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MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.
Sábado, 10 de febrero 2018, 00:42
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Las ocho horas seguidas que pasó la líder de los demócratas en la Cámara baja, Nancy Pelosi, de pie, en tacones y sin probar bocado mientras lanzaba un alegato histórico en defensa de los 'soñadores' no sirvieron de nada. Además del Senado, 73 de sus correligionarios en la Cámara baja desoyeron su llamamiento a unirse en contra de la ley de presupuestos que ignora la promesa de regularizar la situación de los 700.000 jóvenes llegados a Estados Unidos de niños de la mano de padres indocumentados.
No pedía mucho, tan solo que el portavoz del Congreso, Paul Ryan, se comprometiera a poner a debate y a votación la llamada Dream Act (Ley del Sueño) que les da nombre, como ha hecho su homólogo de la Cámara alta, Mitch McConnell. Fueron los 73 demócratas desleales los que compensaron con creces a los 67 republicanos que se opusieron a la ley, escandalizados por los 320.000 millones de dólares (261.627 millones de euros) que añaden al gasto público. «¡Nuestro Ejército será ahora más fuerte que nunca!», se congratuló ayer Donald Trump en su tuit matutino.
Un argumento que no convenció a los conservadores fiscales de su partido, de los que el senador republicano Rand Paul se convirtió en adalid con un discurso de protesta al estilo del de Pelosi, pero en favor del control del gasto público. «Quiero que la gente se sienta incómoda y que cuando vuelva a casa tenga que responder a sus votantes cómo es que estaba en contra del déficit de Obama, pero en favor del déficit republicano», denunció. Su indignada intervención logró el propósito de dilatar la votación hasta las tres de la madrugada, lo que provocó el segundo cierre del Gobierno de Trump por falta de financiación. Tan breve y nocturno que la mayor parte de los estadounidenses ni se enteraron.
La primera ley verdaderamente bipartidista que se aprueba en la Administración Trump ha carecido de más debate que el alegato de Paul. Las 600 páginas que se presentaron a las cámaras apenas 24 horas antes de la votación habían sido pactadas a puerta cerrada por los líderes del Senado Mitch McConnell y Chuck Shumer, que se han congratulado mutuamente por el compromiso alcanzado. Trump no fue menos. «La primera vez que pasa esto en mucho tiempo», se autoalabó por Twitter.
Los presupuestos aprobados hasta final de 2019 contentan a los militares con 160.000 millones de dólares (130.805 millones de euros) «para financiar guerras que no tienen sentido», objetó Paul. A los demócratas, con 90.000 millones (73.577 millones de euros) para paliar los efectos de las catástrofes naturales que aún tienen a medio Puerto Rico sin luz ni agua. Incluye también 20.000 millones (16.350 millones) para infraestructura, 6.000 millones (4.905 millones) para luchar contra la crisis de los opiáceos, 4.000 millones (3.271 millones) para reparar las clínicas de veteranos y 2.000 millones (1.635 millones) para investigaciones médicas.
Con todas estas provisiones los líderes republicanos han conseguido que los demócratas dejen a los 'soñadores' en la estacada. El 5 de marzo vence el margen de gracia que les concedió Trump en septiembre al cancelar la orden ejecutiva de Obama que les daba un permiso temporal. A partir de ahora su suerte está inevitablemente ligada a las negociaciones sobre inmigración, que según la Casa Blanca tendrán que incluir financiación para el muro, si es que quieren que Trump la firme.
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