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Milicianos libios muestran las armas incautadas al EI. :: I. Z. / Reuters
EE UU y Rusia estrechan  el cerco sobre el califa

EE UU y Rusia estrechan el cerco sobre el califa

Washington y Moscú se atribuyen la muerte del portavoz del EI, mientras Israel cree un «error estratégico» la destrucción del califato

MIKEL AYESTARAN

Jueves, 1 de septiembre 2016, 00:39

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jerusalén. A las pocas horas de que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) informara a través de la agencia Amaq de la muerte en Siria de Abu Mohamed al-Adnani, portavoz, fundador del grupo y responsable de alentar los golpes en Occidente, EE UU y Rusia se atribuyeron su muerte.

El EI se limitó a señalar que falleció «mientras controlaba las operaciones para rechazar las campañas militares contra Alepo», y a las pocas horas el portavoz del Pentágono, Peter Cook, confirmó en un comunicado que «las fuerzas de la coalición condujeron un ataque aéreo de precisión cerca de Al-Bab, contra Al-Adnani». La sorpresa llegó cuando el Ministerio de Defensa ruso emitió otro comunicado en el que detallaba que un grupo de unos 40 combatientes del EI murieron en un bombardero cerca de la localidad de Um Hoch, en al zona rural de Alepo, y entre los terroristas liquidados se hallaba Al-Adnani. Los ataques son en lugares diferentes de la provincia de Alepo, pero Moscú y Washington se quisieron anotar el tanto.

El EI tiene cada vez más problemas para defender el califato y proteger a sus grandes líderes, con lo que se estrecha el círculo sobre el califa Ibrahim. Los yihadistas reemplazan con rapidez a los cabecillas caídos en combate, pero en apenas unos meses han sufrido la pérdida de su ministro de guerra, Omar Shishani, y Al-Adnani, mano derecha del califa. El iraquí Abu Abdel Rahman Iyad al-Ubeidi y el saudí Abu Mohamed al-Shemali, quedan ahora como los dos lugartenientes del líder y supervivientes del núcleo duro que estableció el califato en junio de 2014.

Imán para los radicales

Taha Sobhi Falaha era el verdadero nombre de Al-Adnani, nacido en la provincia siria de Idlib hace 39 años. Tras la invasión estadounidense de Irak no dudó en cruzar la frontera para unirse a la guerra santa y allí comenzó su relación con Al-Qaida, lo que le llevó a la prisión de Camp Bucca, donde cumplió varios años de condena. Tras el estallido revolucionario en su país natal, regresó para ayudar a formar el Frente Al Nusra, primero, y después el EI. Fue el encargado de anunciar el mundo la proclamación del califato, pero fue sobre todo el responsable de exhortar a los musulmanes de todo el mundo a hacer la yihad en sus países de origen, sin tener que viajar a Siria o Irak. Esta tarea de propaganda la completaba con labores de reclutamiento en todo el mundo y la planificación de ataques como los de París o Bruselas.

Tanto la alianza que lidera Estados Unidos, como Rusia, combaten en Siria e Irak con el objetivo de acabar con el califato antes de final de año. Raqqa, en Siria, y Mosul, en Irak, son los últimos bastiones de los seguidores del califa Ibrahim. Parece que el califato vive sus último días y esto es «un error estratégico» para el profesor Efraim Inbar, del centro de estudios estratégicos israelí Begin Sadat (BESA). Su artículo 'La destrucción del Estado Islámico es un error estratégico' defiende que «no merece la pena malgastar munición con ellos porque pueden acabar desarrollando un rol positivo. El problema real en Oriente Medio es el deseo de hegemonía de Irán y el EI puede ayudar a obstaculizar los planes iraníes». Consultado por este medio, Inbar aseguró que «un califato debilitado es, aunque parezca ilógico, preferible a la destrucción del EI porque el grupo es un imán para los musulmanes radicales de todo el mundo. Estos voluntarios son objetivos más fáciles de identificar allí, lo que ahorra trabajo en inteligencia. Si el EI es derrotado del todo, muchos de ellos regresarán a sus países de origen y generarán problemas».

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