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RAFAEL M. MAÑUECO
MOSCÚ.
Viernes, 6 de octubre 2017, 01:04
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Rusia y Arabia Saudí tratan de dejar atrás la época de desencuentros y parecen caminar hacia una relación más estable y duradera. Por primera vez en la historia, un rey saudí viaja a Rusia y es recibido en el Kremlin. Hace muy pocos años que Moscú acusaba directamente a Riad de financiar a los islamistas chechenos y al terrorismo internacional en su conjunto.
Ahora ambos países, los dos principales productores mundiales de petróleo, han fijado nítidos terrenos de entendimiento mutuo y cooperación. Por ejemplo, pacificar Siria, pese a que ambos apoyan a bandos opuestos, y estabilizar los precios del petróleo en el mercado internacional. Rusia ha añadido además a su lista un nuevo cliente para sus armas.
Pero no todo es oro lo que reluce. El rey saudí, Salmán Bin Abdelaziz, «feliz» de encontrarse en Rusia, según dijo, le puso ayer a Putin en un aprieto cuando le pidió que ponga freno a la creciente influencia de Irán en Oriente Próximo. «Hace falta que Irán deje de interferir en los asuntos internos de la región y de desestabilizar», le dijo según informaciones difundidas por la agencia rusa Interfax. El monarca se refería fundamentalmente a la guerra civil en Yemen, en donde Riad apoya al Gobierno de Rabbu Mansur Hadi mientras Teherán ayuda a los rebeldes hutíes.
Irán, el régimen sirio de Bashar el Asad y el grupo islámico libanés Hezbolá (chiíes los tres), son los principales aliados de Rusia en la zona mientras que para Arabia Saudí (de mayoría suní) son los adversario con los que compite por el liderazgo regional. Por eso no son coincidentes las posturas del rey Salmán y de Putin en relación con el futuro de Asad.
No obstante, según aseguró ayer a la prensa el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, el monarca saudí apoya el proceso de paz para Siria en Astaná (Kazajstán) y entiende que la prioridad es la lucha contra las organizaciones terroristas. «Al analizar los problemas de la región, otra vez ha predominado el entendimiento mutuo en cuanto a que lo prioritario es luchar resueltamente contra el terrorismo», subrayó el jefe de la Diplomacia rusa. Lavrov declaró que Rusia valora también muy positivamente «los esfuerzos de Arabia Saudí por unir a la oposición siria de forma que el Gobierno de Assad pueda contar con un interlocutor claro». Moscú también se congratula de que Riad defienda la integridad territorial de Siria y de Irak, en donde, según convinieron el rey Salmán y Putin, el referéndum celebrado el 25 de septiembre en Kurdistán no debe conducir a una secesión. En este aspecto coinciden también con las posturas que mantienen Irán y Turquía.
El rápido acercamiento de Rusia y Arabia Saudí en el terreno político contrasta con la todavía incipiente cooperación económica y comercial. Así lo constató Lavrov, quien manifestó que Rusia desea expandir todo tipo de proyectos conjuntos. Ayer se firmaron 14 acuerdos en distintas áreas, los más importantes en materia armamentística.
Riad comprará a Moscú sistemas antiaéreos ruso S-400, pero logrará también la tecnología para fabricarlos en Arabia Saudí, algo que venía persiguiendo desde hacía tiempo y que provocó una situación de punto muerto por el rechazo ruso. El memorando firmado prevé además la adquisición de armas antitanque, lanzacohetes, lanzagranadas y fusiles de asalto Kaláshnikov, que también podrán ser producidos en el país del reino wahabí.
Esta histórica visita a Rusia del rey Salmán tiene lugar en el marco de la Semana Energética de Moscú, encuentro que tiene la vista puesta en el mercado munial de crudo. La necesidad de emprender acciones conjuntas para sostener el precio del petróleo está en el origen de la buena sintonía que Rusia y Arabia Saudí empiezan a escenificar.
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