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M. L. DE GUEREÑO
LA HABANA.
Miércoles, 9 de agosto 2017, 00:09
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Venezuela es ya el país de los dos parlamentos, dos fiscales y dos Tribunales Supremos de Justicia para la mayor parte de la comunidad internacional, menos para las naciones del ALBA y, por supuesto, para Nicolás Maduro. Ayer, los 545 miembros de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) se instalaron en el hemiciclo Protocolar del Palacio Legislativo, la sala donde la Asamblea Nacional (AN), de mayoría opositora y elegida en diciembre del 2015 celebra habitualmente sus sesiones.
La polémica comenzó de madrugada. Julio Borges, titular de la AN, denunció que las cámaras captaron a Delsy Rodríguez y un grupo de militares disponiendo de madrugada sillas. Borges sabe que desarticular el Parlamento es el siguiente, y declarado, objetivo de los maduristas una vez que se libraron de la fiscal general, Luisa Ortega. Para el mediodía la sala estaba llena de legisladores afines al régimen.
De poco sirvió que Maduro dijera de víspera que se habilitaría una sala de la cancillería para la ANC. Un cambio que da la impresión de buscar la provocación. La situación, lejos de calmarse, se encona. El oficialismo se escuda en que hay una campaña de prensa y gobiernos de derecha para crear una corriente de opinión contra Maduro.
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