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La muerte a tiros de un perro salvaje reaviva la polémica en Churriana

La muerte a tiros de un perro salvaje reaviva la polémica en Churriana

Los cazadores consideran que el can, un cruce de dogo o pitbull, era el líder de una manada que campa por el coto, aunque los ecologistas lo dudan

Ignacio Lillo

Málaga

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Sábado, 14 de abril 2018, 01:14

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En los últimos meses han aparecido en la Sierra de Churriana los cadáveres de al menos siete ejemplares de cabras montesas descuartizados, unas acciones que tanto los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta como los responsables del coto han relacionado desde el principio con una manada de perros salvajes. En cambio, los ecologistas no comparten esta versión y creen que es más probable que estas acciones se daban a la mano del hombre. La polémica se ha reavivado ahora, tras conocerse que cazadores abatieron en enero al que estaba considerado el líder de la manada, supuestamente formada por unos seis o siete canes, a los que se relaciona con la muerte de los rumiantes para comer.

Se trataba de un ejemplar joven, de unos 30 kilos, mestizo de varias razas, pues tiene rasgos de dogo y pitbull, entre otras. En todo, caso, uno de los autores de la captura aseguró a SUR que no era un perro perteneciente a rehalas, formadas generalmente por podencos, sino de guarda, doméstico y previsiblemente liberado por sus dueños en el monte. Además, no tenía chip. «No teme al hombre porque ha convivido con él, pero desarrolla el instituto de caza», explicó.

La jauría sigue activa y el guarda ha podido observar con prismáticos hasta siete canes que campean por el coto. A petición de la sociedad de cazadores de Churriana, miembros de la Federación Andaluza en Málaga acudieron a la finca, y descartaron que se tratara de furtivos, pues los restos de los animales estaban devorados a mordiscos y con desgarros, según esta versión, pero sin rastro de armas. Estas fuentes indicaron además que el can se encaró con quienes lo descubrieron, y recordaron que todos los medios de captura en vivo en el medio ambiente están actualmente prohibidos por la legislación.

Este no es un caso aislado. Los cazadores advirtieron de que es cada vez más habitual encontrar perros asilvestrados formando jaurías, en puntos de la Costa como los montes de Benalmádena y Torremolinos. En estas zonas también se han encontrado cadáveres de animales cinegéticos con los mismos síntomas que los de Churriana. De hecho, cada vez con más frecuencia son requeridos por los agentes de medio ambiente de la Junta. «Son un problema bastante importante en el campo, para las demás especies y para los senderistas, un día puede haber un susto».

Dudas de los ecologistas

En cambio, los ecologistas dudan de esta versión oficial. Mari Cruz Torres, secretaria de la asociación ecologista Ciriana, que desarrolla su actividad en Churriana y acude con frecuencia a la sierra, recordó que, de entrada, este es el único perro que los cazadores dicen haber abatido desde enero, de esa supuesta jauría, mientras que ellos sólo han podido localizar a dos pequeñas podencas asustadizas, pero ni rastro de grandes canes.

Por ello, insiste en reclamarle a la Delegación de Medio Ambiente las necropsias de las cabras, tanto la que apareció moribunda, y cuyo fallecimiento los técnicos medioambientales achacaron a una enfermedad; como de los restos supuestamente devorados. «Nadie en las urbanizaciones ni en nuestras batidas ha visto esa jauría». Además, aseguró que biólogos de la UMA les han dicho que no hay signos de mordeduras sino más bien de haber sido cortadas con un cuchillo. «La Junta de Andalucía vuelve a incurrir en el silencio administrativo y lo vamos a denunciar por otras vías».

La situación no ha terminado, aunque se ha rebajado. El último caso se produjo entre Churriana y Alhaurín de la Torre, hace en torno a un mes y medio. «Los vecinos estamos vigilando cada fin de semana, pero no hemos visto nada». Por su parte, Carmen Manzano, presidenta de la Protectora de Animales de Málaga, tras revisar las imágenes, lo identificó como un posible cruce de mastín con dogo o pitbull, y llamó la atención sobre el hecho de que el perro abatido era un ejemplar joven. Al tiempo, mostró su extrañeza por el hecho de que no se apreciaran cicatrices de peleas (para lograr el liderazgo), sino que tenía «buen aspecto».

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