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Elor Azaria, condenado por la justicia militar a 18 meses de prisión por rematar de un tiro a un joven palestino

MIKEL AYESTARAN

Miércoles, 22 de febrero 2017, 00:39

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jerusalén. La justicia militar israelí condenó a 18 meses de prisión al sargento Elor Azaria. Esta es la pena que deberá cumplir el militar, que también fue degradado al rango de soldado, tras ser declarado culpable de homicidio por rematar de un tiro en la cabeza al joven palestino Abdelfatá al-Sharif, que había caído herido tras intentar acuchillar a varios militares en una calle de Hebrón hace casi un año. El tribunal dictaminó que Azaria, de 21 años ingrese en prisión el 5 de marzo, pero sus abogados anunciaron que apelarán la sentencia. Podrían además pedir al jefe del Ejército, general Gadi Eisenkot, su indulto y, si éste se lo deniega, recurrir a que el ministro de Defensa, Avigdor Liberman, recomendara al presidente, Reuben Rivlin, su perdón.

El tribunal militar consideró que Azaria «se arrogó el papel tanto de juez como de ejecutor», pero decidió aplicar una pena menor que la solicitada por la acusación -de 3 a 5 años- «por ser su primera experiencia de combate». La sentencia causó indignación en los sectores ultranacionalistas del país, que llaman «héroe» al soldado y piden su puesta en libertad inmediata, y también entre los palestinos, para quienes supone «luz verde» para los «crímenes de la ocupación», según declaraciones del portavoz del Gobierno, Tareq Rishmaui, a la agencia AFP. La prensa local destacó que se trata del primer soldado israelí en ser condenado por homicidio desde 2004, y para que esto haya sucedido ha resultado clave que un vecino de Hebrón, colaborador de la organización de derechos humanos israelí Betselem, grabara todo lo ocurrido, lo que sirvió para que el caso saltara a las redes sociales y a los medios y se convirtiera en viral. Las imágenes han sido claves para desmontar el argumento del soldado, que aseguró que disparó ante el temor de que el palestino herido fuera a detonar un cinturón de explosivos.

Azaria, que también tiene ciudadanía francesa, entró en la sala de vistas de Tel Aviv entre aplausos, vestido de uniforme y sin esposas. Allí se encontraban su compañera, su madre, su padre y sus amigos, presentes en cada una de las audiencias. A las puertas del tribunal militar se vivieron escenas de tensión con las fuerzas de seguridad. El caso Azaria ha dividido a la sociedad israelí entre una parte que aboga por la necesidad de respetar los códigos de combate del Ejército, y otra que defiende que ante la mínima duda es preferible tirar a matar, sin importar que el objetivo del disparo represente una amenaza o no. Un pulso que se vio en las calles donde las personas que acudieron a arropar al militar portaron carteles pidiendo «ayuda» al presidente Donald Trump.

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