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La soldado que denunció dos agresiones sexuales en el acuartelamiento de Bobadilla declaró ayer en el Juzgado de Instrucción número 1 de Antequera, que investiga una de estas supuestas violaciones, concretamente la que tuvo lugar el pasado mes de diciembre y en la que habría participado un número indeterminado de personas tras emplear algún tipo de narcótico para anular su voluntad. En su declaración ante el juez, que se ha prolongado durante aproximadamente una hora, la denunciante ha identificado a cuatro posibles implicados en la agresión sexual grupal, según ha explicado el letrado Javier Rincón, de Rinber Abogados, despacho que representa a la víctima. «Ha podido señalar sin dudas y de manera contundente a dos de sus compañeros, y no con tanta certeza a otros dos», precisó al salir de los juzgados.
El letrado calificó de «muy satisfactoria» la comparecencia de la denunciante, ya que «se ha sentido con fuerza para explicar todo lo que ocurrió». La soldado ha aportado nuevos detalles al relato de los hechos que se configura a partir de las sucesivas declaraciones que ha ido prestando en comisaría. «No es que haya recordado ahora, ella tenía los nombres desde el principio y de hecho se los mencionó a la policía, pero les pidió tiempo porque no estaba del todo segura», aseveró Rincón. Según ha explicado la militar en su declaración, las técnicas de relajación empleadas por los psicólogos –está siendo tratada por tres: uno particular, otro de la Junta y el tercero, del Defensa– la están ayudando a recordar matices de lo que sucedió aquella noche al volver al acuartelamiento de Bobadilla tras celebrar la fiesta de la patrona del Ejército del Aire.
Al parecer, la denunciante ha profundizado en la última declaración que prestó en comisaría, la del 16 de enero, recordando las luces de la habitación, a ratos encendida y a ratos apagada, la respiración profunda de uno de los sospechosos junto a su boca y su oreja, y los tirones del brazo que le daba otro de los individuos para cambiarla de postura.
La joven, que sigue de baja por «contingencia profesional», mostró al juez su convencimiento de que fue drogada. Dijo que lo supo desde la mañana siguiente, nada más levantarse, por las sensaciones que tenía. Esas sospechas se acrecentaron al dar positivo en barbitúricos en un test que le proporcionó un compañero, si bien el detector llevaba años caducado. Sin embargo, la analítica de sangre y orina que se hizo unos días después dio negativo, por lo que el juez está a la espera de recibir el resultado de las muestras de cabello que tomaron a la denunciante.
Su abogado anunció ayer un «vuelco» en el curso de las investigaciones: «Algunos van a pasar a tener la condición de investigados». Rincón añadió que continúan a la espera de las pruebas de ADN realizadas a nueve soldados del acuartelamiento, que se cruzarán con el perfil genético del semen hallado en las medias y el pijama de la víctima.
Para el letrado, el resultado de las declaraciones de ayer (también testificaron cuatro testigos, tres de ellos militares y un civil) es «positivo», ya que ahora tienen «nombres y apellidos» de los sospechosos. «Salimos más cerca de la verdad de lo que hemos entrado aquí», sentenció.
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