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MIKEL AYESTARAN
Domingo, 25 de septiembre 2016, 01:02
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El agua se convierte en arma de guerra en Alepo y los últimos bombardeos y combates han dejado sin suministro a casi dos millones de personas, según el Fondo para la Infancia de Naciones Unidas, Unicef. Los ataques aéreos han dañado la estación de bombeo de Bab al-Nayrab que suministra agua a las 250.000 personas que se calcula sobreviven en los distritos del este, bajo control opositor y cercados por el Ejército, y «como represalia la estación de bombeo Suleiman al Halabi, que también se encuentra en el este, fue apagada, lo que implica el corte de agua para 1,5 millones de personas en la parte oeste de la ciudad», según el comunicado de la representante de Unicef en Siria, Hanaa Singer.
El organismo internacional recordó que «es fundamental para la supervivencia de los niños que todas las partes en el conflicto detengan los ataques a la infraestructura de agua, proporcionen acceso a evaluar y reparar los daños a la estación de Bab al-Nayrab, y pongan en marcha de nuevo el agua en la estación de Suleiman al-Halabi», de lo contrario, tendrán que recurrir a «agua de pozo altamente contaminada».
Desde que el jueves por la noche el Ejército sirio anunciara su plan de «liberar» los distritos del este de manos opositoras, se han intensificado los bombardeos y, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), al menos 32 civiles han perdido la vida en las últimas horas, lo que eleva a más de 120 el número de bajas desde el jueves. Tan solo el viernes 91 personas murieron bajo el fuego de la aviación, según el recuento del principal hospital de la zona opositora, aunque las cifras pueden aumentar debido a la gente que ha quedado bajo los escombros.
Los rescates son casi imposibles debido a los bombardeos y a los problemas operativos de los equipos de rescate de los 'cascos blancos', ya que tres de sus cuatro bases y cinco vehículos han sido alcanzados. El grupo, que acaba de ser galardonado con el 'Nobel alternativo' por su «labor humanitaria», como destacó el jurado de la fundación sueca Right Livehood Award, se considera «objetivo directo» del Gobierno. El Ejército sirio pidió a los civiles que se alejaran de las posiciones de los grupos armados, pero los distritos de la parte oriental están cercados y no hay salida.
Avance del Ejército sirio
Después de más de cuatro años dividida entre Gobierno y oposición, Damasco aplica la misma estrategia empleada en otros lugares como Homs y busca machacar desde el aire para obligar a los grupos armados a negociar una salida. Tras numerosos intentos infructuosos, esta vez la ofensiva parece total y las bombas caen en los distritos de Bustan al Qasr, Al Kalasa, Al Marya, Bab al Nairab, Tariq al Bab o Ard al Hamra. El siguiente paso podría ser la entrada de tropas terrestres, según revelaron fuentes militares sirias a la agencia AFP, para consolidar los golpes de la aviación.
El Ejército, que cuenta en tierra con el respaldo de la milicia libanesa de Hezbolá y las milicias chiíes supervisadas por la Guardia Revolucionaria de Irán, logró hacerse con el control del campo de refugiados palestino de Handarat. Este avance les permite contar con una posición estratégica en el noreste de Alepo para estrechar aún más el cerco a los barrios opositores.
Anteriores ofensivas del Ejército no lograron su objetivo porque los grupos rivales contaban con el apoyo total de la vecina Turquía, a apenas 40 kilómetros de Alepo, pero esto ha cambiado y ahora el presidente Recep Tayyip Erdogan coopera con Rusia, el gran aliado del Gobierno de Damasco, un cambio que puede resultar clave para el devenir de la lucha por Alepo.
Entretanto, una semana después del final de la tregua, los barrios del este de Alepo reciben bombas, no la ayuda humanitaria que Naciones Unidas esperaba distribuir y que se pudre en camiones en la frontera turca. El fracaso del último intento del cese de las hostilidades revela las diferencias entre Rusia y Estados Unidos, que han sido incapaces de aplicar el acuerdo firmado en Ginebra el 12 de septiembre. El distanciamiento entre las potencias comenzó el fin de semana pasado con el ataque aéreo de la coalición que lidera Washington contra el Ejército sirio en Deir Ezzor, en el que murieron 82 soldados. El lunes por la noche llegó el segundo punto de inflexión tras el ataque a un convoy de ayuda humanitaria en la provincia de Alepo del que EE UU culpó a Rusia, aunque Moscú negó cualquier implicación.Pese a que la ONU presiona a Moscú y a Washington y su enviado especial a Siria, Staffan de Mistura, habla incluso de la posible reapertura del proceso negociador indirecto de Ginebra entre régimen y oposición, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, advirtió de que no habrá más altos el fuego unilaterales en Siria.
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