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De la encerrona turca al avispero libio

Tusk ya habla de ayudar a Italia y Malta para evitar que la ruta del Mediterráneo central reproduzca los errores de los Balcanes

ADOLFO LORENTE

Jueves, 14 de abril 2016, 00:34

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Si alguien piensa que la crisis de los refugiados comenzó el principio de su fin con el acuerdo alcanzado entre la UE y Turquía el 18 de marzo, se equivoca de plano. Quedan muchos meses de tensiones, quizá años, así que mejor asumir la realidad cuanto antes. Porque a la ruta de los Balcanes le seguirán otras. Y cuando éstas se taponen, se idearán otras diferentes. Así lo advirtió ayer el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que ya comenzó a hablar de prestar ayuda a Italia o Malta porque la reactivación de la llamada ruta del Mediterráneo central.

Libia es un avispero y ya no está Muamar el Gadafi para blindar sus fronteras previo acuerdo con Silvio Berlusconi. Eran otras tiempos. «Piensen en la ruta del Mediterráneo central, el número de migrantes que se acumulan en Libia es alarmante y debemos prepararnos para ofrecer ayuda a Italia si la pide. Y aquí, dada la inestabilidad política del país, no vamos a poder copiar el acuerdo que hemos alcanzado con Ankara», alertó Tusk.

Lo hizo en el Parlamento Europeo, en el marco de un acalorado debate en el que también participó el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y que sirvió para varias cosas. Primero, para que Tusk lanzase su particular aviso a navegantes; segundo, para que muchos sectores de la izquierda volvieran a denunciar la ilegalidad del pacto; tercero, para que grupos como el liberal advirtiesen del peligro de depender en exceso de Erdogan; cuarto, para que los euroescépticos se burlasen de la incapacidad de los 28; y quinto, para que los defensores del acuerdo entre Europa y Turquía, con sus líderes a la cabeza, asumieran que es un mal menor, que era la única opción para intentar acabar con el drama humanitario que estaba asfixiando a Grecia y fracturando políticamente al conjunto de la UE.

«Siempre he pensado que es una ilusión peligrosa creer que existe una solución ideal 100% eficaz. Quiero decir a todos los buscadores del Santo Grial político que nunca lo encontrará. Las soluciones idóneas y sencillas son difíciles de encontrar y, en este caso, son virtualmente imposible», recalcó el líder comunitario.

No se quedó aquí y protagonizó un sorprendente derroche de sinceridad al asegurar que comparte algunas de las dudas éticas e incluso legales que han surgido al respecto. Una confesión al hilo de las críticas de numerosas ONG o incluso de la propia ONU.

Pese a todo, el ex primer ministro polaco se puso en primera fila de la manifestación para defender el acuerdo y recalcar que lo firmado cumple a rajatabla con el derecho internacional y el respeto a los derechos humanos. Eso sí, sobre el papel, habrá que ver cómo se desarrolla, sugirió. Para corroborar que el pacto funciona, tiró de estadísticas para recordar que en enero, llegaron desde Turquía 70.000 personas; en febrero, 50.000; 30.000 en marzo y en lo que va de abril, sólo mil. «Si en mitad del invierno llegaron 70.000, ¿cuántos hubiesen llegado en abril si no hacemos nada?», preguntó a los asistentes.

Las mafias, 7.000 millones

Respecto a la ruta del Mediterráneo central, señaló que hay llegado en torno a 20.000 personas en lo que va de año procedentes de Nigeria, Gambia, Guinea o Somalia. No son sirios, pero todo apunta a que sí lo serán a corto plazo. «En los Balcanes actuamos demasiado tarde y hubo que cerrar fronteras interiores poniendo en entredicho el futuro de Schengen. Por eso es necesario cooperar con Italia y Malta, para evitar que este escenario se repita», dijo.

En este sentido, el ex primer ministro polaco advirtió de que no hay soluciones mágicas y que la futura guardia de fronteras europea no estará lista hasta el año que viene y que se deben tomar decisiones sobre qué actitud adoptar. Tusk lo tiene claro: apertura y mano tendida, sí, pero control de las fronteras exteriores y seguridad. Sólo así se garantizará el futuro de Schengen, uno de los grandes logros europeos y que cada vez están más en cuestión por lo vivido todos estos meses.

El mejor ejemplo de que se barruntan momentos delicados es la predisposición del Gobierno de Austria de blindar su frontera con Italia sabedor de que la ruta del Mediterráneo central será el próximo gran quebradero de cabeza de los Veintiocho en esta dramática crisis humanitaria.

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