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Aspirantes a formarse en La Cónsula esperan para realizar la primera prueba del proceso.
Más incertidumbre que nervios en La Cónsula

Más incertidumbre que nervios en La Cónsula

Los aspirantes a formarse piden que se apueste por este centro

Pilar Martínez

Miércoles, 2 de julio 2014, 01:57

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En el patio central de la escuela de hostelería La Cónsula se palpaba en la mañana de ayer la tensión. Jóvenes, y más maduritos, esperaban con impaciencia entrar a realizar la primera de las pruebas para hacerse con una de las 44 plazas de cocina y jefe de sala, 22 en cada especialidad, que oferta este centro para casi 400 aspirantes. Pese a estar a las puertas de lograr el sueño de formarse en esta escuela, la preocupación general iba más allá del test psicotécnico al que se enfrentaban. «Lo peor y lo que más me inquieta es lograr entrar en La Cónsula y que luego la cierren por los problemas económicos», comentaba Marisol con Gabriela, que sin conocerse de nada compartían mesa y temores acerca de un futuro tan ansiado como que ésta última, con 30 años y en paro, recuerda que ya pasó por este proceso de selección en 2012, año en el que se quedó en la reserva. «Esta tiene que ser mi oportunidad. En esta escuela veo la posibilidad de tener un futuro, si los problemas económicos por los que pasa no lo impiden», señala. Se incorpora, de nuevo a la conversación, Marisol que, con 32 años y desempleada, está convencida de que con su pasión por la cocina puede hacerse un hueco en La Cónsula y después en el mundo de la gastronomía. «Es preocupante la situación en la que nos encontramos. Pienso que en salud y en educación no se debería escatimar. Espero que las administraciones vuelvan a impulsar este centro, que es el más prestigioso», apunta Gabriela, apenas diez minutos antes de que su turno entre a realizar el primer paso de este proceso de selección.

En los corrillos que forman los aspirantes en esta sala, tantos los que ya han realizado la prueba como los que esperan hacerla, se constata que están todos al tanto de los problemas de liquidez de La Cónsula. «Los profesores no han cobrado y los proveedores tampoco», relatan un grupo de jóvenes aspirantes a cocineros, que es la especialidad más demandada. Y es que a día de ayer los 700.000 euros que normalizarán los pagos seguían sin llegar a la escuela.

Junto a ellos, André, portugués de Oporto que reside en Fuengirola, lo tiene más fácil porque la proporción para hacerse con una plaza para jefe de sala es menor que en cocina. «Llevo siete años trabajando en la hostelería en la Costa y quiero mejorar mi nivel profesional. La Cónsula es la oportunidad para consolidar mi futuro», explica. Con 24 años, asegura que es la primera vez que intenta acceder a este centro pero tiene claro que no se está valorando esta escuela suficientemente. «Creo que los gobernantes deberían hacer algo por centros como éste que mejoran el futuro profesional de nuevas generaciones», apostilla.

Con la esperanza de lucir en pocos meses los uniformes de cocina y sala de La Cónsula, en los que se fijan con más que admiración al paso hacia el restaurante de los alumnos que están acabando el primer curso, son numerosos los que ya han probado suerte en ocasiones anteriores y que no están dispuestos a rendirse. La Cónsula es para muchos sinónimo de éxito profesional.

Entre ellos está Javier, que lejos de mostrarse nervioso, es contundente en sus respuestas. A las administraciones les envía un mensaje en relación a la situación de esta escuela: «deben pensar en echarnos una manilla buena» y señala que ya el pasado año se presentó a este proceso. «Master Chef ha hecho mucho daño porque somos más los aficionados a la cocina», dice. Este estudiante de Criminología tiene claro que le dará algo si deciden acabar con este centro si es que consiguiera hacerse con una plaza. «Puede ser que marque mi futuro porque tiene muy buena fama», señala coincidiendo con el resto de que es un pasaporte directo al mundo laboral. «Es le mejor carta de presentación en la alta hostelería y en un destino tan turístico como la Costa», apostilla Luis, que se muestra más preocupado por el futuro de La Cónsula que nervioso por el test psicotécnico que estaba a punto de comenzar.

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