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ARANTZA FURUNDARENA
Martes, 6 de diciembre 2016, 00:56
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Horas antes de ir a ver 'La Reina de España', escuché a Fernando Trueba quejarse en la radio del boicot contra su película. Culpó de la pésima acogida del estreno primero a los fachas y luego al Black Friday... Cosas del 'marxismo consumismo', pensé divertida al escucharle y al recordar de rebote el chiste guasón que circuló por la red poco después de conocerse la muerte de Castro: «Uno de los mayores adalides del anticapitalismo y justo va y se muere el viernes más consumista del año»... Ninguno de los trilladísimos tópicos esgrimidos por Trueba (le he conocido momentos mejores), ni sus autojustificaciones, ni su falta total de autocrítica lograron quitarme las ganas de ir a ver su última película. Porque una cosa es el autor (humano, con sus aciertos y errores) y otra muy distinta, su obra.
Vaya por delante que estoy totalmente en contra del boicot alentado por Fran Rivera en las redes contra 'La Reina de España'. Como tampoco estoy a favor de la suprema tontería, del guiño torpemente snob que soltó Trueba al recoger un premio del cine español y declarar que no se había sentido español ni cinco minutos de su vida... ¿Se puede disentir de ambas cosas? Se puede. Es más, yo diría que se debe. En un país tan prejuicioso como este en el que se tiende a verlo todo en términos de blanco y negro, nosotros y ellos, conmigo o contra mí, conviene practicar el sano ejercicio de encontrar aciertos y defectos en ambos bandos (que existen) y no abrazar ciegamente una facción, prietas las filas al primer toque de corneta, solo porque sean 'de los nuestros'.
Con ese espíritu, lo más desprejuiciado posible, sin haber leído ni una sola crítica y con el gratísimo recuerdo de 'La niña de tus ojos', me fui a ver su secuela. Deseando reírme, conmoverme y disfrutar tanto como con la primera... A la media hora, sin embargo, comprendí que la película no necesita boicot. Se boicotea ella sola. Me pareció plúmbea, insulsa, deshilachada, errática... Y en los chistecitos sobre mariquitas, hasta pueril y casposa. Porque también hay caspa de izquierdas (aunque nos cueste admitirlo). ¿Qué quiero decir con todo esto? ¡Que vayan a verla! ¡Que no se la pierdan! Que esta es solo mi opinión y ustedes merecen tener la suya.
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