero la oscuridad la marca el relato amargo de Rafael. Salido de la cárcel, en la calle, se aposta con su comida y concluye que ojalá todos los días fueran como Navidad. Pero no lo son, y el problema es que no hay trabajo, ni tampoco esperanzas. Hoy comemos pollo y lo agradecemos. Pero el día 25, como en un cuento de Dickens, se le seguirán apareciendo los fantasmas de Navidades pasadas, que se harán presentes. Y allí estarán unos Ángeles Malagueños de la Noche para que la Navidad, y también la próxima Nochevieja, haya un plato en la mesa y hasta una familia a la que poder decir Felices Fiestas.

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