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El periodista ruso Arkadi Bábchenko, crítico con el Gobierno de Putin, se emociona ayer durante la rueda de prensa. :: Sergei SUPINSKY / afp
«Sigo vivo, se han quedado con las ganas»

«Sigo vivo, se han quedado con las ganas»

Ucrania simula el asesinato del periodista Arkadi Bábchenko para protegerle de un atentado «organizado por Rusia»

RAFAEL M. MAÑUECO

Jueves, 31 de mayo 2018, 00:31

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moscú. Una inusual y extraña rueda de prensa tuvo lugar ayer en Kiev a cargo de Vasili Gritsak, jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), en presencia del periodista ruso Arkadi Bábchenko, de cuyo asesinato había informado la Policía el martes. Gritsak anunció que, como podía verse a sus espaldas, Bábchenko estaba vivo y que la noticia sobre su muerte había sido una puesta en escena, una «operación especial», para protegerle de un atentado organizado por Rusia que debía ser perpetrado de forma inminente.

Según el jefe de los servicios secretos ucranianos, el autor de ese intento inconcluso de homicidio fue detenido y el propio Bábchenko se ofreció a participar en la pantomima para lograr neutralizar el atentado. «Aún sigo vivo, se han quedado con las ganas», dijo el periodista y explicó que llevaba dos meses cooperando con el SBU para impedir que le matasen. Gritsak afirmó que fueron los servicios secretos rusos, el FSB, quienes organizaron el ataque contra Bábchenko y pagaron a un pistolero profesional ucraniano para que lo ejecutara.

Bábchenko había llamado la atención el lunes pasado sobre un post publicado en Facebook por Marina Yudénich, cuyo nombre figuró entre los apoderados que el presidente Vladímir Putin necesitó para presentarse como candidato independiente a los comicios de marzo. A juicio de Bábchenko, Yudénich pedía su aniquilación al presidente checheno, Ramzán Kadírov, cuya mano la oposición rusa vio también detrás del asesinato del político liberal Borís Nemtsov.

LA CLAVELos servicios secretos y la propia víctima comparecen ante la prensa en Kiev

Un relato elaborado

La Policía ucraniana aseguró el martes que el periodista ruso, padre de una familia numerosa de niñas y niños adoptados, salió ese mismo día a comprar a la tienda de alimentación y, al regresar y abrir la puerta del piso, un sicario le disparó tres veces por la espalda. Se publicaron fotografías de su cuerpo ensangrentado yaciendo en el suelo de su vivienda. Se informó además de que lo encontró aún con vida su esposa, pero falleció en la ambulancia que le trasladaba al hospital. Se distribuyó un retrato robot del presunto homicida, un hombre de unos 40-45 años de edad con barba canosa y una gorra de visera.

La noticia causó verdadera conmoción entre los periodistas rusos de oposición, que escribieron artículos de repulsa y condolencia. Bábchenko, de 41 años de edad y de origen tártaro, es muy crítico con Putin y especialmente con su política en relación con Ucrania. La anexión de Crimea, que está afectando seriamente a los tártaros contrarios a que la península forme parte de Rusia; la ayuda de Moscú a los rebeldes separatistas del este de Ucrania, y la represión contra las organizaciones rusas opositoras, suelen ser los temas más tocados por él en redes sociales, artículos y en el programa que conduce en el canal privado de televisión ucraniano ATR, fundado por la comunidad tártara y que tuvo que trasladarse a Kiev desde Crimea después de la anexión.

El primer ministro de Ucrania, Vladímir Groisman, se sumó a las condenas poco después de que se difundiera la noticia de la muerte del periodista. «Estoy seguro de que la máquina del totalitarismo ruso no le perdonó su honestidad y principios», escribió Groisman en Facebook. El rechazo de Rusia fue categórico desde el principio. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, condenó «firmemente» el asesinato y pidió una «verdadera investigación», mientras el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, decía que era «una pena» que se les estuviera acusando de tal hecho. El director del FSB fue menos diplomático: «Es una completa estupidez, da la impresión de que están delirando, que se arreglen entre ellos», declaró antes de que la Policía ucraniana desvelara la verdad.

Activo y comprometido

El periodista había huído de Rusia a causa de las amenazas recibidas. Haciendo la mili estuvo destinado en Chechenia, en donde sirvió en una unidad de transmisiones del Ejército ruso durante la primera guerra en esa conflictiva república. Después se reenganchó y participó también en la segunda guerra chechena. Se dio a conocer escribiendo crónicas sobre la sangrienta contienda, por lo que el diario 'Moskovski Komsomólets' le contrató como corresponsal en zonas de conflicto. Trabajó también para varias televisiones rusas y el bisemanario 'Nóvaya Gazeta', en donde escribía la también asesinada Anna Politkóvskaya.

En marzo de 2012 fue acusado de hacer llamamientos a cometer disturbios por un artículo sobre las multitudinarias manifestaciones en contra de Putin y en favor de elecciones limpias. Cuando estalló el conflicto con Ucrania, Bábchenko se decantó del lado de las tropas de Kiev, a quienes consideraba en su legítimo derecho y obligación de recuperar la integridad territorial del país.

Lo que más enardeció a los partidarios de Putin fueron las declaraciones de Bábchenko tras la catástrofe del Tupolev-154 militar en el Mar Negro, en la que fallecieron todos los miembros del conjunto de coros y danzas del Ejército Rojo el 25 de diciembre de 2016, al declarar que la tragedia le dejaba indiferente porque volaban con destino a Siria a una guerra a la que nadie les había llamado. Ante las amenazas recibidas, Bábchenko abandonó Rusia el 21 de febrero de 2017. Estuvo primero en Praga, luego en Israel y, finalmente, en Kiev.

La capital ucraniana fue testigo en julio de 2016 del asesinato del periodista bielorruso Pável Sheremet, también muy crítico con el poder ruso y con el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko. Le pusieron una bomba en los bajos de su vehículo. El mes pasado, en Ekaterimburgo (Rusia), el periodista Maxim Borodín cayó desde el balcón de su vivienda en lo que no parecía un suicidio. Investigaba la presencia de unidades de mercenarios rusos en Siria.

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