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Enfrentamientos entre manifestantes y policías durante una manifestación en Burdeos. :: GEORGES GOBET / afp
La salida a la crisis social causa fisuras en el Gobierno francés

La salida a la crisis social causa fisuras en el Gobierno francés

Allegados de Hollande piden una solución negociada tras la octava jornada de paros y manifestaciones de un desafío que no cede

FERNANDO ITURRIBARRÍA

Viernes, 27 de mayo 2016, 00:30

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Aunque mantiene un discurso intransigente, el Gobierno del socialista Manuel Valls busca una salida a la crisis social, por la vía de mejoras negociadas al proyecto de reforma laboral sugeridas por allegados al presidente François Hollande, ante la evidencia de que el desafío sindical no va a ceder antes del inicio el 10 de junio de la Eurocopa de fútbol. La octava jornada de lucha en dos meses y medio de protestas se saldó ayer con disturbios en París, donde fueron detenidas 16 personas, e incidentes en otras capitales como Nantes o Burdeos, ciudad esta última en la que un centenar de individuos atacó una comisaría. En París se manifestaron entre 18.000 y 19.000 personas según el cómputo de la policía, que los sindicatos elevaron a 100.000, en la tónica de movilización moderada de las últimas semanas.

La monolítica firmeza gubernamental ha experimentado en las últimas horas fisuras delatoras de disensiones tácticas entre quienes se muestran abiertos a revisar el texto y los que se aferran a una posición inflexible de fachada. Las declaraciones contradictorias se han centrado en torno al discutido artículo 2 del proyecto, pilar filosófico de la ley, que instaura la prevalencia de los acuerdos en las empresas sobre los convenios sectoriales aunque sean menos favorables a los trabajadores.

Las discrepancias se plasmaron en una elocuente secuencia de dos entrevistas en directo prácticamente simultáneas por televisión. Valls apuntó en la cadena BFMTV que el texto podría ser mejorado y modificado pero que conservaría la misma filosofía y no sería retirado. Minutos después el ministro de Finanzas, Michel Sapin, cercano a Hollande, planteó que quizás habría que tocar el artículo 2 de la discordia. El primer ministro, al comunicarle su entrevistador el desmarque de su subordinado, replicó de inmediato que «no se tocará» su redacción. Desde Japón, donde asiste al G7, Hollande zanjó que Valls dijo «lo que había que decir».

Luego en el Senado Valls declaró que el Gobierno «respetará siempre» el derecho a la huelga y a manifestarse, pero no a organizar bloqueos que impidan ir a trabajar o la libertad de circulación. «No dudaré en utilizar todos los medios que da el Estado de derecho», señaló antes de criticar a la central CGT, líder de la protesta, por ser «una organización minoritaria que no ha conseguido doblegar al Gobierno».

La ceremonia de la confusión en la cúpula socialista esconde las maniobras en pasillos a la búsqueda de la puerta de salida a un conflicto que se endurece y amenaza con colapsar sectores neurálgicos como los transportes y la energía en vísperas de la Eurocopa. El diario 'Le Monde' reveló la existencia de discusiones entre el Elíseo, el Gobierno, la dirección del Partido Socialista y los presidentes de sus grupos parlamentarios sobre la evolución del artículo de marras sin contrariar a la CFDT, el sindicato afín, partidario de la primacía de los acuerdos empresariales sobre los sectoriales.

La edición impresa del periódico no salió a la calle, al igual que ocurrió con las demás cabeceras de tirada nacional excepto el comunista 'L'Humanité', el único que aceptó publicar un artículo impuesto del secretario general de la CGT, Philippe Martínez. El sindicato de editores denunció el bloqueo de las rotativas en lo que interpretó como un chantaje contrario a la libertad de prensa.

Refinerías paradas

La octava jornada de lucha compensó con bloqueos, cortes de carreteras, escasez de combustibles y paros en puertos y centrales nucleares la limitada participación en las manifestaciones callejeras. Un 20% de las gasolineras, frente al tercio de la víspera, siguió sin existencias mientras seis de las ocho refinerías del país continuaron paradas. Diez de las 19 centrales nucleares registraron bajadas en la producción de energía pero sin que se produjeran interrupciones del suministro eléctrico. Los huelguistas provocaron cortes de corriente localizados a algunos edificios públicos como ocurrió en Lorient con la subprefectura y los juzgados.

Los piquetes levantaron a lo largo del día sin intervención de las fuerzas de orden público las barricadas que habían colocado en puntos viarios estratégicos como los puentes de Tancarville y de Normandía o los accesos al aeropuerto de Nantes. El corte de la autopista entre Lille y Dunkerque provocó un embotellamiento de quince kilómetros y los atascos en los alrededores de Toulouse alcanzaron los 56 kilómetros.

En la dársena de Fos-sur-Mer 21 buques esperaban fondeados a que finalizara la huelga de estibadores en el puerto de Marsella. En ese punto un sindicalista de la CGT de 51 años resultó herido de gravedad al ser atropellado por un automovilista que forzó un bloqueo y luego se entregó en comisaría. En Vitrolles hubo cuatro heridos leves en un incidente similar con un camionero.

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