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M. GALLEGO
NUEVA YORK.
Viernes, 6 de octubre 2017, 01:02
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En la cadena Fox los comentaristas hablan de los intentos demócratas de «quitarnos las armas». Los conspiradores por internet incluso plantean que el mayor tiroteo masivo de la historia de EE UU, en el estado más laxo posible, haya sido una farsa para privar a los ciudadanos de su sacrosanto derecho constitucional a portar armas. En el Congreso, sin embargo, solo se aspira a prohibir el modificador que permitió convertir rifles semiautomáticos en ametralladoras de facto. Tan modesta es la medida que, por una vez, tiene posibilidades de salir adelante. Hasta la Asociación Nacional del Rifle dijo ayer en un comunicado que estos aparatos deben estar sujetos a «regulaciones adicionales».
Hay dos explicaciones para esta buena perspectiva. La primera es que, como dijo la asesora de comunicación de la Casa Blanca Kellyanne Conway, «estamos recibiendo muchas llamadas y la mayoría de la gente no conocía ese adaptador». La segunda, y más importante, es que se puede culpar a Barack Obama de su existencia. El Departamento de Alcohol, Armas y Explosivos (ATF) opinó en julio de 2010 que este sencillo modificador conocido como 'bump fire stock' estaba destinado a «asistir a personas que tienen limitaciones en la movilidad de las manos para accionar un rifle del tipo AR-152».
Puede que esa fuera su función, pero en manos de Stephen Paddock sirvió para disparar a una velocidad de 800 balas por minuto. El acaudalado jubilado de 64 años lo había instalado en 12 de las 23 armas que se encontraron en su habitación del hotel Mandalay Bay. En el coche aún tenía 22 kilos de explosivos y 1.600 cartucheras de munición. A juzgar por la nota que tenía escrita en la habitación, pensaba escapar. «Desde luego no era una nota de suicidio», decidió el sheriff del condado de Clark, Joe Lombardo.
Puede que nadie conociera los ya tristemente famosos adaptadores que se pueden comprar por entre cien (85 euros) y doscientos dólares (170 euros) en cualquier hipermercado de la cadena Walmart, pero desde el martes sus ventas se han disparado. Los amantes de las armas no quieren que falte nada en su arsenal.
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