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Durante estos cinco años la pareja ha hecho gala de su discreción.
La comedia romántica de Amenábar

La comedia romántica de Amenábar

El cineasta se casa este sábado con David Blanco, un brillante estudiante de Económicas 15 años menor. Entre los 200 invitados, pocas caras de Hollywood

Ester Requena

Sábado, 18 de julio 2015, 20:03

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A Alejandro Amenábar no le va nada ponerse delante de la cámara, pero hoy le toca. A sus 43 años, el director español, un tipo alérgico a los flashes, no se librará de ellos durante casi todo el día... aunque esta vez estará encantado: hará un emotivo paseíllo por una alfombra roja que desemboca en el altar. Esta tarde dará el sí, quiero a su novio David Blanco, de 27 años, con quien comparte su vida desde hace un lustro. Una historia digna de una comedia romántica. Comenzó con un flechazo se conocieron a través de unos amigos comunes, al que ahora quieren ponerle el broche de vivieron felices y comieron perdices con una espectacular fiesta preparada al milímetro.

Amenábar se define como una persona «muy poco romántica», pero él mismo ha elegido estos días las canciones que van a sonar en la ceremonia con el mismo esmero que cuida las bandas sonoras de sus laureadas películas. Con el añadido de los nervios y agobios prenupciales: «Estoy casi peor que en un estreno», ha declarado recientemente.

Aun así, ha sacado tiempo para hacer de pregonero en el día del orgullo gay de Madrid, con motivo del décimo aniversario del matrimonio igualitario. Allí presumió de alianza de compromiso y se subió en algunas carrozas para recordar una fecha que supuso «un gran cambio para miles de personas, yo incluido». Él salió del armario en una entrevista a finales de 2003, justo antes de estrenar su exitosa Mar adentro. Ahora su nombre se sumará al de las más de 31.600 parejas del mismo sexo que se han jurado amor eterno (oficialmente) en estos años. Él lo hará en una espectacular finca en Villafranca del Castillo, en pleno parque natural del Guadarrama, a solo 20 minutos de Madrid.

Entre más de 4.000 metros cuadrados de jardines, rodeados de encinas centenarias y paisajes dignos de película, se servirá un menú ideado por el dos estrellas Michelin Ramón Freixa, amigo de los novios. El precio del cubierto ronda los 140 euros con delicatessen de todo tipo muy estudiadas. La pareja ha puesto especial cuidado en el cátering, «porque si no, me tiran la comida a la cabeza», detalló Amenábar en una de las pocas declaraciones que ha realizado sobre su enlace, fiel a su discreción.

La finca La Reserva pasa por ser infranqueable para los paparazzi, que tendrán que conformarse con no perder de vista la puerta. Por ella desfilarán unos 200 invitados, aunque parece que pocas estrellas de Hollywood han recibido el tarjetón. Por más que Amenábar haya trabajado con nombres como Rachel Weisz, Nicole Kidman, Emma Watson o Ethan Hawke, el oscarizado cineasta y su pareja han reducido la lista de escogidos al mínimo: familia y amigos indispensables. Muchos totalmente anónimos, como el grupo con el que celebraron su despedida conjunta de solteros en Valencia, con un único cometido: quemar la noche.

Hacía tiempo que los rumores de boda sobrevolaban al que fuera el director prodigio del cine español. Se habló de que la cita se había fijado el año pasado, pero la agenda profesional de Amenábar lo imposibilitaba. Se encontraba rodando y montando Regresión, su vuelta a la pantalla desde que en 2009 estrenase Ágora. Con la cinta ya finiquitada, el calendario le da una tregua para disfrutar tranquilo del matrimonio. Tendrá incluso unas semanas para irse de luna de miel antes de comenzar en agosto la promoción del filme en Estados Unidos.

Su viaje de novios se encuentra entre los pocos secretos del enlace, porque incluso se ha filtrado hasta cómo vestirán ambos esta tarde. Han huido de diseñadores conocidos, pese a su cercanía a David Delfín. Se han plantado en un sastre de toda la vida, donde David se ha hecho un traje negro con brillo. Amenábar lucirá casi como un calco los modelos con los que ha paseado por los Goya. Ante todo han buscado la comodidad pensando en los bailes que se pegarán hasta el amanecer de la mano de sus amigos djs, que pincharán canciones que van desde Rihanna y David Guetta hasta Lady Gaga.

La pareja ha huido de la pompa y boato que supondría reunir a lo más granado de la cinematografía nacional e internacional, pero entre los afortunados se encuentran caras muy conocidas como la de Alaska y Mario Vaquerizo. Y no solo porque las Nancys Rubias amenizarán el banquete: David se declara fan incondicional del grupo pese a sus playback cuando tocan en directo y a Amenábar les firmó el videoclip del tema Me encanta.

A los novios les une tal amistad con la mediática pareja de cantantes que fue precisamente en el reality de la MTV cuando se oficializó el noviazgo. En uno de los capítulos, Amenábar y David Blanco ejercieron de perfectos anfitriones en su espectacular casa. Viven juntos desde que saltara la chispa, hace ya más de cinco años, en un noveno piso (con piscina privada en el ático), que el director se compró en la plaza de España. Valorado en 4 millones de euros, el dormitorio principal da a la plaza de Oriente y en las habitaciones no faltan algunos aparatos de gimnasia para que los dos mantengan en perfecto orden de revista sus currados abdominales. Pasan por unos vecinos más, a los que no es difícil ver paseando por el parque con su perro o desayunando en alguno de los bares cercanos.

Si el rostro de Amenábar se ha colado en la vida de los cinéfilos desde que en 1996 se lanzase a la dirección con Tesis a la que siguió una premiadísima filmografía, a David Blanco le gusta pasar por un anónimo estudiante de Económicas que atesora un currículo espectacular plagado de sobresalientes. Los libros los complementa con un trabajo en una empresa naviera.

Quince años más joven que el cineasta y seguidor de series como La que se avecina y The walking dead, el joven huye de las cámaras aún más que su pareja. «David es un chico súper simpático, alegre y muy inteligente», detallan en su entorno. La media naranja perfecta para un director «tímido, pero muy cariñoso, humilde y perfeccionista». Y, sobre todo, muy discreto con su vida personal. Salvo alguna pillada de las revistas del corazón en la playa de vacaciones, al futuro matrimonio solo se les ha visto juntos en una ocasión en las gradas del Master Series de Madrid en la Caja Mágica. Ni siquiera en los Goya o similares. David no posa delante de los fotógrafos: va a las galas, pero se queda siempre entre bambalinas.

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