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MARÍA MOLINOS
Martes, 18 de octubre 2016, 00:31
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Dos trabajadores murieron ayer por una fuerte explosión y un violento incendio en la sede central de BASF en Ludwigshafen (suroeste de Alemania), una de las mayores factorías químicas del mundo. Se teme además por la vida de otros dos empleados, que permanecían desaparecidos a última hora de ayer. Según la empresa, el incidente no ha tenido repercusiones medioambientales ni sanitarias y no se han detectado niveles elevados de contaminantes ni en el aire ni en el agua del adyacente río Rin.
Los hechos se produjeron a las once y veinte de la mañana, durante unas tareas de mantenimiento en un nudo de tuberías de abastecimiento junto al puerto fluvial de la factoría, según la compañía. Entonces se registró una primera explosión en los conductos por los que se descarga el gas licuado que emplea la planta para su actividad. De inmediato fue alertado el servicio de bomberos de BASF, que llegó al lugar justo en el momento en que se produjo una gran deflagración que desató un importante incendio. Una densa columna de humo negro era perceptible desde varios kilómetros de distancia.
Las autoridades de Ludwigshafen, en el Estado de Renania-Palatinado, y la propia empresa pidieron en un primer momento a los vecinos que evitasen permanecer en el exterior y que mantuviesen cerradas puertas y ventanas por precaución. El Ayuntamiento explicó que varias personas habían denunciado problemas para respirar a raíz de la explosión. No obstante, BASF reiteró en varias ocasiones que sus estaciones móviles no habían registrado subidas de contaminantes en la atmósfera. Además, explicó que habían cerrado las compuertas de su puerto para evitar vertidos al Rin, pero que en el agua tampoco se habían detectado valores anormales de productos peligrosos.
La empresa, que aún no sabe qué productos químicos había en los conductos afectados, aseguró que hará «todo lo posible» para aclarar cuanto antes lo sucedido, según explicó en rueda de prensa el responsable de la factoría, Uwe Liebelt. Se trata, agregó, de «un día triste» para la empresa en el que es preciso centrarse en las víctimas y dejar de lado los importantes «daños económicos» causados por el suceso, algo que a su juicio era ayer «irrelevante». Seis de los siete heridos permanecen ingresados y su estado es grave.
Otra planta afectada
Al lugar de los hechos acudieron 162 bomberos, que lograron controlar las llamas a primera hora de la tarde y confiaban en extinguir totalmente el incendio ya por la noche. Asimismo, se acercaron a la planta de BASF decenas de agentes de policía y personal médico.
El accidente se produjo apenas tres horas después de que tuviese lugar otro suceso en una planta de BASF a apenas 30 kilómetros de la sede central de Ludwigshafen. En este centro industrial, en el que se producen aditivos para plásticos, cuatro personas resultaron heridas, dos de gravedad. Según la compañía, que recalcó que ambos sucesos no guardan relación, un filtro reventó. Tampoco aquí, indicaron, se produjeron daños medioambientales. En total, este gigante químico alemán ha sufrido ya 16 incidentes este año que le han obligado a paralizar su producción, frente a los trece de todo 2015.
BASF, que se dejó ayer un 1,2% en la bolsa de Fráncfort, ganó en 2015 unos 4.000 millones de euros, un 23% menos que el año anterior.
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