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MORDAZA

ARANTZA FURUNDARENA

Jueves, 19 de octubre 2017, 00:30

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Siempre he rebatido con vehemencia e indignación ese planteamiento machista que convierte a toda mujer triunfadora en presunta trepadora y sospechosa de haber concedido algún rentable favor sexual. Aunque haberlas haylas (igual que hay hombres pelotas y lameculos), mi experiencia me lleva a pensar que el mundo está plagado de trabajadoras que han logrado una posición destacada gracias a su talento y esfuerzo. Es más, quiero pensar que el planeta está lleno de mujeres dispuestas a denunciar y dejar en evidencia al primer cerdo que se cruce en su camino. Por eso lo de Hollywood (esta reciente campaña para proclamarse víctimas de acoso y agresiones sexuales por parte de actrices famosas) me deja de piedra. No el hecho de que denuncien ahora, sino que no lo hubieran hecho antes.

Al final va a ser cierta esa repugnante teoría de que todas las estrellas del celuloide han conseguido llegar a la cumbre gracias a que han callado o consentido los abusos y humillaciones de algún rijoso productor... No sé qué debería preocuparnos más, si que exista un tipejo miserable decidido a aprovecharse de sus empleadas o que haya cientos de mujeres dispuestas a soportarlo en silencio para seguir ascendiendo. O, como ellas mismas explican, por temor a ver truncada su carrera. Entiendo que el miedo ante una navaja o una pistola te paralice. Pero el temor a 'ver truncada tu carrera' no me parece un arma lo suficientemente disuasoria. A menos que antepongas tu ambición profesional a todo lo demás.

Veo que entre las víctimas figura, en lugar destacado, Reese Witherspoon. Y quiero pensar que entonces tenía una mánager distinta a la que yo conocí. Aquélla era una auténtica fiera. Y consideraba una humillación hacia su representada cualquier pregunta que le plantearas fuera del guion promocional de su película... Es estupendo que tantas actrices de peso denuncien por fin haber sido víctimas de abusos. Pero sería mucho mejor que lo hubieran hecho en su momento. Al cerdo le habría llegado su San Martín mucho antes. Se habrían evitado víctimas, y el peligro de que las actuales aspirantes razonen a lo Escarlata O'Hara: «Ya lo denunciaré mañana... Cuando sea una estrella».

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