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Málaga, ante el reto de la sostenibilidad

Málaga, ante el reto de la sostenibilidad

La puesta en marcha del metro es un paso más en el objetivo de conseguir una urbe más moderna y eficiente, pero debe ir acompañado de otras actuaciones

M. Ángeles González

Lunes, 4 de agosto 2014, 01:07

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Una Málaga más sostenible es posible. Aunque en los últimos años se ha avanzado en este campo, con el fomento del uso de la bicicleta y los proyectos de eficiencia energética 'Smartcity' y 'Zem2All', aún queda mucho por hacer en el reto de transformar la ciudad en una urbe más moderna y eficiente. El último gran paso ha sido la esperada puesta en marcha del metro, que nace con el objetivo de reducir considerablemente los desplazamientos en vehículo particular, y con ello la contaminación, los atascos y la siniestralidad. Sin embargo, para sacarle el máximo partido y que su impacto sea notable es necesario poner en marcha otra serie de acciones, según advierten ingenieros y expertos en transporte y sostenibilidad consultados por SUR.

Los datos

  • 17.200 usuarios están registrados en el servicio de alquiler de bicicletas.

  • 44 millones de pasajeros movieron los autobuses de la EMT en 2013.

  • 5.000 desplazamientos de coche prevén reducirse este año con el metro.

Favorecer la interconexión entre el suburbano, los autobuses y las bicicletas y acometer medidas coercitivas para el uso del coche, como eliminar aparcamientos en la vía pública o subir los precios de los parkings son algunas de las propuestas que hacen estos especialistas, que destacan que con la inauguración del metro Málaga entra en otro nivel de ciudad, más moderna, atractiva y sostenible. El efecto se verá previsiblemente reforzado con las actuaciones que se lleven a cabo desde el Ayuntamiento para ganar puntos en la competición por ser la Capital Verde Europea en el año 2017, título al que aspirará, según se aprobó el pasado jueves en el Pleno municipal.

Esta designación anual tiene como objetivo reconocer el esfuerzo que los vecinos realizan para mejorar el entorno urbano, apelando a la concienciación medioambiental. Un factor que, según los expertos, es fundamental para iniciar el cambio hacia pautas más sostenibles, pero no es suficiente por sí solo para que la ciudadanía apueste por el uso de transportes más eficientes y deje aparcado el coche en casa.

Como señala la directora de la Cátedra de Gestión del Transporte de la Universidad de Málaga (UMA), Elvira Maeso, «las claves para que una ciudad sea sostenible son que disponga de un servicio de transporte económicamente soportable, con una oferta de servicios tal que haga que las personas opten de manera libre por los modos de menor impacto medioambiental». Es decir, ofrecer «eficacia, precio y comodidad».

En esto juega un papel esencial la conectividad entre los diferentes medios para favorecer el traslado de viajeros. En el caso concreto del metro, se trata de complementarlo con el autobús y las bicicletas. «Hay que facilitar el intercambio de pasajeros con las líneas de la EMT, implantar zonas de aparcamiento de vehículos y bicicletas en las cabeceras de las líneas, títulos de transporte para colectivos especiales, etc», apunta esta doctora ingeniera industrial, que considera que la capital, en el campo de la sostenibilidad, «se encuentra en una posición aceptable por su tamaño y niveles de movilidad, pero mejorable». Maeso apuesta por seguir investigando en las causas que motivan la elección de un transporte u otro y «darles satisfacción».

En este sentido, el metro, como el resto de transportes públicos, se enfrenta a un fuerte competidor: el automóvil. Aunque con la crisis y el aumento del desempleo el tráfico rodado se ha reducido considerablemente en la ciudad, con una intensidad media diaria hasta un 30% inferior en algunas calles respecto a hace seis años, la incipiente mejora laboral y económica ya se está dejando notar en el asfalto. Así, se empieza a observar que se frena la caída progresiva e incluso hay un leve repunte de vehículos en algunas vías, según señala el concejal de Movilidad, Raúl López.

Trasvase del coche al metro

Ante este escenario, y con la previsión de que el número de coches vuelva a crecer, el objetivo último del suburbano es dotar a los ciudadanos de una herramienta práctica de movilidad urbana, para que les sea más ventajoso dejarlo aparcado para los tránsitos internos, y lograr así una urbe más habitable. La Consejería de Fomento calcula que el 30% de los viajeros llegarán por trasvase desde el vehículo privado.

La previsión conservadora inicial, de 2,5 millones de pasajeros en lo que queda del año 2014, supone unos 17.000 desplazamientos diarios (al no llegar al Centro, los fines de semana es previsible que bajen). De manera que, de momento, se reducirán unos 5.000 desplazamientos de coches, frente a los más de 136.000 que circulan a diario por las calles por donde ya discurre, según los datos del Área de Movilidad. Durante el primer año completo, 2015, se esperan entre cinco y seis millones de usuarios, lo que implica unos 14.000 diarios y unos 4.000 vehículos menos. Son cifras todavía débiles.

En 2018, con la entrada en el Centro Histórico (estación Atarazanas) y la prolongación hasta el Hospital Civil, el horizonte está en unos 20,7 millones de pasajeros al año. Esto significa 56.700 desplazamientos al día de media, de los que 14.000 serán malagueños que dejan su vehículo aparcado y apuestan por el transporte público. Ello supondrá que el metro capte el 7,5% de los 189.000 movimientos diarios que se registran en los principales ejes por donde discurrirá.

El efecto del suburbano se potenciará una vez llegue al Centro y se amplíe para seguir vertebrando la ciudad, pero su desarrollo, según los expertos, debe ir acompañado de medidas disuasorias para el uso del coche como la supresión de plazas de estacionamiento en la calle y el encarecimiento de los 'parkings', «siempre que esta medida se incluya en un plan consensuado de movilidad y conciencia ciudadana que no esté abanderado por ninguna ideología», como señala el representante provincial del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Ángel García Vidal. Coincide con él el gerente de Proyectos y Obras de las líneas 1 y 2 del metro, Miguel Ángel García Cañizares, que aboga por utilizar el transporte público «la mayoría de las veces que se pued». «No se trata de prohibir el uso del coche, pero hay que ir tendiendo a eso poco a poco para ser una ciudad moderna», apunta este ingeniero; aunque argumenta que el metro «no lo es todo en sostenibilidad». «Para que las ciudades sean más amables hay que complementarlo con otras actuaciones, como ponérselo difícil al coche, quitando aparcamientos públicos y privados, y poniendo precios con los que duela el bolsillo. Al mismo tiempo que se invierte en transportes públicos y se favorece la interconexión entre ellos».

Juan de Dios Cruz, ingeniero de Caminos en la empresa Typsa, calcula que en un plazo de seis meses a un año los malagueños se habrán habituado al uso del suburbano, que hay que «coordinarlo» con otros modos de transporte, «aumentando los carriles bici, acercando las cabeceras de autobuses a las estaciones e implantando paradas de taxi en ellas». «Sostenibilidad supone la manera más rápida y barata de moverse por la ciudad». En esto son muchos los que eligen la bicicleta. Según los datos facilitados por el concejal de Movilidad, son ya 17.200 los usuarios del sistema de alquiler de bicis, 3.000 más que hace tres meses, que pueden disfrutar de una red de carriles de unos 35 kilómetros, a los que se sumarán otros 68 cuando se ejecute el Plan Andaluz de la Bicicleta, firmado entre Ayuntamiento y la Junta. En cuanto a los autobuses urbanos, la EMTcerró 2013 con 44 millones de pasajeros, un 2% menos que el año anterior, caída que el Consistorio atribuye al descenso de transbordos por la fusión de líneas.

Potenciar el transporte público colectivo frente al vehículo privado es «clave en cualquier modelo de movilidad sostenible», según el profesor de Economía Aplicada de la UMA, Marcos Castro. Este experto considera que el efecto del metro será positivo a medio plazo y «permitirá una política regulatoria más estricta sobre el uso del automóvil». Para ello, apuesta por crear intercambiadores, «donde aparcar el coche o bajarse del autobús»; por la llegada del suburbano al aeropuerto y al Parque Tecnológico y por la implantación de una línea circular.

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