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Miembros de la comunidad Vaadi protestan. :: sam panthaky / afp
Las noticias falsas matan en India

Las noticias falsas matan en India

Más de 25 personas han muerto linchadas por multitudes enfurecidas que habían recibido denuncias falsas por redes sociales

ZIGOR ALDAMA

SHANGHÁI.

Domingo, 8 de julio 2018, 00:11

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Que las noticias falsas son un grave problema no lo disputa nadie. Pero han existido siempre, y el poder también ha hecho uso de ellas para tener a la opinión pública de su parte y lograr fines políticos, sociales o económicos. No obstante, la propaganda tradicional ha sido ampliamente superada en el siglo XXI, gracias a la explosión de internet primero y de las redes sociales después. Los bulos corren ahora como la pólvora sin necesidad de que haya 'hackers' rusos de por medio, y se diseminan notablemente más que los mensajes en los que se advierte sobre su veracidad. La mayoría responde a la agenda de diferentes grupos e individuos, y pueden tener graves consecuencias: desde la injerencia en elecciones, hasta el linchamiento de personas.

Generalmente, ese linchamiento en Occidente es virtual y se lleva a cabo en Twitter. No obstante, en India se ha demostrado que también puede ser literal. Desde mayo, en el país de Gandhi las 'fake news' han servido de excusa para matar a más de 25 personas en once estados diferentes. El último caso, en el que cinco hombres fueron apaleados hasta la muerte en el Estado de Maharashtra, es un ejemplo que refleja bien cómo se producen los sucesos. El domingo pasado, alguien avisó por Whatsapp de la llegada de un grupo de hombres sospechosos de raptar niños en el distrito de Dhule. En una de las estaciones de autobuses, otra persona creyó reconocer a uno de esos hombres cuando hablaba con una niña. Pronto, una muchedumbre se enfrentó a él y a sus compañeros de viaje. Tres consiguieron escapar, pero otros cinco fallecieron.

La Policía trató de evitar el linchamiento, pero la marabunta incluso arremetió contra los agentes y dos resultaron heridos. En este punto, el porqué de la violencia ya era lo de menos. Las súplicas de las víctimas, que negaron en todo momento estar involucradas en una mafia de explotación infantil, fueron en vano. A pesar de que no había prueba alguna contra los recién llegados, la turba aprovechó la sensación de impunidad que da el anonimato para ensañarse.

«Sin duda, parece un nuevo caso de rumores falsos que se hacen virales en las redes sociales. Llevaremos a cabo una investigación y los culpables serán castigados», anunció Dada Bhuse, una de las autoridades del distrito.

En zonas rurales

En ese incidente, la Policía ha logrado identificar a 23 de los atacantes gracias a los vídeos grabados por testigos, pero en muchos otros casos nadie es condenada por las muertes porque es imposible identificar a sus verdugos. Los sucesos afectan sobre todo a zonas rurales y se identifican tres elementos clave en su multiplicación: el bajo nivel educativo de una población que tiene dificultad para discernir la falsedad, una violencia social subyacente que se desata con cualquier excusa, y la rápida penetración de teléfonos móviles inteligentes baratos que han extendido internet y las redes sociales por todo el país.

Es difícil saber quiénes son los que lanzan los bulos ni por qué. Puede ser por una venganza personal, por razones religiosas o étnicas, o por simple diversión. Pero las consecuencias son muchas veces trágicas y las víctimas, inocentes.

Sin embargo, lo que más les preocupa a las autoridades es que esta diseminación de mentiras pueda influir en las elecciones generales del año que viene. Para evitarlo, el miércoles el Gobierno exigió a Facebook -propietaria de Whatsapp- que tome cartas en el asunto. No en vano, con 200 millones de usuarios que comparten 13.700 millones de mensajes cada día, India es el principal mercado de la aplicación de mensajería instantánea.

«Whatsapp no puede evadir su responsabilidad y debe tomar medidas inmediatas para acabar con esta amenaza y asegurarse de que su plataforma no se utiliza con fines criminales», afirmó el Ministerio de las Tecnologías de la Información en un comunicado. El portavoz de la aplicación, Carl Woog, reconoció que el servicio se utiliza para extender «desinformación malintencionada y peligrosa», pero también dejó entrever que poco puede hacer la empresa al respecto. «Estamos trabajando para proporcionar a los usuarios más control sobre las conversaciones grupales y estamos desarrollando herramientas para bloquear contenido automatizado no deseado», declaró Woog a Bloomberg.

«De cara a las próximas elecciones, acentuaremos nuestra campaña de información para que los usuarios sean conscientes de los riesgos», sentenció. No obstante, el problema tiene raíces profundas.

En India, los vídeos de actos violentos -violaciones, palizas y accidentes de tráfico, sobre todo- se comparten por Internet con más asiduidad que en otras partes del mundo, e incluso se pueden comprar en pequeños establecimientos que los descargan y comercializan en tarjetas de memoria.

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