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Peatones caminan por la ciudad de Londres con los edificios más emblemáticos de la City al fondo. :: afp
«¡Por supuesto que el 'Brexit' no es el principio del fin de la UE!»
Los plazos del 'out' La burocracia de la salida

«¡Por supuesto que el 'Brexit' no es el principio del fin de la UE!»

Este reputado jurista francés es uno de los 'padres' del Tratado de Lisboa y su artículo 50, la hoja de ruta que guiará los pasos de la traumática salida de Reino Unido

ADOLFO LORENTE

Lunes, 27 de junio 2016, 03:01

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bruselas. Si algo ha decantado la balanza del referéndum británico en favor del 'Brexit' han sido las emociones y no las razones. Sí o no. Y la vida, casi siempre, es mucho más complicada que apostar por un monosílabo. ¿Y ahora, qué? La incertidumbre es peligrosamente pasional, de ahí los mensajes de prudencia y calma lanzados por líderes como Angela Merkel o el presidente del Consejo, Donald Tusk. «No es el momento de las decisiones histéricas», dijo. Pero la política es pasión y se avecinan horas de grandes titulares y mensajes tremendistas. Así que lo mejor quizá sea tomarse un respiro y escuchar a los juristas, a los que realmente saben cómo resolver este histórico sudoku al que se enfrenta una Europa desorientada. Ahí va la pregunta del millón.

¿Es el principio del fin de la Unión Europea tal y como la conocemos?

¡Por supuesto que no!

El francés Jean-Claude Piris (Argel, 1943) es una de las voces más autorizadas en lo referido al proceso institucional europeo. Estuvo durante muchos años en la sala de máquinas, en la 'cocina' comunitaria. Quien fue director general de los Servicios Jurídicos del Consejo Europeo entre 1988 y 2010 atiende la llamada de EL CORREO para analizar las horas más convulsas que ha vivido la UE desde su fundación hace casi seis décadas. Por primera vez se ha abierto la puerta de salida del club y no, precisamente, para que se marche un cualquiera. Esa puerta se llama artículo 50 del Tratado de Lisboa (2007) y fue redactado, entre otros, por Piris. Él insiste en que no estaban pensando en Reino Unido cuando lo idearon, pero si había algún Estado que tenía todas las papeletas para que esto ocurriera ya saben cuál era.

¿Se esperaba el resultado?

Sí y no, al 50%.

¿Puede provocar un tsunami institucional en la UE?

En la UE, no. Todo está ya previsto. En Reino Unido, quizá.

Jean-Claude Piris valora lo sucedido con enorme tranquilidad, sabedor que lo que se avecina durará tiempo. «Unos dos o tres años para acordar la desconexión y luego, entre cinco y diez para consensuar un nuevo marco de relaciones institucionales, comerciales y económicas entre ambos bloques», explica. Eso sí, no será coser y cantar. «Será extremadamente complicado», advierte. Y no hay que olvidar que hasta que Downing Street comunique formalmente que desea irse y acogerse al artículo 50 no ocurrirá «absolutamente nada» desde el punto de vista jurídico. La vida en la UE burocrática seguirá igual. En la política, evidentemente no.

Uno de los grandes interrogantes que han surgido es qué respuesta debe dar la Unión, si dar un paso rápido y ambicioso en favor de una mayor integración o si plegar velas y hacerse fuerte para al menos salvaguardar lo que queda. Respecto a los llamamientos para hacer una modificación exprés del Tratado incorporando ciertos cortafuegos para fortalecer el club e insistir, por ejemplo, en esa Europa a varias velocidades que tanto vuelve a escucharse y que tendría el euro como eje vertebrador. Piris no es partidario de las medidas en caliente y ni mucho menos de un cambio del Tratado. «No es la respuesta que necesitamos. La UE debe demostrar su valor añadido para adoptar acciones concretas e inmediatas», zanja.

¿Cuáles?

Reformas dirigidas a dos frentes muy concretos: combatir el desempleo y frenar la inmigración ilegal.

Lo que sí tiene muy claro es que no habrá cambios de calado en el entramado comunitario hasta que las elecciones del eje francoalemán, previstas entre mayo y septiembre, hayan pasado. Lo que no descarta es que ambas potencias decidan dar nuevos pasos en el marco de la Eurozona ya que hay medidas que no tienen por qué conllevar un cambio de los tratados. Sin embargo, Berlín ya ha dicho que hasta que no supere el escollo electoral no apoyará el tercer pilar de la unión bancaria: el fondo único de garantía de depósitos. Compartir más riesgos supone limitarlos en cada Estado y la visión alemana nada tiene que ver con la italiana y su endeble banca, por ejemplo.

Respecto a la propuesta francesa de tomar el euro como un nuevo núcleo organizador con un Parlamento propio o un superministro de Finanzas común, el ex alto funcionario asegura que es «ilusorio» porque aunque los 19 países del bloque estén por la labor, los otros Estados que conformarán la Unión a 27 no lo aceptarían. Otra de las grandes ideas surgidas es que los seis países fundadores (Alemania, Francia, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo) decidan volver a los orígenes y retroceder en el tiempo para crear un núcleo común que estaría abierto a nuevos países que estuvieran dispuestos a aceptar las nuevas reglas de juego.

La partida será lenta y complicada, así que mejor ponerse cómodo.

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