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Los referéndum los carga el diablo

Los referéndum los carga el diablo

La UE suma sonoros fracasos en plebiscitos y acumula tres derrotas en las tres últimas citas, Grecia y Dinamarca en 2015, y Holanda en 2016

ADOLFO LORENTE CORRESPONSAL

Viernes, 24 de junio 2016, 00:28

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Quizá la frase que más se repite en Bruselas desde hace ya bastantes semanas es «ya sabemos que los referéndum los carga el diablo». Y el diablo, en materia de plebiscitos, odia a la UE. Todo lo que suene a Europa es apostar a caballo perdedor en consultas que además se mueven más por lo visceral que por lo racional. Lo viene advirtiendo el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker: «Europa no está en su mejor momento». Y lo peor de todo es que no hay visos de que mejore. El referéndum como síntoma.

Ahora, el diablo se ha vestido de 'brexit', pero antes lo hizo de referéndum en Holanda sobre Ucrania (pasado abril); en Dinamarca, para estrechar lazos con Bruselas (diciembre de 2015); en Grecia, para decir 'no' al euro (julio 2015); y antes, por ejemplo, para que Francia y Holanda, dos potencias fundadoras del club, rechazasen en 2005 el proyecto de Constitución europea. Pero vendrán más. Este mismo año, Matteo Renzi se jugará su futuro en un plebiscito sobre la reforma institucional italiana y el polémico primer ministro húngaro, Viktor Orban, quiere consultar si debe asumir o no el acuerdo alcanzando entre los 28 sobre refugiados y que le vincula legalmente. Su estrategia es una cortina de humo populista sabedor del enorme rechazo que sus compatriotas muestran hacia la inmigración.

La UE, de un tiempo a esta parte, no se lleva bien con los referéndums. ¿Por qué? «Es demasiado fácil echarnos la culpa de todo. Es verdad que las cosas se pueden hacer mejor y que la gestión de la crisis económica sigue haciendo mucho daño, pero la enorme irresponsabilidad de los Estados miembros es una de las principales», confiesa a este periódico un alto cargo comunitario. «Un ejemplo es España -explica-. Mucha gente o se abstiene o usa los comicios para castigar al partido de Gobierno porque ven a Bruselas como algo demasiado lejano y siguen sin entender lo relevante que es para su día a día».

«Europa se ha convertido en un saco de boxeo de todos los problemas de las sociedades modernas», recalca a este periódico Francisco de Borja Lasheras, director de la oficina del European Council of Foreign Relations en Madrid. «Los referéndum se han convertido en un instrumento de castigo hacia los gobiernos nacionales y contra las élites. Mira el caso de Holanda. ¿Quién votó pensando en el acuerdo de asociación con Ucrania? Se han convertido en instrumentos antiglobalización movidos por intereses cortoplacistas», explica antes de señalar la crisis de los Estados-nación como una de las claves de los males de Europa.

Vuelta al nacionalismo

Según un informe elaborado por el servicio de estudios del Parlamento Europeo, desde 1972 se han realizado en los Estados miembros 54 referéndum relacionados con la UE. Irlanda, Dinamarca y Suiza suman 25. Entre ellos, algunos de enorme relevancia. Por ejemplo, en el caso irlandés, sus habitantes tumbaron los tratados de Niza (2001) y Lisboa (2008) en un primer momento. Luego, tras negeociar varios cambios, los ciudadanos los ratificaron. Lo mismo ocurrió con Dinamarca y el Tratado de Maastrich, que en 1992 lo rechazó y en 1993 lo avaló. Ya en 2000, rechazaron formar parte de la moneda única. Respecto a Suiza, tanto en 1997 como en 2001 sus habitantes rechazaron presentar la candidatura para formar parte del club de clubes.

Del total de 54, los países dijeron 'no' a Europa en 15 ellos. Así ocurrió en los tres últimos: Grecia, Dinamarca y Holanda. La dinámica, como se ve, no era la mejor para abrir el melón del 'brexit'. Pero más allá del caso británico, el problema es que nadie duda de que vendrán más plebiscitos, más saltos al vacío.

Bruselas quizá tenga bastante culpa, pero la crisis por la que atraviesa el proyecto comunitario también se debe a los propios Estados miembros, como explica a este diario Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano. «Han abusado del 'blame avoidance' con Bruselas (eludir la culpa) y del TINA (siglas inglesas del tatcheriano 'no hay alternativa') para sus reformas internas impopulares», explica. «Además -apostilla-, carecen de una auténtica agenda europea y en algunos casos se alimentan de la retórica antiBruselas». «La lógica tecnocrática se retroalimenta con el populismo euroescéptico a derecha e izquierda», recalca.

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