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Soldados defienden una posición en una zona montañosa cerca de Ras Baalbek (en el este de Líbano) durante una operación contra yihadistas. :: afp
Líbano se suma a la lucha contra el Daesh

Líbano se suma a la lucha contra el Daesh

MIKEL AYESTARAN

JERUSALÉN.

Domingo, 20 de agosto 2017, 00:36

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El atentado de Barcelona devuelve al grupo yihadista Estado Islámico (EI o Daesh) a las portadas de todo el mundo en un momento en el que su califato en Oriente Próximo está en plena descomposición. Aunque militarmente no pueden mantener sus fronteras, los mensajes que ha lanzado el grupo en los últimos tres años han calado hondo en una parte de jóvenes musulmanes que viven en Europa y el terror se consolida como su arma principal contra Occidente.

En la actualidad hay cuatro grandes frentes militares abiertos contra el Daesh en tres países, Líbano, Siria e Irak y, tras la caída de Mosul hace un mes, el grupo habría perdido el 78% del territorio que llegó a dominar en suelo iraquí y el 58% de la superficie que ocupaba en territorio sirio, según los datos ofrecidos por Estados Unidos.

La coalición que lideran los estadounidenses, Rusia, los ejércitos de Siria e Irak, las Fuerzas Democráticas Sirias y las Unidades de Movilización Popular están al frente de las operaciones que día a día van borrando el califato del mapa. El problema es que el enemigo está muy por encima de unas simples siglas o una bandera negra y es imposible acabar con su visión radical del islam solo a base de fuerza.

Líbano

Operación simultánea del Ejército y Hezbolá

El Ejército libanés se sumó a la conocida como «guerra contra el terror» con el anuncio el viernes del inicio de la operación 'Jroud Dawn', cuyo objetivo es acabar con la presencia de milicianos del Daesh en la frontera con Siria. Los militares comenzaron a atacar posiciones enemigas en Ras Baalbeck y al mismo tiempo, aunque «de manera separada y sin coordinación», según el general libanés, Ali Kanso, Hezbolá, la milicia chií libanesa, y el Ejército sirio lanzaron una ofensiva en las montañas de Qalamoun.

Este doble ataque simultáneo deja sin escapatoria a los yihadistas y persigue asegurar del todo, por primera vez desde que estalló la revuelta en Siria en 2011, toda la línea fronteriza. Fuentes militares libanesas consultadas por el canal Al-Yasira elevaron a 500 el número de combatientes del Daesh a los que se enfrentan y aseguraron que los yihadistas tienen en su poder una zona de unos 300 kilómetros cuadrados entre los dos países. El inicio de la ofensiva provocó una gran espantada entre los miembros del Daesh y, según la prensa local, su emir Al-Zamarani Abu Yazid, cruzó la frontera para entregarse al Ejército sirio.

Siria

Raqqa y Deir Ezzor, ultimos bastiones

Desde el 6 de junio está en marcha la operación para liberar Raqqa, la que ha sido la capital del lado sirio del califato. Estados Unidos ofrece cobertura aérea a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), conjunto de grupos armados kurdos y árabes, que en menos de tres meses han logrado hacerse con el 45% de la ciudad, aseguró el enviado de EE UU para la coalición que lidera la guerra contra el Daesh, Brett McGurk. El último gran éxito de estas milicias se produjo hace una semana, cuando lograron unir los frentes este y oeste desde los que avanzaban, lo que cierra el acceso a los yihadistas al río Éufrates y les deja totalmente cercados.

Raqqa tenía una población de casi 240.000 habitantes antes de la guerra, pero ahora se calcula que no quedan más de 160.000, y desde hace dos años viven bajo el régimen de los seguidores del califa Ibrahim. Esta ofensiva presenta los mismos problemas que la operación para liberar Mosul debido a la fuerte presencia de civiles dentro de la ciudad, lo que complica los ataques de la aviación y obliga al combate calle por calle, casa por casa.

El segundo frente sirio abierto contra el Daesh lo lidera el Ejército, que hace unos días logró liberar Al-Suknah, último bastión del grupo yihadista en la provincia de Homs. Desde aquí a Deir Ezzor hay una distancia de 130 kilómetros y éste podría ser el próximo objetivo, ya que es la ciudad, en plena frontera con Irak, en la que el EI ha establecido su centro de control alternativo ante la pérdida inminente de Raqqa.

Irak

Asalto a Tal Afar

Tras la victoria en Mosul, el primer ministro, Haider al-Abadi, se apresuró a declarar «el final del califato», pero los seguidores de Abu Baker al-Bagdadi siguen controlando Tal Afar, Hawija y una amplia zona desértica al norte de la provincia de Al-Anbar, fronteriza con Siria. El Ejército iraquí y las Unidades de Movilización Popular (milicias chiíes) están desplegados a las afueras de Tal Afar y la aviación de EE UU ha realizado los primeros bombardeos.

Cuando la caída de Mosul era irreversible, el Daesh trasladó su base en Irak a Tal Afar, a medio camino entre la que ha sido su capital y la frontera siria. La ciudad tenía 200.000 habitantes antes de la llegada del EI, tres cuartas partes de ellos turcomanos, lo que hace que también Turquía se sume a la lista de interesados en tomar parte en la operación. En los últimos años se ha convertido en zona de acogida para yihadistas que huyeron de bastiones perdidos.

Este asalto vuelve a poner sobre la mesa la tensión entre las milicias chiíes, apoyadas por Irán, con el Ejército iraquí, respaldado por Estados Unidos, ya que ambas fuerzas quieren liderar la operación. Estas milicias se crearon en 2014, cuando el ayatolá Sistani, cabeza religiosa de la secta del islam mayoritaria en Irak, lanzó una 'fatwa' (edicto islámico) pidiendo el alistamiento de sus seguidores para frenar el avance de un EI que tras tomar Tikrit y Mosul amenazaba con avanzar hacia Bagdad. La respuesta fue inmediata y, ante la desbandada de las fuerzas armadas, fueron estos paramilitares quienes llevaron el peso de la lucha antiterrorista hasta el pasado octubre, cuando Bagdad lanzó la operación sobre Mosul con liderazgo del Ejército. Sus detractores les acusan de graves violaciones de los derechos humanos contra la minoría suní.

A diferencia de lo ocurrido en Mosul, donde se mantuvo a las milicias alejadas de la línea del frente para evitar tensiones con una población local mayoritariamente suní, en Tal Afar «van a tomar parte activa en el ataque», señaló Abadi para zanjar la polémica. Desde Ankara siguen muy de cerca todos los movimientos, y ya en octubre, cuando se produjo el primer acercamiento a Tal Afar para cortar la posible retirada de yihadistas que huían de Mosul, el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, adelantó que «tomaremos todas las medidas necesarias porque pelear al EI es necesario, pero es una pelea que hay que planificar con cuidado para respetar los equilibrios étnicos y sectarios».

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