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Mónica Vargas, en una visita esta semana a un popular local de París.
Mónica Vargas: «En Ronda puedes improvisar y tomarte una caña; aquí hay que avisar una semana antes»

Mónica Vargas: «En Ronda puedes improvisar y tomarte una caña; aquí hay que avisar una semana antes»

Esta trabajadora social emigró a París para trabajar de camarera y aprender francés, pero el amor y la estabilidad que no halló en su tierra hicieron de la ciudad su nuevo hogar

J. J. Buiza

Lunes, 14 de diciembre 2015, 17:02

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Han pasado ya ocho años desde que Mónica Vargas abandonó su Ronda natal rumbo a París con la idea de vivir una aventura y aprender francés. Por aquella época trabajaba en el Restaurante Tragabuches y, a través de un amigo francés, supo de un conocido que buscaba a una camarera para su restaurante de la capital gala. «No dudé un momento en irme, pues uno de mis sueños era vivir durante una temporada en París». Aunque por aquel entonces no podía ni imaginar que sería allí donde encontraría el amor y un nuevo hogar, que en nada se parece a la ciudad en la que creció, con sus ventajas y sus inconvenientes.

A sus 32 años, Mónica vive hoy en París con su marido y su perra Lola. En estos momentos se recupera de un problema de salud, pero pronto espera volver a ejercer como trabajadora social, después de que hace tiempo que decidiera abandonar el ramo de la hostelería. «Me siento muy afortunada porque sé que cuando pueda reincorporarme a la vida activa encontraré fácilmente un puesto de empleo. Cuando me reciclé y terminé los estudios en Trabajo Social sólo tardé 15 días en encontrar un trabajo, algo impensable hoy en día en España en el sector social», apunta esta antigua alumna del colegio Vicente Espinel y vecina de la barriada de la UVA.

Pese a que en el momento de emigrar solo tenía pensado quedarse uno o dos años, las circunstancias fueron otras y terminó por echar raíces en París, a pesar de que al principio el proceso de adaptación no fue fácil. «Es cierto que los primeros años tenía una morriña considerable y echaba mucho de menos a la gente a la que dejé, el tiempo y, en definitiva, la forma de vida, pero poco a poco te vas adaptando y construyes tu rutina aquí». Francia no era un país desconocido para Mónica, porque tiempo atrás había pasado tres meses en el sur con una beca Leonardo (también pasó otros tres meses trabajando en Inglaterra).

El paso del tiempo le han hecho amar más todavía un país y una ciudad única en el mundo. «Una de las grandes ventajas de París es su carácter dinámico y la gran cantidad de oportunidades que tiene. Me agrada el que sea una ciudad cosmopolita, que acoja a tantas culturas. También es increíble la oferta cultural y cómo la protegen», resalta esta joven amante de la lectura, los viajes y la buena gastronomía.

Entre las desventajas, cita «los de todas las grandes ciudades», entre ellas el tiempo que se pierde en los trayectos en el metro y el cielo gris, «demasiado presente», y nada que ver con el de su querida Ronda, de la que echa de menos muchas cosas, empezando por su familia y sus amigos, pero también «levantarte y dar por supuesto que va a brillar el sol sobre el cielo azul».

Fácil adaptación

Mónica ha aprendido a apreciar el carácter de los franceses, a quienes define en general como gente elegante, que guarda mucho las formas y a quienes le gusta conversar y «reunirse con amigos alrededor de una buena mesa para arreglar el mundo y quejarse un poco, les encanta quejarse, 'râler', dicen ellos, que es su deporte nacional».

Sin embargo, el modo de vida en poco se parece al de su tierra andaluza. «En resumen el ambiente y lo amable del día a día en nuestra ciudad con menos prisas, que deja más lugar a la improvisación. En Ronda, sin planearlo puedes salir a tomarte una caña con alguien si haberlo planificado, aquí tienes que avisarlo una semana antes».

Tal vez por eso, entre las nuevas amistades que ha hecho en París no solo hay franceses, sino también españoles de distintas regiones y personas de otras nacionalidades, toda una mezcla «muy enriquecedora» para una persona como ella, que adora empaparse de las tradiciones y las culturas del mundo.

Aunque la nostalgia a veces la invade y espera algún día volver a Ronda, no es algo que entre dentro de sus planes en un futuro inmediato: «Más tarde me gustaría si el panorama laboral y económico del país cambia y ofrece más oportunidades y más seguridad laboral. No me gustaría dejar la vuelta para la jubilación».

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