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Dos hombres pasan con su moto frente al camión que transportaba ayuda humanitaria y que fue bombardeado en Alepo.
Siria se queda sin ayuda de la ONU

Siria se queda sin ayuda de la ONU

Naciones Unidas suspende sus labores tras el ataque a un convoy humanitario en Alepo mientras EE UU dice que la tregua «no está muerta»

MIKEL AYESTARAN

Miércoles, 21 de septiembre 2016, 00:49

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Naciones Unidas decidió suspender todas sus operaciones humanitarias en Siria tras el ataque sufrido por un convoy del organismo internacional en la provincia de Alepo. «Por ahora no tenemos una visión global de lo que pasó, pero se ha tomado la decisión de que todas las operaciones humanitarias de convoyes sobre el terreno quedan suspendidas por el momento», anunció Jens Laerke, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA). Al menos 21 personas perdieron la vida, entre ellas el director de la sección local siria de la Media Luna Roja, Omar Barakat, tras un ataque que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) atribuyó a la aviación de Rusia o Siria, pero que ambos países negaron y apuntaron al fuego de los grupos armados opositores como causante.

«Ni la aviación rusa ni la siria llevaron a cabo ningún ataque aéreo contra un convoy humanitario de la ONU en el suroeste de Alepo», declaró el general Igor Konachenkov, portavoz del ministerio, en un comunicado citado por las agencias rusas. Los rusos aseguraron que «hemos estudiado atentamente las imágenes de vídeo de los llamados 'activistas' presentes sobre el terreno y no hemos hallado signos de ataques de armas en el convoy. No hay cráteres y la estructura de los vehículos no está dañada. De hecho, según el Ministerio de Defensa ruso, el convoy atacado en Alepo iba acompañado de una camioneta armada con un mortero y, para defender su postura, el ha subido a internet un vídeo grabado con un dron.

Según Moscú, los combatientes del Frente Fatah al Sham (ex Frente al-Nusra, brazo de Al-Qaida en Siria) lanzaron una ofensiva al finalizar el alto fuego en esa zona, «apoyados por un fuego de artillería y de tanques, así como de diversos modelos de lanzacohetes múltiples».

Los camiones calcinados con la carga que esperaban 78.000 civiles en la localidad de Orum al Kubra, que no ha recibido asistencia desde julio, según la ONU, demuestran una vez más que en Siria no hay líneas rojas. No es el primer convoy de ayuda atacado en estos cinco años de guerra, pero se trata de un momento simbólico ya que el ataque se produjo apenas unas horas después de que el Ejército sirio diera por finalizada la tregua pactada por Estados Unidos y Rusia, que ha estado una semana en vigor.

La aparente calma de los primeros días, en los que no murieron civiles, han dado paso de nuevo a combates y bombardeos intensos a lo largo del país que han llevado a la ONU a suspender sus actividades y pedir una investigación para determinar lo sucedido que «en caso de ser una ataque deliberado contra trabajadores humanitarios, equivaldría a un crimen de guerra», señaló el subsecretario general del organismo internacional para Asuntos Humanitarios, Stephen O'Brien.

El presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Peter Maurer, calificó lo ocurrido de «flagrante violación del Derecho Internacional Humanitario, algo que es totalmente inaceptable» y advirtió de que el no respetar a los trabajadores humanitarios «podría tener serias repercusiones en las operaciones humanitarias en curso, privando por tanto a millones de personas de ayuda esencial para su supervivencia».

Diálogo en Nueva York

Ginebra es el tradicional lugar de encuentro de las potencias mundiales y regionales para hablar de la situación en Siria, pero esta vez la sede elegida es Nueva York donde la guerra de Siria eclipsó al resto de temas en el arranque de la Asamblea General de la ONU. El secretario general, Ban Ki-moon se refirió al ataque al convoy humanitario en su discurso de apertura y dijo que «justo cuando pensamos que no se puede ir a peor, el listón de la inmoralidad se hunde aún más». Ban apuntó directamente al régimen sirio y recordó que «muchos grupos han matado a muchos inocentes, pero ninguno más que el Gobierno de Siria, que sigue lanzando barriles explosivos en barrios y que sistemáticamente tortura a miles de detenidos».

Tras unos últimos días marcados por la guerra dialéctica que sucedió al bombardeo de las fuerzas de la coalición del sábado en Deir Ezzor, en el que murieron más de 80 soldados sirios, los dos protagonistas del acuerdo para el cese de las hostilidades volvieron a verse cara a cara. El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, mantuvieron un encuentro bilateral del que Kerry concluyó que el alto el fuego en Siria «no está muerto» y adelantó que las conversaciones continuarán en esta semana.

Una medida defendida por el presidente Barack Obama durante su discurso ante la Asamblea en el que argumentó que «en un lugar como Siria no se puede alcanzar una victoria militar, y tenemos que continuar con la difícil tarea de la diplomacia que se propone interrumpir la violencia y hacer llegar ayuda a aquellos que la necesitan». Estos llamamientos a la solución dialogada se realizan a miles de kilómetros de un país en el que las armas recuperan el protagonismo perdido durante el breve paréntesis de la tregua.

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