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Ciudadanos observan ejemplares de periódicos en un quiosco de Yaundé, en Camerún. :: AFP
La mejor noticia de África

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El mundo celebra hoy el Día de la Libertad de Prensa gracias al papel de 60 periodistas que plantaron cara al poder en Namibia en 1991

Susana Zamora

Miércoles, 3 de mayo 2017, 00:45

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Aquellos días de abril de 1991 saltó por los aires algo de lo que hasta entonces nadie se había atrevido a hablar, algo que todos sabían y muchos sufrían. Por fin, en un marco internacional se denunciaba la odisea diaria de los medios impresos africanos para sacar el periódico a la calle, de las descaradas intimidaciones a sus reporteros para que escribieran al dictado del poder, de los recortes en el suministro de papel para torpedear las rotativas, de las restricciones a la concesión de visas para obstaculizar el movimiento de los periodistas y del castigo penado con cárcel si osaban contar la realidad tal y como era, sin maquillajes ni censura. Aquel calvario para trabajar acabó siendo el tema central de debate de un seminario organizado por la Unesco en Windhoek (la capital de Namibia) para promover una prensa africana independiente y pluralista. Y, sin saberlo, los participantes sembraron la semilla de lo que, solo un par de años después, sería el Día Mundial de la Libertad de Prensa, que hoy se conmemora.

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Aquel histórico congreso (que se prolongó del 29 de abril al 3 de mayo) había sido planificado para hacerlo coincidir con la liberación de Namibia, entonces bajo dominio de Sudáfrica. En Windhoek se congregaron 60 periodistas africanos independientes, tipos valientes situados a la vanguardia de un complicado proceso democrático que poco a poco iba ganando terreno en el continente, pero con enormes dificultades.

La agitación se palpaba entre aquellos profesionales, cansados de sufrir en sus carnes los ataques de los gobiernos de turno. Entre 1969 y 1990 casi una veintena de periodistas y editores habían sido encarcelados y otros 48 habían caído asesinados mientras trabajaban. Esa marea de indignación afloró en aquel encuentro que sirvió para que los periodistas africanos se conjuraran para ejercer su oficio sin miedo a acabar entre rejas o en una tumba.

Todos ellos firmaron una declaración (conocida como Declaración de Windhoek) el 3 de mayo de 1991, convertida desde entonces en un texto de referencia internacional, en la que se detallaban qué condiciones tenían que darse para que la libertad de prensa y la independencia de los medios de comunicación dejaran de ser una quimera. «Por prensa independiente debe entenderse una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico, ni control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para la producción y difusión de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas», recogía en su artículo 2 la Declaración. En él ya instaban a la Unesco y a las Naciones Unidas a declarar una jornada anual dedicada a la promoción de la libertad de prensa en todo el mundo.

De Windhoek a París

La organización recogió el testigo y tan solo seis meses después, en París, durante la presentación de los resultados del seminario de Windhoek en la 26ª Conferencia General de la Unesco, se dio el paso decisivo. En ese encuentro se acordó hacer partícipes al resto de países del mundo de los principios y esfuerzos realizados hasta ese momento en África para fomentar la libertad de prensa y «transmitir a la Asamblea General de las Naciones Unidas el deseo expresado por sus estados miembros de que el 3 de mayo se proclamase Día Internacional de la Libertad de Prensa».

Dos años después, en diciembre de 1993, quedaba así establecido y desde 1997 va unido a la concesión del Premio Mundial de Libertad de Prensa. De este modo, un continente más conocido por las penurias de sus gentes y los abusos de sus gobernantes regalaba una memorable noticia para garantizar el derecho a la información. Para África, la Declaración de Windhoek resultó un punto de inflexión. Se creó el Instituto de Medios de Comunicación de Sudáfrica (MISA), que hoy desempeña un crucial servicio de alerta pública de las violaciones de la libertad de prensa, que se siguen produciendo a pesar de los esfuerzos. Para el resto del mundo, fue un espejo en el que mirarse e inspiró otras declaraciones similares en Alma-Ata (Kazajistán, 1992), Santiago (Chile, 1994), Sanaa (Yemen, 1996) y Sofía (Bulgaria, 1997). África, la tierra madre, convertida en cuna de la libertad de expresión... al menos por un día.

La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que publica Reporteros Sin Fronteras, permite conocer la situación de 180 países en materia de pluralismo e independencia de los medios de comunicación. España ha subido cinco puestos. Es la 29, por encima de Francia e Italia. Corea del Norte, Turkmenistán y Eritrea cierran una lista que encabeza Noruega.

Es la cifra de periodistas asesinados en la última década. Solo entre 2014-15 murieron 213, la mayoría en países árabes. Este año ya han sido asesinados ocho.

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