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Boceto del proyecto elaborado por el estudio de arquitectura.
Vecinos de la Trinidad piden una plaza junto a Zamarrilla para mejorar el barrio

Vecinos de la Trinidad piden una plaza junto a Zamarrilla para mejorar el barrio

El proyecto, que fue presentado el foro Greencities, contempla más zonas verdes y un aparcamiento subterráneo

Juan Soto

Lunes, 13 de octubre 2014, 01:48

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Los vecinos de la Trinidad quieren convertir la ermita de Zamarrilla en el centro neurálgico de la barriada. Ante la escasez de zonas verdes y de lugares para pasear, han comenzado a movilizarse para exigir la construcción de una plaza junto al templo situado en la calle Mármoles para mejorar la imagen del entorno.

El proyecto, que fue presentado en el foro Greencities & Sostenibilidad en el palacio de Congresos de la capital, contempla además el aumento de los espacios ajardinados y la construcción de un aparcamiento subterráneo. Su impulsor, el arquitecto Javier Gamero, entiende que serviría para «poner el barrio en el mapa de la ciudad, donde ahora se presenta como caótico y sin identidad propia».

Esta nueva plaza se extendería sobre una superficie aproximada de 2.000 metros cuadrados, en el espacio comprendido entre la avenida de Barcelona y la calle Pelayo. Según se expone en el proyecto, la actuación permitiría aprovechar la parte delantera y trasera de la ermita. A cambio sería necesario reordenar el tráfico para mantener todas las conexiones actuales. El centro de la plaza sería ocupado por una gran pérgola adornada con buganvillas para dar colorido y sombra. Además se dotaría de bancos y de diferentes especies arbóreas.

Para garantizar la movilidad, el arquitecto propone que la calle Mármoles pase a ser de doble sentido y realizar una especie de circuito que permita bordear el espacio peatonalizado por la avenida de Barcelona, calle Lanuza, calle Pelayo, Alonso de Palencia y Peso de la Harina. «Creemos que son actuaciones sencillas, de apenas unos cambios de sentido, que pueden mejorar el tráfico para hacerlo algo más fluido».

El presidente de la asociación de vecinos de la Trinidad, Juan Navarro, considera que se trata de un proyecto muy beneficioso para los vecinos, ya que en el barrio no hay ningún espacio para el disfrute de los residentes. «Aquí no se ha pensado en los vecinos, porque todos los espacios disponibles están en manos de los promotores para construir viviendas». Es más, lamenta que la zona se está quedando aislada por la falta de aparcamientos, por lo que cree que la construcción de un espacio para los coches ayudaría a mejorar a todos.

Sin entrar en aspectos técnicos, entiende que el Ayuntamiento debería mejorar la vida del barrio y dotarlo de espacios que permitan disfrutar sin salir de sus calles. «Las personas no tienen dónde ir, y una plaza junto a la ermita es un lugar ideal para todo el mundo», sostiene.

Los defensores de este proyecto entienden que el cambio también mejoraría la vida comercial de la barriada, ya que al crearse una nueva centralidad, más personas se desplazarían hasta la calle Mármoles. Javier Gamero quien asegura contar con un promotor interesado sostiene que hay que recuperar la antigua zona comercial y evitar que todos los compradores se desplacen hasta el Centro o el Muelle 1. «No sólo es necesario que cobre importancia los nuevos lugares comerciales, sino que debemos también dar opción a una de las antiguas grandes zonas comerciales de la capital, dotándola de una personalidad propia».

División entre los comercios

Los comerciantes no se muestran tan optimistas sobre los beneficios que tendría el proyecto. Muchos creen que la situación actual no es la más adecuada para desarrollar obras porque podrían terminar de hundir a los negocios en un contexto general de crisis. Aunque prefieren no entrar a valorar la idea, dicen que el Ayuntamiento debería garantizar la viabilidad de los negocios antes de acometer cualquier actuación.

Por su parte, las personas que viven en el entorno creen que sería una medida maravillosa. Mercedes Paz, vecina de la calle Mármoles, piensa que el barrio ganaría muchísimo y la ermita mejoraría su imagen. «Sería el barrio que todos merecemos, sin tantos coches y con sitios para pasear», resume.

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