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EL CANDELABRO

AUTÉNTICA

ARANTZA FURUNDARENA

Martes, 24 de enero 2017, 00:54

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En el género de la entrevista está prácticamente todo inventado. Tenemos la entrevista ocurrente, la rebuscada, la impertinente, la 'pelota', la minimalista, la barroca... Ahora se lleva incluso la entrevista sin preguntas. Y, en el colmo del surrealismo, creo haber leído alguna vez una que no llevaba respuestas. Da igual. Una entrevista puede ser de esta o aquella manera, pero lo que la hace realmente interesante es el fondo, no la forma. Y aquí se lleva un 50% el entrevistado, porque dos no bailan el tango si uno no quiere. Está el entrevistado insufrible (político, generalmente) que contesta con lugares comunes, eslóganes y frases hechas, el paranoico que anda totalmente a la defensiva, el que se anima a lanzarse al agua pero guardando siempre la ropa (la mayoría de las 'celebrities'), el simpático que dice muchas ocurrencias sin retratarse, el bocachancla que larga y luego se arrepiente (y al final te pide que le envíes el texto antes de publicarlo porque se teme a sí mismo)... Y a veces, felizmente, se produce el milagro del entrevistado relajado, espontáneo, natural, sin aditivos ni colorantes, dispuesto a entablar un diálogo sin prejuicios... Bimba Bosé (cómo no añorarla) figuraba en esta franja.

En las antípodas de su tío Miguel (tan dado a mantener bajo llave los cuartos oscuros), Bimba era transparente. No deslenguada, pero sí auténtica. Eso la llevó a comentar que padecía metástasis y más tarde a lamentar su ingenuidad. Yo me quedo con su llaneza y su absoluta falta de afectación, algo realmente meritorio en una modelo forjada en las pasarelas, terreno dominado por la artificialidad y la tontería. Bimba lo observaba todo desde la distancia de saberse distinta, desde la frescura de su ambivalencia de mujer masculina, de dura tierna; desde la curiosidad insaciable que la llevó a pertenecer a muchas y a ninguna profesión concreta. En una de las últimas entrevistas me contó con esa ironía suya que haber sido fiel a dietas como la alcalina o la ayurvédica no la habían librado de un tumor de mama. Y me confesó que a una dura como ella el cáncer le había abierto «la puerta a las emociones». Ahora esa cruel enfermedad le ha dado el portazo definitivo. Bimba ya no está. Pero supo estar. Y fue un placer conocerla.

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