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MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Lunes, 5 de junio 2017, 00:54
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La crisis económica y la escasez de alimentos y de materias primas en Venezuela se confabulan contra algunas empresas extranjeras que, después de aguantar a duras penas, optan por tirar la toalla. Se van del país o paralizan sus actividades por los estrictos controles para el cambio de moneda, que dificultan los cobros y la compra de divisas para importar productos.
La estadounidense United Airlines ha anunciado que el 1 de julio cierra su ruta diaria. No tiene atractivo turístico y sus pasajeros, hombres de negocios de ambos países, no bastan para hacerla rentable. La firma niega en un comunicado que su decisión se deba a la falta de pago del Gobierno de Nicolás Maduro. «En cada mercado que atendemos revisamos continuamente la demanda de servicio y debido a que nuestra línea Houston-Caracas no está cumpliendo con nuestras expectativas financieras hemos decidido suspenderla con efecto el 1 de julio», señaló ayer el portavoz de United Charles Hobart a Reuters.
Sin embargo, la razón de fondo se encuentra en que la Administración chavista no le ha pagado la parte correspondiente a la venta de billetes en bolívares. A lo que se suman cuestiones de seguridad, especialmente desde que en abril comenzaron las protestas que han provocado la muerte de 63 personas, miles de heridos y de detenidos. United Airlines decidió incluso incorporar una escala de una hora en Aruba para que la tripulación no pernocte en Caracas.
Ya en 2014, American Airlines reducía el 80% de sus vuelos y dos años después dijo que estaba bloqueada en Venezuela por problemas con el cambio de divisas. Hace algunos meses se retiraron asimismo Lufthansa y Air Canada.
Deudas anuales
Aunque, según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional, las autoridades de Caracas debían pagar el año pasado cerca de 3.500.000 millones de euros a las líneas aéreas internacionales, todavía vuelan a Venezuela la compañía panameña Copa, la colombiana Avianca, Air France y las españolas Iberia y Air Europa.
Empresas de otros sectores también se resienten por las restricciones. La multinacional de neumáticos Pirelli lleva desde enero amagando con paralizar la producción. El apoyo de la filial brasileña le salvó por la campana, pero ahora la firma ha confirmado mediante un comunicado que el próxima día 16 suspenderá sus operaciones «de manera indefinida» debido a la escasez de materia primera para la elaboración de sus productos.
Además, después de setenta años en Venezuela, General Motors también cesa actividades en el país petrolero, donde unos 2.500 trabajadores quedarán en el paro. La empresa dijo que comprará en Colombia piezas de repuesto para los coches venezolanos.
Y mientras la crisis económica, social y política continúa pasando factura, la presidenta del Consejo Nacional Electoral informó ayer de que avanza el proceso de la Asamblea Nacional Constituyente. Tibisay Lucena indicó que un total de 55.314 venezolanos se registraron como candidatos a la Constituyente que se realizaría el 30 de julio. El presidente chavista, Nicolás Maduro, tendría tiempo de reconsiderar la medida si escucha los consejos de colegas de la región y de algunos chavistas que no consideran útil ese mecanismo para recuperar el diálogo. De cualquier forma, no parece probable.
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