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María León protagoniza 'Sin fin', una película romántica con viaje en el tiempo incluido. Migue Fernández
María León: «Reírse del acento andaluz es de un catetismo grandísimo»

María León: «Reírse del acento andaluz es de un catetismo grandísimo»

Sección oficial ·

La intérprete, que regresa a Málaga con 'Sin fin', prefiere «hacer» feminismo en lugar de quejarse y declara su admiración por Penélope Cruz

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Viernes, 20 de abril 2018, 01:00

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Es una mujer delgada, menuda, pero en absoluto frágil. Demuestra carácter hasta en la manera de mirar fijamente a su interlocutor con sus intensos ojos azules. Y lo ratifica con sus palabras. Tacha de «inculto» a quien se ríe del acento andaluz, prefiere hacer feminismo en lugar de quejarse de la falta de él y declara sin ningún pudor su admiración por Penélope Cruz (hacia la que hay un guiño en la película). María León se reencuentra un año más con el Festival de Málaga, y esta vez sin su hermano Paco ni su madre Carmina. La actriz sevillana protagoniza 'Sin fin', una película romántica con toques de ciencia ficción que ayer conmovió a la sección oficial. «Es la mejor actriz del mundo», apostilla en un momento de esta entrevista Javier Rey (Sito Miñanco en 'Fariña'), el actor que le da la réplica. Él será quien viaje desde el futuro para recuperar el amor perdido de María reviviendo el día en que se conocieron. Los Hermanos Alenda (José y César Esteban) debutan en el largo dirigiendo mano a mano este filme rodado el pasado verano en Málaga (Valle del Guadalhorce y estación de autobuses), Conil y Madrid. Detrás está la producción malagueña de José Antonio Hergueta.

¿A qué momento de su vida viajaría en el tiempo?

–Sinceramente, al que estoy ahora. No me movería a ningún sitio.

Pero sería fantástico tener segundas oportunidades, ¿no cree?

–Es más interesante que tú tomes la decisión de cambiar las cosas.

Equivocarse para aprender.

–Es necesario. Te puedes arrepentir por lo vivido, no por lo no vivido.

Y, ¿usted siente que se ha equivocado alguna vez en su carrera?

–Siento que me he equivocado en muchas cosas, por suerte. Y me seguiré equivocando porque soy humana.

Por su trayectoria, parece que ha tomado buenas decisiones.

–Lo intento. Trabajo hay mucho y siempre que hay trabajo, hay resultado. Eso es algo que mi madre siempre me ha dicho.

Carmina siempre está ahí.

–Siempre. Y que no me falte.

No oculta su acento andaluz. Producciones como 'La Peste' fueron muy criticadas en las redes por eso. Se reían del acento o decían que no se entendía nada. ¿Qué le parece?

–Me parece de un catetismo grandísimo. Los acentos somos nosotros. No hay una manera de hablar concreta. Cada uno habla con un color diferente y eso le da riqueza a los personajes, le da verdad. Igual es gente bastante inculta que está acostumbrada a ver películas dobladas. Pero eso no es lo que hacen los actores.

Alguna vez le habrán pedido que lo suavice...

–Incluso lo he quitado en algunos trabajos. Pero yo intento defenderlo. Siempre que en el personaje puede entrar el acento, intento ponérselo.

Este es el año de las mujeres. Hace poco dijo que siendo feminista, le queda por aprender, ¿el qué?

–Muchísimo, a mí y a todos, hombres y mujeres. En este país en el que vivimos, por religión, por crianza o por lo que sea no se nos enseñó nunca la igualdad. Desde chica siempre había diferencias y hasta ahora no he sido consciente de ellas. La igualdad tiene que estar. Y no lo digo desde la queja, porque la queja no es feminismo.

¿No hay que quejarse?

–Es que creo que lo que hay que hacer es imponer la igualdad y uno ser igual que el otro. Yo no lo quiero reivindicar, yo lo quiero hacer: ser igual que todo el mundo. Para qué decir lo mal que se ha hecho. Mucho mejor hacerlo bien y ya.

En 'Sin fin', su personaje mira con cierta envidia a Penélope Cruz. ¿Hay algo de verdad en ese gesto?

–Yo a mi compañera Penélope Cruz no la puedo envidiar, solo la puedo admirar. Admiro muchísimo el valor que ha tenido y cómo ha demostrado en este país que trabajando se consiguen las cosas. Es una mujer de altos vuelos que ha conseguido hacer su carrera con calidad, tener una familia y seguir en la industria, seguir luchando por el papel de la mujer, seguir estando tan bella…. Ojalá algún día yo pudiera ser la mitad de completa como actriz y como mujer que ella.

'Benzinho': la familia frente al nido vacío

«Al leer el guión se me caía un lagrimón porque uno se identifica como hijo y sabe que alguna vez nos tocará sentirlo como madre», reconoció la productora uruguaya Agustina Chiarino. 'Benzinho', una coproducción entre Brasil y Uruguay, pone el foco en la maternidad y en el sentimiento del nido vacío en una familia numerosa. Gustavo Pizzi dirige esta cinta y firma también el guión junto a Karine Teles, la protagonista de la historia y su pareja sentimental en el pasado.De hecho, los mellizos que aparecen en el filme son sus hijos en la vida real. Y esa «familiaridad» se notaba en el set de rodaje. 'Benzinho' dibuja a una clase media «que no estamos tan acostumbrados a ver» en el cine latino, una familia numerosa y caótica que se enfrenta a la partida del hijo mayor. Pero además, por el camino, aparecen la violencia de género, los esfuerzos de una madre de cuatro hijos y la dificultad de lograr un trabajo digno.

La crítica, por Francisco Griñán

El mejor F/X es la emoción

Sin fin ***

Benzinho ***

Las películas pequeñas siguen deparando buenos momentos en el Festival de Málaga. A la espera de que hoy quede todo listo para sentencia biznaguera, la sección oficial nos sirvió ayer un par de títulos para saborear lentamente. Primero con el debut en la dirección de los hermanos Alenda, 'Sin fin', una curiosa mezcla de viajes en el tiempo e historia de amor, que resultó más de lo segundo que de lo primero. Un drama romántico con un toque de ciencia ficción a lo H. G. Welles. La otra cinta fue una coproducción brasileño-uruguaya, 'Benzinho', que sorprendió con un inesperado relato sobre la familia cargado de sensibilidad y luz.

'Sin fin', que esta coproducida por los Alenda y por el malagueño José Antonio Hergueta, narra la historia de Javier (encarnado por Javier Rey, en pleno ascenso por su protagonismo en la serie 'Fariña'), un científico empeñado en desentrañar el secreto de los viajes en el tiempo y que utiliza su invento para saltar desde el futuro y recuperar a María (María León), repitiendo con ella la aventura del día que la conoció. Y aunque suene a fantasía a lo Hollywood y a 'Regreso el futuro', los directores José Esteban y César Alenda llevan su película a la estética 'indie' y al cine de emociones como principales ingredientes de este singular drama romántico en el cine español. Así, la película nos va descubriendo su historia a través de un montaje paralelo del viaje de los protagonistas en dos momentos diferentes de sus vidas que nos remiten a cintas como 'Blue Valentine'. Frente a los medios limitados y las dificultades de esta historia, la película antepone un guión sutil y atractivo, y las intensas interpretaciones de María León y Javier Rey. Para dejarnos claro que no hay mejor F/X en el cine que la emoción. Y confirmarnos a nuestra particular versión de los hermanos Coen. Los Alenda.

Tampoco le hizo falta efectos especiales a 'Benzinho', que es el término cariñoso con el que una madre se dirige a sus cuatro hijos en esta cinta sobre la familia con sabor a cine de verdad. El director brasileño Gustavo Pizzi lleva a la pantalla una historia autobiográfica protagonizada por un matrimonio que tiene que abordar un cambio radical en sus vidas cuando el hijo mayor, un as del balonmano, es fichado por un equipo alemán. El anunciado abandono del nido es el detonante de esta trama humilde, honesta y sincera que afecta sobre todo a la madre, la pieza central sobre la que funciona el encantador clan.

La actriz Karina Teles encarna a Irene, una madre coraje que afronta todas las dificultades: un mundo en crisis con la librería que regenta el marido y que ya no funciona por el auge de la venta de Internet, el deseo de cambiar de casa para que cada hijo –entre 16 y 3 años– tenga su cuarto o el maltrato a la mujer con el matrimonio de la hermana de la protagonista. Un mundo de hombres rodea a Irene, que solo tiene generosidad y amor para que todo funcione. Con una fotografía luminosa –las escenas de la playa son deliciosas–, la casa en la que viven actúa como metáfora de una época que se acaba. Todo se estropea en esta vieja residencia. Hasta la puerta de entrada, que obliga a la familia a entrar y salir por la ventana. Un humor entrañable sobrevuela este drama doméstico cargado de autenticidad que conmueve con la grandeza de lo cotidiano. Y con otra mujer de premio: Karina Teles.

La crítica, por Alberto Gómez

La sección oficial alza el vuelo

Sin fin ***

Benzinho ****

Prueben a introducir en Google el siguiente comienzo de frase: «La familia es». Las sugerencias del buscador sorprenden (o no tanto) por antagónicas. La familia es lo primero, lo más importante, para siempre, terrible, lo peor. Yo diría que es el gran tema. Tolstói escribió que todas las familias felices se parecen pero las infelices lo son cada una a su manera. 'Benzinho', la película brasileña proyectada ayer en la sección oficial del Festival de Málaga, construye un relato cautivador sobre los dolores y las alegrías de la vida en familia. Gustavo Pizza nos regala una cinta delicada, poética por momentos, que dirige el foco a una madre de cuarenta años que vive con su marido y sus cuatro hijos. El mayor acaba de conseguir una beca para jugar en un equipo de balonmano en Alemania, hecho que zarandea los instintos más primarios de sus padres, entre el orgullo por lo conseguido y el terror a que le ocurra algo que no puedan controlar, contra lo que no pueden protegerlo.

Karina Teller, que encarna a una madre que se desvive por sus hijos pero también pelea por su propio lugar en el mundo, capaz de tirarse al suelo de puro cansancio y de apretar los dientes cuando atisba cualquier posibilidad de amenaza contra su familia, se abre hueco entre las candidatas a la Biznaga a mejor actriz con un personaje espléndido repleto de aristas. 'Benzinho' (el título corresponde a la palabra con que la madre se refiere cariñosamente a sus hijos) lleva a la pantalla con autenticidad y profundidad esa actitud colectiva de tirar para adelante tan propia de las familias numerosas. Una extraordinaria fotografía que remarca la amplia gama de emociones entre las que se mueve el guión, desde la ternura hasta el sentido del humor, termina de situar la película brasileña como uno de los mejores títulos proyectados esta edición.

La otra cinta estrenada ayer, 'Sin fin', explora el cine romántico 'indie' para levantar una propuesta original que bebe de referentes como 'Olvídate de mí' o 'Blue Valentine'. Los hermanos Alenda amplían el imaginario demostrado en su cortometraje 'Not the end', simiente de este largo, para tejer una historia de amor en dos tiempos que sortea el almíbar que destilan este tipo de películas. La entrega absoluta de sus dos protagonistas, María León y Javier Rey, comprometidos con el proyecto desde hace años, imprime verosimilitud a una trama con tendencia al despiste (y esto siempre supone un riesgo; el espectador puede desconectar de la historia) pero resuelta con fluidez. Me parece especialmente interesante el contraste entre la ilusión inicial del enamoramiento del primer viaje y la nostalgia que impregna ese mismo trayecto años después, con la mochila cargada de reproches, errores y heridas. Algunos diálogos demasiado ñoños y previsibles deslucen un filme en general sólido y recomendable, a la altura del nivel exhibido este año en la sección oficial.

La competición principal del festival está desplegando más alas que en ediciones anteriores, un incremento de calidad en las películas (ahí tienen 'Las distancias', 'Sergio & Serguéi' o la propia 'Benzinho', y aún falta 'Casi 40', de David Trueba) que colisiona con la percepción de que este año hay menos público. Convendría preguntarse por qué.

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