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Merkel, ayer flanqueada por el secretario general de la CDU, Peter Tauber (dcha.), y el gerente de la formación, Klaus Schueler. :: O. A. / AFP
Merkel se autoinculpa del auge xenófobo

Merkel se autoinculpa del auge xenófobo

Reconoce que la polarización de la sociedad alemana tiene que ver con su persona, pero defiende la apertura de fronteras de 2015

JUAN CARLOS BARRENA

BERLÍN.

Martes, 26 de septiembre 2017, 00:46

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Angela Merkel reconoce posibles errores, pero no tiene intención de cambiar para nada la política migratoria y de refugiados que ha dado alas a extremismo de derechas en Alemania y abierto de par en par las puertas del Bundestag a la más que incómoda Alternativa para Alemania (AfD). Tras reunirse con los gremios de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en Berlín para analizar los resultados de los comicios parlamentarios, en los que su formación registró los peores valores desde 1949, la canciller federal asumió la responsabilidad personal por la polarización política que sufre el país y reconoció que ese desarrollo «está también relacionado conmigo como persona. Es algo ostensible». Pese a todo afirmó, no por primera vez, que considera «correctas las decisiones básicas que se tomaron» en 2015 cuando abrió las fronteras del país a la avalancha de refugiados y de las que se manifestó «responsable». Igualmente defendió el planteamiento de su campaña electoral y rechazó la posibilidad, si se complica la formación de un nuevo Gobierno, de celebrar unos nuevos comicios. «Supondría un desprecio a la voluntad del electorado», afirmó Merkel.

Merkel, que fue recibida sonriente y con un ramo de flores en la Konrad Adenauer Haus, sede de la CDU en la capital, aseguró que hará frente a la ira y al odio que ha podido apreciar en muchos de sus mítines con un intento de acercamiento y la búsqueda del diálogo con la gente desencantada. Su partido, dijo, desea recuperar el voto de aquellos que en estas elecciones le dieron la espalda, si bien reconoció que en democracia hay que se consciente de que algunos que «no tienen interés en escuchar». La canciller, que aspira a gobernar una cuarta legislatura consecutiva, anunció que dialogará con el Partido Liberal (FDP) y Los Verdes para estudiar la formación de un tripartito, la única alternativa posible después de que el Partido Socialdemócrata comunicará que no tiene interés por reeditar la gran coalición y desea liderar la oposición. Sin embargo, Merkel señaló que hablará también con el SPD sobre la constitución de un nuevo gabinete, ante el hecho de que Alemania necesita también en el futuro un Gobierno estable.

Malestar en la CSU

Las preocupaciones de Merkel y la CDU no acaban ahí. Sus hermanos de la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera han reaccionado sumamente irritados a una apreciable pérdida de votos en la sureña región alemana, de la que son amos y señores desde la última guerra. No hay mayor pesadilla para la CSU que la posibilidad de perder la mayoría absoluta en su feudo al pie de los Alpes. Y a un año de las elecciones regionales han visto cómo en los comicios federales caían en su territorio por debajo del 39% de votos, frente al 49,3% de 2013. Una pérdida de más de 10 puntos.

Ni la CDU en el resto de Alemania ni el SPD a nivel nacional han cedido tantos sufragios porcentualmente. Más grave aún es que AfD ha conseguido en Baviera un 12,4% de votos a costa de los socialcristianos, que también han cedido puntos al Partido Liberal. Y completa el desastre el hecho de que el cabeza de lista de la CSU, el ministro de Interior de la región y aspirante al mismo cargo a nivel nacional, Joachim Hermann, no ha sido capaz de ganar su mandato directo para el Bundestag. Un cúmulo de desgracias que han encendido las alarmas de Horst Seehofer, primer ministro bávaro y presidente de la CSU.

Tras quejarse del «flanco abierto a la derecha» que han posibilitado los conservadores para que lo ocupe AfD y dejar correr el rumor de que sus diputados en el Bundestag formaran un grupo parlamentario independiente de los cristianodemócratas, Seehofer dejó claro ayer que CDU/CSU seguirán formando un grupo unido, pero adoptó también posiciones de extrema dureza en política para refugiados con el objetivo de recuperar los votos perdidos de aquí al otoño próximo. Es decir, la vieja exigencia de cuotas anuales máximas para la acogida de peticionarios de asilo y otras medidas para impedir la llegada de nuevos migrantes, así como un endurecimiento de la política de seguridad e interior. Una postura que complicará las negociaciones de Merkel con otras formaciones para constituir un nuevo Gobierno.

«No entraremos forzosamente en un Gobierno cuyas coordenadas políticas resulten inaceptables», advirtió el presidente del Partido Liberal, Christian Lindner, augurando ya que las negociaciones para una posible coalición de conservadores, liberales y verdes serán muy complicadas.

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