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Las manifestaciones antiglobalización pierden fuelle

D. MENOR

Domingo, 28 de mayo 2017, 00:10

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«¡Alto, alto!» Dos policías se asoman desde la azotea de un edificio en el paseo marítimo de Giardini di Naxos para pedir a la gente que se detenga. Los vecinos que esperan el paso de la manifestación contra la cumbre del G-7 convocada en esta ciudad a pocos kilómetros de Taormina dejan de caminar sin saber muy bien el motivo. A los pocos segundos se escucha un fuerte zumbido y aparece por encima del edificio volando un dron, una herramienta más para controlar la protesta.

A pocos cientos de metros el ruido es mucho más potente: un helicóptero está a poca altura, prácticamente inmóvil, en el cielo, a unos metros de la costa, mientras que, un poco más alejada de la playa, se ven varias naves militares que vigilan la franja de mar cercana a Taormina.

«Es una vergüenza que mi tierra acoja este encuentro. Lo que más nos duele es ver la ciudad tan militarizada. Que se gasten millones en la cumbre mientras hay en Sicilia quien se muere de hambre y no tiene casa es una doble vergüenza», se queja Metis Bombaci, líder de una treintena de manifestantes que ha aprovechado el G-7 para dar visibilidad a su protesta en contra de la apertura de un vertedero en su pueblo, Lentini. El cortejo es una mezcla de grupos heterogéneos formado por unas 2.000 personas y que acabó con unos ligeros enfrentamientos con los antidisturbios. Nada que ver con las batallas campales que acompañaron a estas cumbres cuando el movimiento antiglobalización estaba en su apogeo. Hay banderas de Mao, de Palestina, otras pidiendo la libertad del líder kurdo Abdulá Ocalan y diversas insignias de grupos comunistas rivales entre sí.

Incluso unos cuantos que piden la independencia de Sicilia. Contemplan divertidos el espectáculo los vecinos del pueblo. «Es bonito que hayan hecho aquí la cumbre», explica María, una señora mayor. En la escollera, dos chicas toman el sol en bikini ajenas a todo.

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