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Gerry Adams, líder de Sinn Fein, se autorretrata en Belfast con la jefa del partido en Irlanda del Norte, Michelle O'Neill (a su lado) y varios simpatizantes. :: C. Kilcoyne / reuters
Irlanda del Norte complica el 'brexit' a May
A corto plazo

Irlanda del Norte complica el 'brexit' a May

La primera ministra afronta un desplome del unionismo a la vez que se le avecina la exigencia de otro referéndum en Escocia

ÍÑIGO GURRUCHAGA

Domingo, 5 de marzo 2017, 00:48

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Theresa May tendrá que adoptar una línea más intransigente que gobiernos británicos anteriores con el Sinn Fein (SF) tras las elecciones en Irlanda del Norte, que arrojaron por primera vez en la historia de la autonomía una Asamblea sin mayoría unionista. Ese trastorno se produce días antes de que la jefa del Gobierno escocés, Nicola Sturgeon, pida un nuevo referéndum sobre la independencia.

EN CIFRAS

Los resultados de las elecciones del jueves son un golpe en primer lugar para la líder unionista, Arlene Foster, que no supo evitar la caída imprevista del Ejecutivo que compartía con los republicanos. El balance de unos comicios para una Asamblea con 18 escaños menos es que el DUP mantiene su voto y pierde diez diputados (de 38 a 28) y el Sinn Fein de Gerry Adams, con 27, pierde uno pero aumenta su porcentaje en casi cuatro puntos.

El Partido Unionista del Ulster (UUP), que gobernó la autonomía norirlandesa desde 1921 hasta su suspensión en 1972 y que firmó, liderado por David Trimble, el gran Acuerdo de Viernes Santo de 1998, se queda con diez escaños. Los dos grandes partidos y un independiente unionistas suman 39 diputados en una Asamblea con 90.

Es improbable que el DUP de Arlene Foster y el Sinn Fein de Michelle O'Neill -ambas con breve experiencia en el liderazgo de sus partidos- puedan formar un Ejecutivo en las tres semanas que dicta la ley. Los republicanos quieren, entre otras cosas, que Foster se aparte mientras se investiga la acusación de corrupción que pesa sobre ella en un programa de subvenciones a calentadores con combustible ecológico.

El DUP de Foster queda por debajo del umbral de 30 diputados, exigido en el complejo sistema de Gobierno regional para el veto de iniciativas de otros, que le ha permitido bloquear la legalización del matrimonio homosexual o la ampliación de motivos para el aborto legal. Y el unionismo radical está más debilitado también para mantener su oposición a medidas de promoción de la lengua gaélica.

Si el Ejecutivo no se forma, la provincia será gobernada desde Londres, que la representará en la negociación del 'brexit', cuando el referéndum y estas elecciones muestran una mayoría norirlandesa por la permanencia en la UE. En la perspectiva histórica, Inglaterra y una minoría política unionista en la provincia desgajada del resto de la isla en el principio del XX van a recrear la frontera en Irlanda.

Theresa May quisiera un acuerdo DUP-SF, pero será neutral en la negociación de Belfast porque puede que necesite la próxima semana el voto de los ocho diputados del DUP en la Cámara de los Comunes para derrotar la enmienda, o enmiendas, de la Cámara de los Lores al proyecto de ley que la autoriza a iniciar el 'brexit'. Los querrá a su lado mientras tenga solo una mayoría de 17 en el Parlamento.

A ese sesgo inoportuno, May ha de añadir en su flanco occidental que el jefe de Gobierno en Dublín, Enda Kenny, confirmará su dimisión tras festejar San Patricio, el día 17, con Donald Trump, y que su partido, Fine Gael, es superado holgadamente en los sondeos por el más nacionalista Fianna Fail, dispuesto ahora a gobernar con el Sinn Fein, que ha presentado una moción de censura para derribar a Kenny.

Tras reconstruir con el 'brexit' la frontera en la política de la isla, May pide a Bruselas un trato especial para Irlanda del Norte que amortigüe su efecto en la economía. Y su relación íntima en este embrollo es con un DUP debilitado, socialmente rígido y que canalizó fondos de procedencia turbia para la campaña del 'Out', aprovechando que en la región no se revela la identidad de los donantes para protegerlos del terrorismo.

Batalla final

En su flanco norte el Gobierno de May contiene otra ofensiva nacionalista. Nicola Sturgeon sorprendería a propios y a extraños si en la conferencia de su Partido Nacional Escocés (SNP), en diez días, no reclama una nueva consulta sobre la independencia. Empujada por los suyos más que por los sondeos, la líder escocesa ha preparado el terreno para pedir a Londres la consulta como remedio al 'brexit'.

May criticó con dureza el viernes, en Glasgow, ante conservadores escoceses, la «obsesión» del SNP con la independencia o su plan para «arrancar a Escocia de su mayor mercado», el británico. Esos argumentos se vuelven en su contra en el contexto del 'Brexit'. Y creó nuevos agravios en Edimburgo al anunciar que competencias europeas en agricultura, pesca o medio ambiente no pasarán a Escocia tras el 'Brexit', como deducía Sturgeon de la ley de autonomía.

Mientras avanza hacia su duelo con Bruselas, May tiene en su defensa doméstica de la unión británica una deficiente alineación de fuerzas en Irlanda del Norte y en Escocia, tras el desmoronamiento laborista, una batalla quizás final entre conservadores del 'Brexit' e independentistas.

Un solo escaño de diferencia a favor del DUP sobre Sinn Fein. Y sin mayoría de bloqueo (30)

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