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El hogar elegante del diseñador Miguel Ángel Ruiz

El hogar elegante del diseñador Miguel Ángel Ruiz

El decano de los modistos malagueños hace gala de su faceta de artista total en una casa volcada en la cultura

Lorena Codes

Lunes, 3 de agosto 2015, 00:16

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La coherencia es un bien escaso en estos días. Más aún en la esfera pública, cuando se está bajo el foco. Entre lo que se dice, lo que se hace y lo que se muestra hay demasiados trechos. El diseñador malagueño Miguel Ángel Ruiz es un hombre extrañamente congruente. Sea o no de forma voluntaria, su forma de entender la moda se traslada a otras esferas de su vida con los mismos códigos y semejantes reglas. Sin haber asistido ni a uno sólo de sus desfiles, sin haber pisado su atelier situado en la céntrica plaza de Uncibay, cualquier persona podría intuir cómo son los diseños del modisto después de visitar su hogar. Se trata de una vivienda de dos plantas a la que se trasladó en el año 1997 con la intención de situarse a medio camino entre su lugar de trabajo y el de su mujer, que es maestra. Anteriormente el matrimonio vivió en un piso en Málaga capital, que aseguran era todo lo contrario a su hogar actual: «La decoración de aquella casa era mucho más sofisticada y fría, en tonos grises y con muebles lacados, de metacrilato, lo que se llevaba entonces y lo que correspondía a nuestra etapa vital», explica.

Así pues, cuando llegó el momento de formar una familia, ambos pensaron que lo mejor era buscar un espacio más acorde con la idea de «hogar» que tenían, cálido, acogedor y funcional. Ahora sus hijos son mayores y él disfruta de una vivienda que le permite desarrollar algunas de sus inclinaciones creativas al margen de la costura, en una urbanización tranquila y accesible. Curiosamente, el genio de la música clásica, Bach, da nombre a la calle en la que vive. Una casualidad con la que Miguel Ángel se siente muy cómodo. Cuando era joven comenzó a estudiar música y nunca ha abandonado este anhelo. Toca la guitarra y aunque es bastante modesto en este sentido, se defiende con otros instrumentos.El sótano de la casa da buena cuenta de ello. Como si se entrase al estudio de un hombre del Renacimiento, en un mismo espacio conviven todas las artes con las que Ruiz coquetea. Una batería, guitarras, órgano y demás instrumentos descansan en un rincón esperando una nueva cita con los amigos.

Tras la fachada de hombre tranquilo, aparentemente tímido y discreto, vive un espíritu roquero de pro. Versiones de Pink Floyd, Jimmy Hendricks, Bob Dylan y otros componen la banda sonora de su hogar. En este aspecto comparte afición con su hija, que, según asegura, ya lo aventaja en melomanía. Al otro lado de la librería se ubican algunas muestras de la tercera forma de expresión en la que plasma un sentimiento, una forma de ser y de estar en el mundo. Se trata de la pintura. Accede receloso a mostrar sus creaciones, mientras confiesa que para él «ser artista es crear un estilo, luego ese estilo, que sería algo así como un sello propio, se puede diversificar y materializar de muchas formas». El modisto es mucho más que un diseñador de moda. En su caso cada traje que sale del atelier es la plasmación de una idea, de una emoción.Sus creaciones han cosechado grandes éxitos a lo largo de casi treinta años de carrera profesional, dos décadas al frente de su propia firma y ocho dedicados en exclusiva a la moda nupcial. Las novias han sido y son una de sus señas de identidad.

Heredero de una forma de entender la moda elegante y distinguida, sus diseños se caracterizan por ser atemporales, sencillos pero de calidad. Al ver un vestido de novia de Miguel Ángel Ruiz uno sabe que es suyo porque sin ser estridente sorprende, sin ser excesivo conmueve y sin ser ostentoso conquista. Es un algo que está ahí, en la sombra, que no se puede determinar con palabras, pero que existe. Como una emoción. Entre las bazas de su trabajo destaca la atemporalidad de sus diseños. No pasan de moda. Algo así ocurre con su casa. La decoración, sencilla, discreta y serena, no sigue a pie juntillas las tendencias de la moda sino que aboga por un estilo propio basado en la calidad y en la funcionalidad. Todo tiene sentido. El salón comedor se conjuga en torno a una paleta que va desde el beige a los tonos arena, con muebles originales en el diseño. Una chimenea y un rincón de lectura centran visualmente la estancia principal de la casa.

En cuanto a los elementos puramente ornamentales, la mayoría tienen un trasfondo sentimental, como algunos retratos y obras del propio Miguel Ángel. En la subida de las escaleras se expone una de las más especiales. Arriba se distribuye la zona de dormitorios. La parte exterior de la casa es, sin duda, otro de sus encantos. Un pequeño jardín y comedor exterior con barbacoa, abrigados por la sombra de limoneros se convierten en el ambiente ideal para recibir a amigos, actividad que por otra parte le encanta a la pareja. Es también una zona muy inspiradora para sentarse a reposar ideas. A buen seguro que Miguel Ángel ha madurado en este rincón algunas de las que ya se materializan en su nueva colección, Aire, que verá la luz en la próxima edición de la Pasarela Larios (septiembre) tras recibir en 2013 el Alfiler de Oro a toda su trayectoria.

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