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El Ayuntamiento de Alhaurín volverá a ser el escenario de una moción 17 años después.
Alhaurín El Grande, otra vez en el centro

Alhaurín El Grande, otra vez en el centro

Los vecinos viven con resignación los vaivenes que azotan la vida política del municipio

Iván Gelibter

Lunes, 16 de enero 2017, 00:42

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No hay cliché más repetido y recurrente que decir que la historia es cíclica, y que los que participan en ella si no tienen memoria están condenados a repetirla. En el caso de Alhaurín el Grande, una vez más, este postulado es tan cierto como que el próximo día 25 habrá una moción de censura, aunque en este pueblo el problema no es que sus vecinos y políticos hayan olvidado su pasado, sino por la razón contraria. Las rencillas personales, los rencores profundos y los odios irreconciliables han dirigido, desde el año 1987, los principales eventos políticos de la localidad, entre los que hay que contar, además las dos mociones de censura de 1986 y 2000 (ambas contra el PSOE), el elemento de la corrupción que llevó en 2007 a la detención y posterior condena de Juan Martín Serón por el caso Troya, así como a las venganzas personales entre familias políticas y la enquistada red clientelar del municipio, en el que más del 85 por ciento de la plantilla municipal no son funcionarios, sino personal fijo o temporal.

«Alhaurín es siempre así;yo tengo 70 años y he votado más veces por afinidad personal que ideológica», explica Pedro, un vecino del pueblo que, como es habitual, ni quiere decir su apellido ni posar para una foto. La conversación se mantiene en un bar de la localidad, y baja el volumen cuando se le pregunta por el tema. «Aquí ya sabes que estos asuntos no se pueden comentar con todo el mundo. Si tú o alguien de tu familia depende de un trabajo del Ayuntamiento pues te obligan a firmar que estás en contra, y todos saben lo que piensas. Si por el contrario tienes una opinión muy negativa o algún odio público con esta gente, da igual que lo confirmes públicamente. Pero la gran mayoría de vecinos no estamos en esos bandos, así que preferimos callarnos y no enemistarnos con nadie», explica. Antes de terminar la conversación, casi entre susurros, Pedro sentencia: «a mi no me parece mal la moción, entre nosotros. Pero yo nunca he votado a la gente de Juan Martín», matiza.

Historia

El relato de Pedro es muy similar al que hacen la mayor parte de los vecinos, que insisten en que esto viene del año 1986, cuando tres ediles del PSOE se aliaron con los independientes para desbancar, mediante una moción de censura, al alcalde socialista Francisco Jiménez Díaz, entregando el bastón de mando a José Ortega Pérez Pirolo. El segundo capítulo llegó en el 2000, cuando Martín Serón pactó con el PP, liderado por Pirolo su enemigo histórico, para presentar una moción de censura contra el PSOE de Miguel de la Rosa y desalojarlos del poder. Martín Serón se convirtió en alcalde y se hizo con las riendas del PP en la localidad, lo que hizo que Pirolo abandonara las filas populares.

«Esto es como la venganza del Conde de Montecristo», dice locuaz Toñi, que se llama como la alcaldesa y la apoya en lo que está ocurriendo. «El PSOE ha sufrido esto dos veces en su historia, y entiendo que ahora que tienen la oportunidad quieran hacer tambalear al gobierno. En especial gente como Conejo (por Francisco Conejo, portavoz socialista en la Diputación), que lo han considerado siempre como una afrenta. Pero la alcaldesa no es Martín Serón ni Pirolo, y creo que lo está haciendo bien», justifica.

«Esta es la imagen que siempre hemos dado, y parece que no hemos aprendido», dice Fran, que tiene algo menos de 30 años. «Yo no viví la primera moción, y de la segunda apenas si me acuerdo. Pero por eso yo aquí en las municipales nunca voto. Me parecía una vergüenza que un alcalde condenado siguiese en su puesto, pero los de enfrente, aunque no sean corruptos, son unos ineptos; también se han peleado entre ellos y ahí están con varias facciones. Es para pasar de todos, y eso es lo que haré, una vez más, en las elecciones de 2019», afirma. Pese a esta opinión, Fran tampoco se deja fotografiar. «No, no, que tengo familia trabajando en el Ayuntamiento, y tampoco puedo decir estas cosas en un periódico con mi cara», reconoce en un tono de preocupación.

Mientras los dos bandos empiezan a armarse para la batalla de los próximos días que se inicia con el pleno ordinario de hoy, los vecinos viven con resignación esta tercera moción en seis lustros. Los protagonistas han cambiado al menos un poco, pero la enemistad parte de los mismos pozos oscuros de odios y venganzas personales. Y todos tienen una opinión, aunque no quieran compartirla con quienes observamos.

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