Secciones
Servicios
Destacamos
Iván Gelibter
Lunes, 28 de marzo 2016, 00:34
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Aquel día de 1922 el Puerto de Málaga presentaba un aspecto que probablemente distaba en muy poco de otras jornadas similares en aquellos tiempos. Lejos de pensar que aquello tenía algo que ver con enormes cruceros con tres o cuatro piscinas y un casino, tiendas de lujo, o restaurantes con estrellas Michelin, el muelle era un espacio en el que se mezclaba el comercio y la pesca, pero también los grandes barcos que partían hacia el otro lado del océano Atlántico.
Con destino a los países latinoamericanos, cientos y miles de personas iban buscando una posibilidad de futuro para sus hijos; una forma de escapar de un país que apenas avanzaba; o incluso partían por las historias atractivas de mejor calidad de vida que contaban los familiares y amigos que ya estaban en allí.
Argentina, Chile o Uruguay eran algunos de estos países a los que llegaban tanto malagueños como muchos otros españoles que se fueron en aquellos años. Fue precisamente al país del Río de la Plata al que Ana Moreno Aguilar partió aquel 1922, con tan solo seis años y acompañada de su familia. Naturales de Villanueva de Tapia, pueblo al que Ana siempre ha llamado el pueblecillo, su padre, Pedro Moreno Escobar, nació en la casilla de los peones camineros, en el Hoyo de la Turca cerca del Ventorrillo, mientras que su madre, Ana Aguilar González, nació en la calle del Gato, hoy llamada Santa María. Pedro y Ana tuvieron en Málaga cuatro hijos, María, Ana, Isidora y Miguel, y con ellos tomaron la determinación de irse a Argentina, donde nació otra hija más, Petra.
Aunque a su familia no le iba mal del todo sus descendientes relatan que tenían una casa, una mula y cabras, la tentación de la llamada de la aventura provocó que se fueran a Mar del Plata, siempre aconsejados y animados por un hermano de Pedro, que llevaba varios años en una ciudad con parecidos más que razonables con la Málaga actual: una urbe de tamaño medio, a 500 kilómetros de Buenos Aires, con salida al mar y en la que actualmente su economía también está muy basada en el turismo.
Como todos los emigrantes de aquellos años y probablemente los de cualquier época, sus incertidumbres eran muchas, pero sus sueños y esperanzas estaban por encima de todo eso. No fue sencillo, por supuesto las cosas, al principio, estuvieron muy por debajo de las expectativas que les habían creado. Pese a ello, esta familia de Villanueva de Tapia salió adelante y comenzó a formar su historia al otro lado del océano.
Un viaje de ida y vuelta
Ana Román Aguilar, varios años después, se casó en Argentina con Clemente Carmona Sáenz, también hijo de andaluces. Tuvieron tres hijas: Hilse, Norma y Silvia. Coincidiendo con el centenario de Ana, las tres hermanas le rindieron el pasado fin de semana un gran homenaje por su siglo de vida, en una celebración en la que estuvieron junto con sus nietos, bisnietos, sobrinos, y primos de esta «gran mujer», como la califican sus familiares. «Mi tía es fuerte, muy fuerte, y con tesón, sacrificio, llena de amor y bondad, y siempre junto a mi padre, lograron formar una hermosa familia», cuenta su hija, Silvia.
Sin embargo, los ciclos económicos y políticos y los contextos geopolíticos no solo cambian la historia, sino que pasan de un lado a otro el peso de la balanza del bienestar. Durante los peores años de la crisis argentina, Ana tuvo que ver como varios miembros de su familia (dos hijas, un yerno, varios nietos y bisnietos) dejaron lo que un momento fue un paraíso terrenal; y aunque cambiando el barco por el avión, lo cierto es que revivieron la misma situación de Ana 80 años antes, y regresaron a Málaga, ciudad en la que viven «felices», y en un país al que ya consideran el suyo, especialmente por la facilidad de arraigo entre territorios hermanos.
Aunque no estuvieron presentes todos los miembros de la familia, muchos de los residentes en España sí viajaron a Mar del Plata este mes para estar con la matriarca en un festejo que fue aprovechado para rendir homenaje a una historia, ésta, que es la de muchos y muchas españoles y argentinos cuyas generaciones han tenido que cruzar el Atlántico para poder seguir siendo felices.
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.