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EL CANDELABRO

CARRERÓN

ARANTZA FURUNDARENA

Jueves, 27 de abril 2017, 01:22

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Hay que ver cómo se nos va la vida. Casi sin darnos cuenta hemos pasado del Andreíta, cómete el pollo al Andreíta, termina el máster... Pregona Belén Esteban que Jesulín no quiere pagarle los estudios universitarios a su hija. O, más concretamente, que no quiere apoquinar para que la niña (en julio, mayor de edad) estudie una carrera en el extranjero. De nada sirve decirle a la visceral Belén que conceptos como estudiar y en el extranjero están totalmente sobrevalorados. Tanto o más que el mito de acudir a Houston (que no es Lourdes) para la cura de un cáncer terminal. Además, igual que ocurre con Salamanca, se puede pasar por Harvard sin que Harvard pase por ti. Y es lo que intuyo podría ocurrirle a Andrea Janeiro. Que al final vaya, le salga una pasta a su madre y... ¿Tó pa qué? tó pa ná. O sea, que vuelva justo para engrosar las listas del paro y terminar confirmando (como Gloria Camila, José Fernando, Chabelita y tantos otros) lo que en el fondo ya sabía: que el carrerón lo tiene hecho por ser hija de quien es. Pero la Esteban no quiere ni oír hablar de su Andreíta como vendedora de exclusivas. Debe de ser la única madre de este planeta que no sueña con que su retoño herede el negocio familiar. Un negocio además tan sumamente rentable...

No pasa nada. Aquí todo suma. Que Jesulín no pague también le sale a cuenta a Belén. El nuevo agravio le da para varios programas y reportajes vociferantes y ultrareivindicativos. A poco que lo estire, tiene para cubrir los estudios de la niña, incluida la tesina, la tesis y el doctorado. Y puesta a recaudar, hasta podría fletar un autobús (es tendencia) para denunciar a su ex por tacaño y por mal padre y recorrer con él los pueblos de España en plan colecta. Como eslogan, uno de esos axiomas irrefutables: «Las niñas tienen... que estudiar con la ayuda de sus padres».

Lo mismo Andreíta es una Marie Curie en potencia y todo lo que se invierta en ella es poco. Pero la experiencia nos demuestra que los hijos de famosos tienden a seguir los pasos de sus padres. Incluidos los hijos de Jordi Pujol. Que estudiar, estudiaron mucho. Y en el extranjero. Pero al final se dedicaron a lo que habían visto hacer toda la vida en su casa. Y es que el negocio familiar tira mucho.

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