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Flores y mensajes de los londinenses en homenaje a las víctimas del atentado del pasado sábado. :: NIKLAS HALLE’N / AFP
El español desaparecido fue atacado por la espalda por uno o dos terroristas

El español desaparecido fue atacado por la espalda por uno o dos terroristas

La suerte de Echeverría, que defendió con su monopatín a una mujer, sigue pendiente de la identificación de todos los fallecidos y heridos

MELCHOR SÁIZ-PARDO

Martes, 6 de junio 2017, 00:45

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Dos días después y ni rastro. Ni herido ni fallecido, oficialmente. El paradero de Ignacio Echeverría, el español del 39 años desaparecido la noche del viernes en las inmediaciones del London Bridge tras intentar defender a una mujer que estaba siendo apuñalada por los yihadistas, sigue siendo una incógnita a pesar de que los ministerios de Exteriores e Interior españoles han movilizado a decenas de funcionarios para dar con él.

Al cierre de esta crónica, el nombre de este madrileño (residente en Las Rozas) y de orígenes gallegos (nació en Ferrol), seguía sin aparecer en el listado de los 48 heridos, 21 de ellos en estado crítico. Tampoco el Reino Unido confirmó su fallecimiento al Gobierno español, aunque fuentes de Exteriores advirtieron que el protocolo judicial en Gran Bretaña para anunciar oficialmente los decesos es «muy lento». «Sabemos que alguno de los fallecidos no está identificado» dijo el ministro Alfonso Dastis a última hora de la tarde. El Ministerio del Interior, a petición de las autoridades de la isla, remitió las huellas dactilares de Echeverría a primera hora de la tarde de ayer, forma infalible de confirmar su identificación.

Lo que sí tienen más claro los responsables de la diplomacia española es la versión de lo ocurrido, gracias al testimonio de los amigos que acompañaba al desaparecido y cuyo relato ya está en poder de las autoridades policiales y judiciales españolas. Echeverría había estado practicando su deporte favorito, el skateboard, en un parque cercano a los hechos, al sur del Támesis. Tras varias horas de piruetas en sus monopatines, sobre las diez de la noche el grupo decidió volver a casa en bici. El camino era largo. Echeverría vive a ocho kilómetros del Puente de Londres, en 17 de Joshua Street, en la periferia este de la ciudad, cerca del London City Airport. Y la ruta más corta era encaminarse al London Bridge para cruzar el río, pasando primero por la concurrida zona de Borough Market.

Fue allí donde -y siempre de acuerdo con la versión de los acompañantes- se toparon de cara con el atentado, sin saber exactamente de qué se trataba porque no habían visto el atropello previo en el puente. El grupo contempló como uno de los terroristas, cuchillo en mano, intentaba agredir a una mujer. Pensaron en un posible atraco. Echeverría se tiró literalmente de la bici y, solo con su monopatín como arma, trató de defender a la víctima.

En ese momento -apuntan sus amigos- al menos otro terrorista (otros testigos hablan de dos yihadistas) se abalanzó por la espalda contra el español. Y, a partir de ahí, los testigos no pueden aportar muchos más datos, porque sus amigos huyeron. Los testimonios coinciden en que Echeverría quedó tendido en el suelo, pero nadie se atreve a precisar con qué clase de heridas.

Su padre, Joaquín Echeverría, desde Madrid, y su hermana, Isabel, residente en Londres y que el domingo recorrió sin éxito los hospitales londinenses, mostraron ayer su esperanza de que Ignacio se encuentre entre los heridos que han sido «sedados» y que todavía no han recuperado la conciencia. Ambos apuntaron la posibilidad de que su familiar, al venir de practicar deporte, fuera indocumentado, lo que estaría retrasando su identificación. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, también apostó por la hipótesis de la «sedación», aunque lo hizo a primera hora de la mañana de ayer. «

«Ojalá»

Ojalá sea así», apuntó su padre al teléfono, quien relató la odisea vivida desde la noche del sábado. «Los amigos se pasaron la noche buscándolo y se presentaron en la comisaría a denuncia. Luego acompañaron a mi hija Isabel a hacer un peregrinaje por los hospitales, pero no podían entrar porque están acordonados. A la tercera visita, la policía les dio la información sobre la gente que está en los hospitales. Él no aparecía y no hay ninguna información», relató con desasosiego.

Entre tanto, en las redes sociales y en las plataformas de búsqueda de desaparecidos se hizo viral la descripción de Ignacio: «varón, 1,75 metros, 85 kilos, vestido con pantalones vaqueros, zapatillas Vans negras de suela blanca y jersey oscuro. Lleva una cadena de oro y luce una pequeña cicatriz sobre la ceja».

Desde Madrid, uno de sus amigos y excompañeros de trabajo, Rafael Duarte, defendió la «valentía» y la «integridad» de Ignacio y se mostró esperanzado en que solo se encuentre en estado de shock. Duarte explicó que el desaparecido, que se marchó hace dos años a Londres al no encontrar trabajo en España tras la crisis, trabaja en el departamento de «cumplimiento normativo» en la entidad suiza HSBC. Es, en realidad, un especialista en la persecución del blanqueo de capitales del crimen organizado y del terrorismo.

Licenciado en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, completó sus estudios en la Universidad de la Sorbona de París). Fue también técnico de comercio exterior en España, Alemania y Bélgica. Trabajó en el departamento de banca de corresponsales de Banco Popular, en el departamento de compliance de Natixis y en ABN AMRo Bank. Los cinco años antes de marcharse a Londres estuvo vinculado laboralmente a la entidad Aresbank, un banco especializado en la financiación del comercio exterior con países árabes.

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