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Jueves, 19 de enero 2017, 00:58
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roma. A los italianos les está tocando acostumbrarse a la fuerza a los terremotos. Cuatro seísmos, todos ellos de una magnitud mayor a los 5 grados y el más grave de los cuales alcanzó los 5,5, se sucedieron ayer en el arco de cuatro horas el centro del país. Todos tenían su epicentro entre las regiones de Lacio y Abruzzo, la misma zona que sufrió el terrible seísmo del pasado 24 de agosto que dejó casi 300 muertos, la mayoría de ellos en la localidad de Amatrice.
Los temblores de ayer causaron al menos un muerto, un hombre de 83 años que falleció sepultado en la localidad de Castel Castagna, y un desaparecido, además de provocar algunos destrozos materiales, sobre todo en edificios ya dañados por los precedentes movimientos telúricos. Entre ellos estaba el campanario de una de las principales iglesias de Amatrice, que acabó ayer de derrumbarse.
La sucesión de terremotos metió el miedo en el cuerpo a los habitantes de toda la Italia central, donde se sintieron con claridad los temblores. En Roma el metro fue clausurado y los museos y escuelas evacuados, lo que provocó el caos a la salida de las aulas con padres y familiares que a toda prisa buscaban a sus hijos.
Peor lo pasaron los damnificados por los seísmos de agosto y de octubre, que aguantan el invierno en caravanas o casas prefabricadas que no protegen apenas de las condiciones extremas registradas estas últimas semanas. En algunas zonas de Amatrice hay hasta dos metros de nieve, lo que ha provocado que varias de sus aldeas acaben aisladas.
Plan de emergencia
Antes de que comenzaran las sacudidas de ayer se vino abajo parte del ambulatorio provisional levantado en la localidad tras el desastre de agosto debido a la excesiva acumulación de nieve en el tejado. «La emergencia no es el terremoto ni los daños sufridos en la 'zona roja', sino la nieve. Tenemos una necesidad urgente de turbinas pues los quitanieves no son suficientes», comentó el alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi. «Estamos completamente abandonados a nuestra suerte», se quejó Gianluca Pasqui, alcalde de Camerino, otro de los pueblos golpeados por los seísmos.
Las autoridades italianas pusieron en marcha un plan de emergencia para verificar los daños y ayudar a la población de la zona, donde hay 850 bomberos desplegados. El dispositivo incluía vehículos especiales para intentar garantizar la circulación en las carreteras principales de la zona pese a la acumulación de nieve. Según datos de la Cruz Roja, unas 130.000 familias de las regiones de Abruzzo, Lazio y Marcas están sin electricidad.
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