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R. C.
Domingo, 11 de diciembre 2016, 00:57
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Turquía, objetivo periódico de ataques terroristas de diverso signo, ya sea de rebeldes kurdos, de extrema izquierda, o del yihadismo, fue escenario ayer de un nuevo atentado. Un ataque dirigido a todas luces contras las fuerzas de seguridad. Una doble explosión a la salida de un partido de fútbol en Estambul provocó una matanza entre los agentes antidisturbios que habían velado por la seguridad de los asistentes al encuentro. Al menos trece personas perdieron la vida, según fuentes policiales. No obstante, se trata de un balance provisional, ya que el número de heridos, en algunos casos en estado crítico, ascendía a unas cuatro decenas.
Los aledaños del Vodafone Arena Stadium, el campo del Besiktas, situado cerca del estrecho del Bósforo y a unos quinientos metros de la emblemática plaza Taksim, fueron el marco escogido por los terroristas. El momento, las diez y media de la noche. Hacía poco que había terminado el enfrentamiento entre el conjunto local y el Bursaspor, y en la zona se encontraban todavía numerosos hinchas. Y, sobre todo, policías. Dos explosiones sacudieron de repente la noche turca. Las primeras informaciones oficiales hablaban tan solo de al menos veinte policías heridos, pero las imágenes y los vídeos que rápidamente empezaron a circular por las redes sociales auguraban una masacre.
Más de dos horas después del atentado, el ministro del Interior, Suleiman Soylu, confirmó que se habían producido dos explosiones. Una de ellas se debió a un coche bomba que estalló junto al estadio al paso de un convoy policial, y en la otra estuvo involucrado, al parecer, un terrorista suicida. Además, las fuerzas de seguridad turcas realizaron la detonación controlada de un paquete sospechoso también en las proximidades del estadio, según la cadena turca NTV. La Policía acordonó de inmediato la zona, y según diversos testimonios sin confirmación oficial al cierre de esta edición, se registró al menos un tiroteo en la zona.
Un camión policial dotado con un cañón de agua destruido, otra furgoneta con importantes daños, el suelo sembrado de cascos de antidisturbios y por todos lados escenas de dolor. El atentado dibujó una escena bélica junto al Vodafone Arena, que pronto se vio rodeado de una comitiva de ambulancias que evacuaron a los heridos a los hospitales del entorno.
«Era como el infierno, las llamas subieron hasta el cielo», describió a la agencia Reuters Omer Yilmaz, un trabajador de la limpieza de la cercana mezquita de Dolmabahce que en esos momentos estaba tomándose un té en una cafetería. «La gente se agachó debajo de las mesas, las mujeres empezaron a llorar, los hinchas buscaban refugio, era horrible».
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