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Trump y Abás pasan revista durante la recepción en la ciudad cisjordana de Belén. :: Mohamad Torokman / reuters
Trump deja Oriente Próximo  sin revelar sus planes para  resucitar el proceso de paz

Trump deja Oriente Próximo sin revelar sus planes para resucitar el proceso de paz

El presidente de EE UU insiste en su esperanza de un «acuerdo histórico» entre israelíes y palestinos pero no revela la fórmula de los dos estados

MIKEL AYESTARAN

Miércoles, 24 de mayo 2017, 00:52

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Las 27 horas que pasó Donald Trump en Tierra Santa dejaron diferentes sensaciones a los dos lados del muro. El presidente estadounidense empleó un tono optimista de cara a un futuro en paz entre israelíes y palestinos, pero despegó de Tel Aviv sin haber anunciado una sola medida concreta para retomar las negociaciones. Antes de poner rumbo al Vaticano, tercera parada en su primera gira internacional, Trump cruzó el muro para entrevistarse con su homólogo palestino, Mahmud Abás, en Belén, la ciudad en la que nació Jesús y en la que no se acercó a la basílica de la Natividad porque había una protesta para recordar la situación del millar de presos palestinos en huelga de hambre desde hace más de un mes.

«Estoy comprometido a intentar alcanzar un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos y pretendo hacer todo lo posible para ayudarles a alcanzar ese objetivo», dijo Trump en la rueda de prensa que ofreció junto a un Abás que le recordó que «nuestro problema fundamental es la ocupación y los asentamientos y el rechazo de Israel a reconocer el Estado palestino». El magnate estadounidense metido a político no se dio por aludido y en ningún momento se refirió a la solución de los dos Estados, la fórmula en la que la diplomacia internacional lleva décadas trabajando y que para la ONU es la única salida posible. Trump optó por un discurso cargado de buenas intenciones, pero sin ninguna medida concreta que ayude a descongelar un proceso muerto. Abás insistió en su posición de «aceptar la solución de dos Estados a lo largo de las fronteras de 1967, el de Palestina con su capital en Jerusalén Este, viviendo al lado del de Israel, en paz y seguridad y como buenos vecinos», pero no obtuvo respuesta, ni posicionamiento alguno de su invitado al respecto, solo vaguedades.

Acabada la fugaz visita a los territorios palestinos, la enorme comitiva de Trump, una serpiente de coches blindados negros acompañados de helicópteros, puso rumbo de nuevo a Jerusalén para visitar el museo del Holocausto y después dirigirse al museo de Israel, donde pronunció sus últimas palabras antes de concluir la visita oficial. En esta ocasión tampoco dejó entrever su plan para la consecución del «acuerdo de paz histórico», tal y como lo definió. Trump habló junto a su «buen amigo Benjamin», como llamó al primer ministro Netanyahu con quien la sintonía de cara al público no tiene nada que ver con la tirantez que se percibía entre el dirigente israelí y Barack Obama, para asegurar que «hacer la paz no será fácil, lo sabemos todos y las dos partes deberán tomar decisiones difíciles, pero con la determinación y la convicción de que la paz es posible, los israelíes y los palestinos pueden llegar a un acuerdo».

Encargo a su yerno

El primer presidente de EE UU que visita Israel en su primera gira internacional delegó en su yerno de 36 años, Jared Kushner, el seguimiento del conflicto en Tierra Santa. Kushner, como reveló el diario israelí Haaretz en diciembre, ha donado decenas de miles de dólares para proyectos en los asentamientos judíos en el territorio ocupado de Cisjordania.

Pese al tono positivo de su discurso y a que Abás le dijo que tenía esperanza en él durante su encuentro en la Casa Blanca de hace unas semanas, Trump no despierta simpatía en Palestina ya que le consideran partidario de la expansión de las colonias y censuran sus planes de trasladar su Embajada de Tel Aviv a Jerusalén, una promesa que realizó a lo largo de la campaña electoral pero a la que tampoco ha hecho alusión en su viaje, pese a las presiones de los sectores ultranacionalistas de Israel.

Desde su llegada a la Casa Blanca el Gobierno de Netanyahu ha autorizado la construcción de 6.000 nuevas viviendas en Cisjordania y el parlamento ha aprobado la ley de Regularización. Esta nueva normativa pretende «regular y permitir el continuo establecimiento y desarrollo» de asentamientos judíos en Cisjordania, una especie de ley de expropiación que permitirá al Estado israelí, por primera vez desde el inicio de la ocupación, quedarse con tierras privadas palestinas.

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