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México trabaja para prevenir una oleada de deportaciones

MILAGROS L. DE GUEREÑO CORRESPONSAL

Viernes, 9 de diciembre 2016, 00:28

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El advenimiento de la era de Donald Trump, con sus amenazas de deportaciones masivas de inmigrantes, preocupa al Gobierno de Enrique Peña Nieto, que se prepara para minimizar los efectos. La ministra mexicana de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, informó ayer de contactos con congresistas, gobernadores y alcaldes estadounidenses para aliarse contra medidas extremas que pueda adoptar el presidente de EE UU una vez jure el cargo.

La ministra, que se reunió en la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores con legisladores de la Mesa Directiva del Senado para analizar la estrategia gubernamental, pidió calma frente a los discursos de odio de Trump. Pero las noticias que llegan desde el norte de la frontera común de más de 3.000 kilómetros son poco tranquilizadores. Conforme se acerca el 20 de enero, cuando el magnate asumirá la presidencia, aumentan las manifestaciones de racismo y los insultos contra los mexicanos.

El Southern Poverty Law Center (SPLC), grupo de defensa de los derechos civiles, documentó unos 900 ataques discriminatorios en calles, escuelas, parques, tiendas e incluso hogares sólo en los 10 días siguientes al triunfo del millonario republicano. La mayoría fueron contra inmigrantes mexicanos, a los que Trump llamó durante la campaña «criminales» y «violadores». De ahí que la estrategia del Gobierno mexicano se dirija a buscar el apoyo de autoridades locales.

El senador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Luis Sánchez Jiménez, respaldó los planes de la canciller para alcanzar acuerdos que podrían frenar deportaciones, además de fortalecer lazos económicos y sociales entre los dos vecinos. No es lo mismo que un gobernador, un alcalde o un responsable policial protejan o al menos no persigan a los indocumentados que una cacería implacable como la que desarrollaba el tristemente famoso Joe Arpaio, quien después de 24 años como comisario en Phoenix (Arizona) acaba de perder su puesto en las elecciones y se marcha sin arrepentimiento: «No diré que lo lamento. Hicimos nuestro trabajo». Por su fijación en atrapar a inmigrantes irregulares perdió el puesto.

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