Borrar
Las promociones de sus discos suelen ser todo un 'show'.
Una Miley Cyrus modosita

Una Miley Cyrus modosita

Charlamos con Jolin Tsai, la número uno del pop mandarín que arrasa en ventas y tiene sueños discretos: «Cuando me retire me gustaría abrir una pastelería»

PPLL

Martes, 29 de julio 2014, 08:45

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

"Me gustaría ser como Madonna. Para mí ella es una aspiración». Jolin Tsai, la cantante pop número uno de China no tiene inconveniente en reconocer los elementos que constriñen su meteórica carrera profesional. «Madonna tiene un carácter como el que me gustaría tener a mí. Es el reflejo de que una mujer puede hacer lo que se proponga, lo mismo que un hombre. O más. Yo no puedo decir lo mismo. Ella puede expresarse como desee, incluso utilizar la letra F por fuck, joder en inglés en sus letras, algo que yo no puedo permitirme». Jolin hace uso de la provocación, pero con un límite. Al fin y al cabo, el suyo es el mercado chino, que, aunque ha evolucionado rápidamente, todavía resulta tradicional. Además, está la censura comunista que requiere obtener la aprobación del contenido de todas las canciones.

Claro que todo eso no les importa a sus fans. Solo en Weibo, el Twitter chino, suman ya 31,8 millones, una cifra que supera a los de Miley Cyrus o Shakira y se acerca a los de Rihanna y Lady Gaga. Sus conciertos son multitudinarios, como el que dio en el gigantesco estadio Hongkou de Shanghái durante una gira internacional: la excitación inicial de los asistentes fue convirtiéndose en histeria, hasta que, finalmente, 50.000 gargantas explotaron en un ensordecedor rugido colectivo cuando Jolin apareció entre fuegos artificiales y luces estroboscópicas. Mide solo 161 centímetros y pesa 45 kilos, pero sobre el escenario es gigante.

Sabe ganarse al público. Ellos babean con sus bikinis de lentejuelas y ellas corean sus melosas letras a la vez que toman nota del look que copiarán mañana. Las fotografías de Jolin, de 33 años, están siempre entre las más utilizadas como referencia en las peluquerías de todo el gigante asiático. Y quienes buscan inspiración en ella tienen dónde elegir, porque la artista ha marcado un curioso récord: es capaz de cambiarse de ropa en solo 30 segundos. Tiempo suficiente para que la princesa de cuento de hadas que canta baladas melosas se transforme en el equivalente chino de Miley Cyrus, enfundada en un body de cuero negro con luces colocadas en sus pechos. La revista masculina Ask Men la llegó a considerar más sexy que Shakira. La llamó «cachorro sexual».

Pero hay mucho de postureo. «He aprendido a controlar el espectáculo y a expresar mejor lo que siento. Cuando empecé no tenía ni idea de cómo funciona esta industria, así que me dejé guiar por los profesionales. Luego he tomado las riendas para construir mi propia imagen, y creo que he tenido mucha suerte al poder elegir», nos explica instantes antes de su enésimo concierto. «Me gusta enfrentarme a los cambios y a nuevos retos. Así el público no se aburre. Intento mantener ese punto de inocencia del principio, pero me hago mayor y quiero hacer un tipo de música más sexy que, obviamente, tiene que ir ligada a mi apariencia».

10 millones de euros al año

No hay duda de que, haga lo que haga, Jolin tiene éxito en su cameleónica transformación. Comenzó su carrera en 1998, con solo 18 años, como un producto de la telerrealidad tras su participación en uno de los primeros concursos de la canción que produjo la cadena especializada en música MTV. Su voz y su habilidad física encandilaron al público de Taiwán, la isla donde nació, y la discográfica Universal se abalanzó sobre ella para no dejar pasar la gran oportunidad. Su primer álbum, Jolin 1019, no fue un superventas, pero las suaves canciones sobre amores y desamores se ganaron al público adolescente.

Desde entonces, Jolin se ha cocinado a fuego lento. En 2003, Sony la despojó del halo de niña buena y permitió que su carácter saliera a la luz. La estrategia funcionó: vendió medio millón de copias de su cuarto disco. Desde entonces, todos han sido número uno. Ahora, convertida en una sex symbol políticamente correcta, se estima que se embolsa unos 10 millones de euros anuales, cantidad que no iguala ninguna otra cantante china. Pero, curiosamente, su sueño sigue siendo muy humilde: «Cuando me retire me gustaría abrir una pastelería».

No tiene ambición internacional. «No me interesa Occidente. Soy china, y quiero triunfar en mi mercado, con el que ya me sobra porque es gigantesco», comenta mientras observa cómo los técnicos preparan el escenario. «Tampoco tengo intención de lanzar un álbum completamente en inglés, porque mi audiencia no lo entendería. Ni tengo la ambición de ir a Estados Unidos, por ejemplo, algo que sí muestran otros. Me da pena ver que para ello tienen que ajustar su música y dejar de ser ellos mismos».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios