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Miles de desalojados por culpa de una película

R. M. M.

MOSCÚ.

Viernes, 15 de septiembre 2017, 00:38

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A más de 150.000 asciende ya la cifra de personas que han tenido que ser desalojadas en los últimos días de diversos lugares públicos a lo largo y ancho de Rusia a causa de amenazas de bomba. Todas, hasta ahora, han resultado ser falsas. Ayer, la situación se repitió en la legendaria juguetería Dietski Mir (El Mundo de los Niños) de Moscú, en una veintena de escuelas de la capital y en una docena de centros comerciales de San Petersburgo y Kazán.

El miércoles, en Moscú tuvieron que ser evacuados los emblemáticos almacenes Gum, en la mismísima Plaza Roja, además de varios centros docentes y tres importantes estaciones de ferrocarril. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que el presidente Vladímir Putin está al corriente y ha dado ya las instrucciones pertinentes para que se esclarezca la autoría, sobre cuyo origen Peskov no quiso especular.

Los medios de comunicación rusos han venido ofreciendo versiones contradictorias. El miércoles se dijo que muchas llamadas provenían de Ucrania, país que mantiene con Rusia unas pésimas relaciones desde la anexión de Crimea. Ayer, la agencia Ria-Nóvosti, que citaba informaciones obtenidas de fuentes policiales, apuntaba al Estado Islámico como posible responsable de los avisos de bomba. Rusia es aliado del régimen de Asad y combate a los yihadistas en Siria.

Pero horas después, el cabecilla de la organización ultraortodoxa «Estado Cristiano-Santa Rusia, Alexánder Kalinin, declaraba a la radio Eco de Moscú haber recibido información anónima según la cual las alarmas de bomba forman parte de la campaña lanzada contra la película 'Matilda' del director Alexéi Uchítel, que narra la relación prematrimonial entre el último zar ruso, Nicolás II, y la primera bailarina del gran Teatro Mariinski de San Petersburgo, Matilda Kshesínskaya.

El monarca ruso y su familia fueron asesinados en Ekaterimburgo en 1918 y canonizados por la Iglesia ortodoxa rusa en 2000. Por eso, los integristas consideran un «ultraje» y una «blasfemia» la cinta de Uchítel y numerosos cines han recibido amenazas para que no la proyecten.

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