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EL CANDELABRO

BANCO

ARANTZA FURUNDARENA

Jueves, 30 de marzo 2017, 00:57

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La semana pasada, por mi cumpleaños, recibí una felicitación singular. Era un email y me lo enviaba un banco. Un banco donde ni siquiera tengo una cuenta corriente. El mensaje era personalizado e iba acompañado de un vídeo en el que aparecía un señor muy mayor, desconocido para mí, tocando en un viejo piano de pared el 'Cumpleaños Feliz', supuestamente en mi honor... «Hola, me han dicho que hoy cumples años y puede que pienses que te haces mayor. Déjame que me presente: me llamo Josep y tengo 100 años. Te voy a contar una historia...». Y entonces el bueno de Josep empezó a relatarme su vida, que si puso un huerto para mantener a la familia, que si también fue futbolista, maestro, soldado, pianista y director de orquesta, que vivió tres dictaduras, una república, una guerra y tres monarquías y que, en definitiva, en la vida hay que estar dispuesto a cambiar y empezar de cero. El vídeo culmina con una entrañable secuencia en la que el centenario Josep compra un cuaderno de pastas duras y comienza a escribir un libro sobre refranes... Llegados a este punto, me preparé para una moraleja final con asesoría sobre planes de pensiones, para evitarme tener que seguir currando hasta los cien. Pero qué va. El lema que me soltaron fue: «No importa cuántos años cumplas. Nunca vas a ser más joven que hoy. Disfruta. Aprende. Haz cosas nuevas».

Apenas me había repuesto de tan profundo adagio, cuando me llega otro email de una antigua caja de ahorros titulado: 'El mapa de la felicidad'... La conclusión que he sacado es que tal como está hoy el dinero (que no vale un duro), con la suicida volatilidad de las bolsas, la nula rentabilidad de los depósitos y la inutilidad de pasarte la vida ahorrando, los bancos han decidido aconsejarnos, por nuestro bien, que nos apañemos con lo que tenemos, que al fin y al cabo el dinero no da la felicidad. Y así una entidad financiera tras otra ha ido mudando del materialismo a la mística, de la prosa a la poesía. Han abandonado las finanzas y han abrazado el inagotable universo de la autoayuda, que por lo visto es la inversión más rentable. Sospecho que si Freud viviera en los tiempos actuales no tumbaría a sus pacientes en un diván... Los sentaría en un banco.

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