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DARÍO MENOR
Domingo, 22 de enero 2017, 01:25
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«No es el momento». Los dos jóvenes salen caminando a grandes zancadas del área de urgencias del hospital de Pescara con cara de pocos amigos y ninguna gana de afrontar a los periodistas que esperan en la puerta. Cuando consiguen apartarlos, sacan sendos cigarrillos que fuman con fruición, como si con cada calada fueran a disolver la preocupación que les atenaza. Son amigos o familiares de alguno de los 23 desaparecidos tras el desastre del hotel Rigopiano, devastado el pasado miércoles por una avalancha en los Abruzos italianos. Con las cuatro personas sacadas a la luz en la madrugada de ayer, ya hay nueve supervivientes que han sido ingresados en el principal centro médico de Pescara. Allí esperan también familiares y amigos de los turistas y trabajadores del hotel de los que no hay hasta ahora noticias: tienen la esperanza de que les digan algo de ellos y no se sumen a la lista de 5 muertos recuperados de la masa de nieve, piedras y restos de árboles que cubren el establecimiento.
El responsable de la Protección Civil, Fabrizio Curcio, se reunió ayer con los familiares para garantizarles que no se va a parar hasta encontrar al último superviviente y al último cadáver. Es lo mismo que dice desde el centro de control de las operaciones, en la ciudad de Penne, Alberto Maiolo, dirigente de los bomberos: «Hay 200 personas trabajando de forma simultánea en la zona del hotel. Los vamos relevando por turnos, pero no vamos a escatimar esfuerzos hasta el final. En un alud normal no habría ya esperanzas de encontrar a más supervivientes, pero esta situación es especial. Es posible que alguien haya quedado en una bolsa de aire o en un espacio del hotel que no se haya venido abajo». Maiolo reconoce que escuchan algunos ruidos desde debajo de la nieve, pero no saben si son voces o ruidos generados por el asentamiento del edificio.
Aunque el dispositivo de socorro resulta mejorable a la hora de gestionar la información, lo que explica las distintas cifras ofrecidas estos días, sobre el terreno desarrolla un trabajo encomiable. Bomberos, agentes especializados de la Guardia de Finanzas y voluntarios del Socorro Alpino, la Protección Civil y la Cruz Roja trabajan en turnos de doce horas.
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