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F. ITURRIBARRIA
PARÍS.
Viernes, 22 de septiembre 2017, 01:24
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La segunda jornada de protesta sindical contra la reforma laboral promovida por el presidente francés, Emmanuel Macron, tuvo ayer menor eco que la precedente, convocada nueve días atrás, a pesar de que el Consejo de Ministros tiene previsto aprobar hoy los decretos que liberalizan el mercado de trabajo y facilitan los despidos.
Las manifestaciones, con altercados aislados en París, Nantes y Burdeos, reunieron a 132.000 personas, menos que las 223.000 totalizadas el pasado día 12, según los cómputos del Ministerio del Interior. Confortado por una movilización a la baja, el Gobierno se reafirmó en su voluntad de no modificar el proyecto. «Ponemos en práctica lo que los franceses nos han pedido y no vamos a recular», dijo la ministra de Trabajo, Muriel Pénicaud.
En las vísperas, Macron había avisado desde Nueva York, donde asistió a la Asamblea General de la ONU, que «creo en la democracia pero la democracia no es la calle». El secretario nacional del Partido Comunista, Pierre Laurent, le retó en el desfile de París a que le citara «un solo avance social que haya sido obtenido en la historia de nuestro país sin movilizaciones». «Cuando se es presidente de la República hay que ser humilde y no fanfarronear», le reconvino Philippe Martinez, secretario general de la CGT, segundo sindicato francés.
Las direcciones de la CFDT y de Fuerza Obrera, primera y tercera centrales, volvieron a no secundar la convocatoria, guardando fuerzas para otros combates, convencidas dde que este está perdido de antemano.
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